"Hay que estar"
Socios presentes en Berna, Sevilla, Wembley, Atenas y Par¨ªs evocan las finales europeas
Berna, 1961, cuatro gatos muy cul¨¦s. Sevilla, 1986, una multitudinaria y amarga fiesta. Wembley, 1992, el gol de Koeman, la primera, el ¨¦xtasis. Atenas, 1994, una pesadilla con el nombre de Desailly y un desastre de organizaci¨®n. Par¨ªs, 2006, la bomba, pero no tanto como Wembley. Y ahora, Roma. Finales de la Copa de Europa que ha jugado el Bar?a y en las que han estado los protagonistas de este texto. Uno ha ido a todas. Es Josep Maria Minguella, ex empleado del club, ex representante de jugadores y ex candidato a la presidencia del club. Van por el partido. Pero tambi¨¦n por el viaje, el ambiente y la fiesta, dicen. Es una mezcla lo que empuja a miles de aficionados a acompa?ar al equipo en las finales. "Hay que estar. Es el Bar?a". Y punto. No se discute. Da igual que uno tenga la pierna escayolada, el otro tenga que enga?ar a su jefe, o no se tengan entradas. Se consiguen.
Este a?o la excusa podr¨ªa ser la crisis, porque la entrada y el viaje suman un ojo de la cara. Pero tampoco. "Los que dicen que es mucho dinero no lo entienden ni lo entender¨¢n. No son de esta religi¨®n y mejor no entrar al trapo". Kim Ribera no admite discusi¨®n. Socio desde que ni se acuerda, seis carnets en la familia, fijo en el Camp Nou y "dos o tres desplazamientos por temporada". Tiene 43 a?os estuvo en todas menos en Berna y estar¨¢ en Roma. Viajar¨¢ en avi¨®n con "dos colegas de Alcoi" que conoci¨® en otras finales y otro de C¨¢ceres a quien ha hecho socio para que pueda ir. "Critico el cambio de reglas en el sorteo de las entradas [el que en pleno proceso de solicitud permiti¨® cederlas a familiares o socios], pero ya que se ha hecho para que vaya la mafia del club, nos aprovechamos todos", se?ala Ribera. Txus Fantova (38 a?os) ha estado en las mismas, en autob¨²s, coche y avi¨®n, e ir¨¢ a Roma. De ¨¦l son las palabras "hay que estar".
Las farras corridas en las finales se han suavizado con los a?os. "Te encuentras a ¨¦ste y al otro, y una birra y otra... entras al campo cargadito, pero lo justo para no perderte nada de lo que ocurre", dice Ribera. Con los a?os se han sosegado, matiza Fantova, que en la avalancha de la celebraci¨®n del gol de Koeman en Wembley baj¨® 20 filas de la grada con la pierna escayolada. "Ganar este a?o ser¨ªa la hostia" suspira el mismo que despu¨¦s de la final de Atenas rebautiz¨® al perro que le acababan de regalar. Le hab¨ªa puesto el nombre de la capital griega y se lo cambi¨®. "Vaya mal rollo, estuve dos d¨ªas insoportable", reconoce. Volver de las finales perdidas es como ir a un entierro, coinciden todos. Si se viaja en avi¨®n es m¨¢s r¨¢pido, pero la agon¨ªa en bus es insoportable. Aunque las derrotas hacen callo y ayudan a entender el desespero de los aficionados rivales el d¨ªa que gana el Bar?a. "Se gane o se pierda, lo importante es estar", zanja Fantova.
Sobre la trascendencia de las victorias y derrotas hace una interesante reflexi¨®n Josep Maria Minguella: "Todas las finales perdidas han tenido como com¨²n denominador un duro impacto que ha provocado la desintegraci¨®n de los equipos y crisis institucionales y en la masa social". El destacado barcelonista estuvo incluso en Berna: "Ten¨ªa 19 a?os y viajamos en un Renault Delf¨ªn con mi padre. Apenas fuimos cuatro aparte de los que viajaban con el equipo, un grupo de barcelonistas en buena situaci¨®n que iban a todas partes". La final de la que peor recuerdo guarda es la de Sevilla. "Fue la m¨¢s decepcionante, porque el desplazamiento fue masivo, 60.000 personas, y nadie preve¨ªa perder ante un rival como el Steaua de Bucarest". En esta final tambi¨¦n estuvo, con 15 a?os, Jordi S¨¢nchez: "L¨¢stima perder porque fue una fiesta azulgrana. Alguien despleg¨® una bandera en la Giralda", evoca y como todos de la que tiene un recuerdo m¨¢s emocionante es de Wembley: "fue de infarto y fue la primera". Todos repiten; 20.000 cul¨¦s estar¨¢n en Roma. "Ganando cerrar¨ªamos el c¨ªrculo de un a?o m¨¢gico, con un entrenador, t¨¦cnicos y jugadores de la casa ali?ados con gente de fuera muy buena", anhela Minguella.
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