El Getafe desnuda a la Real
Los madrile?os se sobreponen al gol de Vela y borran del campo al equipo de Montanier con tantos de Pedro Le¨®n y Barrada
A los buenos equipos les pasa a veces como a los buenos cocineros, que cuando se ponen exquisitos pierden la pureza. Y la Real la perdi¨® en cuanto meti¨® el gol, una genialidad de Zurutuza con el exterior de su pie derecho que remat¨® Vela en plancha, que anunciaba el sirimiri de su f¨²tbol estilista. Apenas hab¨ªan pasado cinco minutos y la Real ya hab¨ªa dejado sus credenciales en un Coliseum m¨¢s vac¨ªo que un guateque en el desierto, pero de pronto lo que era f¨²tbol estilista, deriv¨® en estiloso, que no es lo mismo ni parecido. Y se durmi¨® tanto en su colch¨®n psicol¨®gico, al parecer muy placentero, que Markel Bergara, veteran¨ªa pura, le regal¨® un gol a Pedro Le¨®n, poni¨¦ndole el bal¨®n entre los dos sorprendidos centrales.
GETAFE, 2 - REAL SOCIEDAD, 1
Getafe: Moy¨¢; Valera, Rafa (Lopo, m. 85), Fede, Man¨¦; Borja (Xavi Torres, m. 77), Lacen; Pedro Le¨®n, Barrada (Sarabia, m. 77), Diego Castro; y Lafita. No utilizados: Codina; Juan Rodr¨ªguez, Paco Alc¨¢cer y ?lvaro V¨¢zquez.
Real Sociedad: Bravo; Carlos Mart¨ªnez (Estrada, m. 83), Mikel Gonz¨¢lez, I?igo Mart¨ªnez, De la Bella; Markel Bergara, Rub¨¦n Pardo (Chory Castro, m. 67); Vela, Zurutuza, Griezmann; y Agirretxe. No utilizados: Zubikarai; Ansotegui, Cadamuro y Ros.
Goles: 0-1. M. 4. Vela. 1-1. M. 18. Pedro Le¨®n. 2-1. M. 39. Barrada.
?rbitro: Undiano Mallenco. Amonest¨® a Diego Castro, Barrada, Griezmann, Fede, Mikel Gonz¨¢lez e ??igo Mart¨ªnez.
Unos 5.000 espectadores en el Colis¨¦um.
La Real ya hab¨ªa perdido la pureza. Le preocupaba m¨¢s la presentaci¨®n del plato que los condimentos, la vajilla que el punto de sal y pimienta, dos condimentos que ven¨ªan aderezando su juego durante buena parte de la temporada. Se jugaba una porci¨®n enorme de la Champions y minusvalor¨® que el Getafe, desde el descansillo de la tranquilidad, mira al balc¨®n de Europa que tiene la puerta abierta al octavo clasificado (si el TAS no levanta la sanci¨®n al M¨¢laga). Los azulones ya est¨¢n acostumbrados a jugar los partidos sin p¨²blico, como entrenamientos con puntos en juego y a que un gol en contra tampoco le ponga de los nervios. Menos a¨²n si a rengl¨®n seguido tu enemigo te ense?a el pa?uelo blanco, te regala un gol, se tumba en el div¨¢n, empieza a hacerse las t¨ªpicas preguntas (?Qui¨¦n soy?, ?qu¨¦ hago aqu¨ª?, ?a qu¨¦ he venido?) y encaja otro gol porque nuevamente un futbolista del Getafe, en este caso Barrada, llega antes que su defensor (en este caso, De la Bella) y empuja con la puntera un rechazo de Bravo a un tiro de Lafita.
Luis Garc¨ªa hab¨ªa decidido jugar sin delantero centro, o mejor dicho, con un delantero centro que no es delantero centro, como Lafita, en su af¨¢n por descolocar a los centrales realistas acompa?ado por un futbolista tan m¨®vil como Barrada y un guerrillero como Diego Castro. Para los tres, un asistente, Pedro Le¨®n que hace con la pierna derecha lo que su cabeza le ordena. No quer¨ªa una estatua a la que fijaran los centrales, sino sacarles de su casilla. Y los sac¨®, no de quicio porque la Real ten¨ªa la sangre helada, pero s¨ª de lugar, faltos de referencia, como aburridos.
Y entra la exquisitez te¨®rica, la apat¨ªa pr¨¢ctica, la confusi¨®n entre lo estil¨ªstico y lo cursi, la Real perdi¨® el centro del campo, con Bergara hundido por el fallo y Rub¨¦n Pardo hundido por la responsabilidad. Y creci¨® el Getafe que hab¨ªa nacido con poco hueso y poco m¨²sculo para ir apropi¨¢ndose del campo (que para eso era suyo) y del bal¨®n (que lo pon¨ªa ¨¦l) e ir borrando a la Real, quit¨¢ndole color, acorral¨¢ndola y transmiti¨¦ndole la impresi¨®n de que se pod¨ªa haber ahorrado el viaje. Total si hab¨ªa perdido por ¨²ltima vez en Madrid capital, lo suyo era perder en Getafe ciudad. Uno a uno los azulones fueron echando del partido a sus pares. El argentino Fede le dijo a Agirretxe que los lunes no son fiesta. Borja y Lacen anudaron a Rub¨¦n Pardo para impedirle que traspasara la frontera de promesa a realidad y Pedro Le¨®n le explic¨® a De la Bella que cada vez que subiera por la banda ¨Cque es lo suyo- le dejaba barra libre. Que si quer¨ªa toma y daca, aceptaba el reto.
El Getafe prefiri¨® matar el partido que guardar la cosecha. Por eso se le tir¨® a la yugular tras el descanso, aunque a cambio le despertara a palmetazos. Solo en la agon¨ªa, se pareci¨® la Real a la Real que se anunciaba, que se esperaba por su trayectoria y que pod¨ªa certificar su plaza en la Liga Europa con un empate, en espera del premio gordo. Ni lo uno ni lo otro. El Getafe le enga?¨® de cabo a raro, le adormeci¨® primero, encresp¨® despu¨¦s y hasta le perdon¨® el tercer gol en una genialidad de Lafita, tanto en la direcci¨®n del contragolpe como en la ejecuci¨®n final: hay que ser muy genial para lanzar fuera ese disparo solo ante el portero. Se le cay¨® la guinda en el ¨²ltimo momento.
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