Jonathan Glazer, el director jud¨ªo de ¡®La zona de inter¨¦s¡¯ que se atrevi¨® a se?alar a Israel desde los Oscar
Organizaciones jud¨ªas en EE UU y pol¨ªticos israel¨ªes cargan contra el contundente discurso del cineasta brit¨¢nico, autor de culto con solo cuatro pel¨ªculas y veterano del video musical
¡°Todas nuestras decisiones [a la hora de hacer la pel¨ªcula] buscaban reflejarnos y confrontarnos en el presente. No para decir ¡®Mira lo que hicieron entonces¡¯, sino ¡®Mira lo que hacemos ahora¡¯. Nuestra pel¨ªcula muestra ad¨®nde nos lleva la deshumanizaci¨®n¡±. As¨ª arrancaba el discurso de Jonathan Glazer (Londres, 58 a?os), con el Oscar a mejor pel¨ªcula internacional en la mano por La zona de inter¨¦s, la pel¨ªcula que llev¨® el drama de Auschwitz hasta la ¨²ltima edici¨®n de los Oscar. ¡°Ahora comparecemos aqu¨ª como hombres que se niegan a que su juda¨ªsmo y el Holocausto se vean secuestrados por una ocupaci¨®n que ha llevado al conflicto a tantas personas inocentes, ya sean las v¨ªctimas del 7 de octubre en Israel o del ataque que se est¨¢ llevando a cabo en Gaza¡±. Uno de los grandes realizadores de los v¨ªdeos musicales de los noventa, el director de cuatro filmes considerados de culto, el artista que ha sido capaz de transmitir en las salas de cine el horror de los campos de exterminio nazi sin que se vea ni una imagen de v¨ªctimas, sali¨® el domingo de la gala de los Oscar reforzado como un creador con voz propia, sin miedo ni autocensuras.
Con su discurso logr¨® un aplauso tibio en el patio de butacas del teatro Dolby, pero confirm¨® su idiosincrasia: Glazer ni quiere ni necesita casarse con nadie. Ahora bien, m¨¢s all¨¢ de Los ?ngeles, la respuesta no ha sido calma. En Israel, pese a la alusi¨®n directa, el discurso ha sido ignorado. Uno de los pocos ministros que ha respondido ha sido el de Di¨¢spora y Lucha contra el Antisemitismo, Amijai Chikli. ¡°No tengo ni idea de cu¨¢l es el nombre del tonto ¨²til de turno que eligi¨® anoche clavar un cuchillo en la espalda de su gente¡±, escribi¨® un d¨ªa despu¨¦s de los Oscar en la red social X, con una foto de Glazer en Los ?ngeles, y le calific¨® de ¡°jud¨ªo autoantisemita¡± para el que ¡°no hay perd¨®n¡±. Danny Danon, diputado del mismo partido, el Likud, que lidera el primer ministro Benjam¨ªn Netanyahu, consider¨® ¡°una verg¨¹enza que un director jud¨ªo se aproveche del escenario que le dieron para hacer declaraciones antisemitas comparando el Holocausto con la guerra inevitable que nos fue forzada¡±. Al tratarse de los Oscar, quien m¨¢s ha cargado contra el cineasta no han sido los pol¨ªticos israel¨ªes, sino organizaciones jud¨ªas con sede en Estados Unidos. La Liga Antidifamaci¨®n subray¨® que ¡°Israel no secuestra el juda¨ªsmo o el Holocausto al defenderse de terroristas genocidas¡±, por lo que el discurso fue ¡°incorrecto en los hechos y moralmente censurable¡±, mientras que el Congreso Jud¨ªo Mundial lo defini¨® como ¡°una afrenta a la memoria de quienes sufrieron los horrores del Holocausto¡±.
Sin embargo, todas las consideraciones sobre el discurso se olvidan de la parte final del agradecimiento. Glazer rod¨® justo al lado del campo de Auschwitz (con la aprobaci¨®n del Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau) en pos de resucitar la atm¨®sfera, y dedic¨® el Oscar a una anciana polaca, Aleksandra Bystro¨½-Ko?odziejczyk, a la que conoci¨® antes del rodaje y que form¨® parte de la resistencia con tan solo 12 a?os. A las pocas semanas de conocerla Glazer, falleci¨®. El equipo rod¨® en su casa, pegada al muro del campo, que ella rodeaba en bici para dejar manzanas (en uno de esos paseos encontr¨® una partitura compuesta por el preso Joseph Wulf, que sobrevivi¨®) para los presos. La bicicleta y los vestidos de Bystro¨½-Ko?odziejczyk aparecen en La zona de inter¨¦s, cuando en una secuencia nocturna se ve a una chica realizando la misma acci¨®n: escondiendo comida para los prisioneros.
Una d¨¦cada con la pel¨ªcula
Porque Glazer ha estado casi una d¨¦cada preparando La zona de inter¨¦s, adaptaci¨®n muy libre de la novela hom¨®nima de Martin Amis, que lleg¨® a ver acabada la pel¨ªcula antes de fallecer el mismo d¨ªa en que el filme se estren¨® en Cannes, donde gan¨® el Gran Premio del jurado. Meses despu¨¦s, en el certamen de San Sebasti¨¢n, el cineasta, en una entrevista con el EL PA?S, explic¨® que de peque?o le impresion¨® de ni?o ver im¨¢genes del vandalismo de la noche de los cristales rotos: ¡°Gente f¨ªsicamente como mi padre, mis t¨ªos, yo mismo, aparece recogiendo las lunas destrozadas de los escaparates. Como ni?o no entend¨ªa qu¨¦ pasaba, pero me provocaba un sentimiento perturbador. Y lo mismo ocurr¨ªa con los peatones que, sencillamente, ve¨ªan sin actuar ni ayudar. ?Por qu¨¦ esa pasividad?¡±. As¨ª busc¨® ¡°la esquina de la historia desde donde encarar esos acontecimientos, un planteamiento que no hubiera surgido antes en pantalla¡±. En 2014 ley¨® una cr¨ªtica de la novela hom¨®nima de Martin Amis, y sin leer el libro, solo con la rese?a, le pidi¨® a su productor, James Wilson (que recogi¨® el Oscar con ¨¦l, y que en la temporada de premios ha sido bastante beligerante contra cierta ¡°simpat¨ªa selectiva¡±), que lo comprara. ¡°Aunque el personaje del comandante creado por Amis es ficticio, yo indagu¨¦ en las personas reales, y eso me supuso un largo viaje¡±. Por eso en la pel¨ªcula los protagonistas s¨ª portan los nombres aut¨¦nticos: el comandante de Auschwitz Rudolf H?ss y su esposa, Hedwig.
El londinense aseguraba en septiembre: ¡°Seamos honestos. Nadie nace como asesino de masas, sino que paso a paso la pasividad, el querer ser aceptado, les lleva a ese destino. Esa escalada se da incluso hoy en d¨ªa¡±, palabras que se han vuelto a¨²n m¨¢s relevantes desde el pasado 7 de octubre, cuando estall¨® la guerra en Gaza. Acabada esa charla, el cineasta recordaba una conversaci¨®n con su padre: ¡°En mi casa nunca se habl¨® claramente del Holocausto, aunque estaba ah¨ª¡±, recordaba. ¡°Mi familia se asent¨® en Reino Unido, procedente de Ucrania y Besarabia tas el pogromo de 1903. En fin, cuando mi padre se enter¨® de que estaba con este proyecto, me dijo: ¡®No s¨¦ por qu¨¦ haces esto. D¨¦jalo pudrirse¡¯. Y esas tres palabras [en ingl¨¦s Let it rot] me provocaron una respuesta r¨¢pida: ¡®De verdad me gustar¨ªa que se pudriera, pero eso no solo ocurri¨® en el pasado¡±.
Glazer estudi¨® de ni?o en una escuela jud¨ªa en Camden, el barrio londinense en el que creci¨® y a¨²n vive. Su familia era jud¨ªa reformista, y de cr¨ªo se apunt¨® al programa Givat Washington, por el que pas¨® cinco meses en Israel, en una villa juvenil mezcla de instituto y kibutz. Despu¨¦s de licenciarse en dise?o de teatro en la Universidad de Nottingham, empez¨® a dirigir tr¨¢ileres. En 1993 estren¨® tres cortos que le abrieron camino en la publicidad y posteriormente en los v¨ªdeos musicales. En 1997 gan¨® el premio MTV a mejor director de videoclips, y su firma est¨¢ en esos filmes para Radiohead, Nick Cave, Jamiroquai, Blur o Massive Attack. En ese momento decidi¨® saltar al cine, una pasi¨®n heredada de su padre. Admirador de Kubrick, Glazer solo ha dirigido cuatro pel¨ªculas en su vida: Sexy Beast (2003), una brutal pel¨ªcula de g¨¢nsteres rodada en parte en Espa?a con Ben Kingsley y Ray Winstone; Reencarnaci¨®n (2004), con Nicole Kidman descubriendo en un ni?o el alma de su marido muerto; Under The Skin (2014), a la que dedic¨® tambi¨¦n una d¨¦cada de producci¨®n y en la que Scarlett Johannson encarna a una despiadada alien¨ªgena, y La zona de inter¨¦s, que el domingo obtuvo dos premios Oscar (pel¨ªcula internacional y sonido). Glazer la rod¨® primero con los actores encarnando esa vida com¨²n de los H?ss, y posteriormente, para que no afectara a los int¨¦rpretes, le a?adi¨® los ruidos y los gemidos de desesperaci¨®n que provocaba la maquinaria de los campos de exterminio nazi.
En septiembre, Glazer dijo a El PA?S: ¡°No quer¨ªa hacer una pieza para museos, hecha con una distancia gratificante para la audiencia. Porque as¨ª te olvidas de la incre¨ªble capacidad de ser humano para cometer cr¨ªmenes aberrantes, de manera pasiva o activa. Es tan f¨¢cil ir hacia eso...¡±. El domingo su intervenci¨®n fue, sencillamente, coherente con sus palabras.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.