Exhibici¨®n t¨¢ctica de Guardiola

En el arte de la transformaci¨®n, Pep Guardiola convirti¨® a un mediocre Bayern en la primera parte en un gran Bayern al final del encuentro. Molde¨® el equipo a su antojo, poco a poco, cambio a cambio, hasta doblar la rodilla del orgulloso J¨¹rgen Klopp. El t¨¦cnico catal¨¢n le gan¨® la partida y seguramente la Liga al germano (el Dortmund queda ya a siete puntos), y el saludo entre ambos al final fue respetuoso pero fr¨ªo, consecuencia de algunos comentarios despectivos de Klopp a la esencia del juego guardiolista. Dos gigantes en la direcci¨®n con gustos muy distintos.

Pep fue envalentonando al Bayern en cada retoque: la presencia de un G?tze todav¨ªa fuera de forma, aunque decisivo con el punterazo que abri¨® el encuentro; la entrada de un seren¨ªsimo Thiago, ausente desde agosto por una lesi¨®n, que le concedi¨® el toque y la pausa precisa a los b¨¢varos; y la ductilidad de Javi Mart¨ªnez, trasladado hasta en cuatro ocasiones de posici¨®n. El resultado, en todo caso, fue abultado. El Dortmund no se rinde ni cede nunca. Pese a sus numerosas bajas en defensa, vendi¨® cara su derrota. Y el recital de Lewandowski en el juego de espaldas se qued¨® sin nada por la portentosa respuesta de Neuer en los uno contra uno.

La mala noticia para el Bayern en la primera parte fue que su salida de bal¨®n estaba en los pies muy a menudo, demasiado, del central Boateng, en desplazamientos tan largos como desorientados. La buena es que se fue al descanso con el marcador intacto. A Guardiola le fall¨® en ese periodo una de las claves de su ideario: el control del centro del campo, intrascendentes Lahm y Kross, perdido Javi Mart¨ªnez de mediapunta. Pep le hab¨ªa ahorrado la bronca inicial a G?tze, suplente en su vuelta al Westfallen Stadion.

Tras el descanso, Guardiola avanz¨® la posici¨®n de Lahm y retras¨® a su vez la de Javi Mart¨ªnez. A continuaci¨®n, entr¨® G?tze. El beneficio fue inmediato, en todos los sentidos. M¨¢s c¨®modo Mart¨ªnez en el arranque de la jugada, aunque su retroceso en el campo no acabar¨ªa ah¨ª. Pep le reserv¨® un tramo como central por el amonestado Boateng. Entr¨® Thiago y el equipo era otro. Mucho m¨¢s dotado con el bal¨®n. Thiago mastic¨® las jugadas y el centro de M¨¹ller desde la derecha lo esperaba ansioso G?tze. Solt¨® un punterazo esquinado al que no lleg¨® Weidenfeller. Un jugador tan fino como ¨¦l no le hizo ascos a un recurso tan brusco pero efectivo y da?ino para los porteros. La sutileza vendr¨ªa de Robben: la pelota vol¨® picadita, rodando enroscada, por encima de la cabeza y los brazos abiertos de Weidenfeller. El extremo holand¨¦s ven¨ªa de un esprint potent¨ªsimo tras un gran cambio de orientaci¨®n de Thiago. Era la sentencia, aunque antes hab¨ªa habido otra vuelta de tuerca t¨¢ctica de Guardiola. Descontento con su defensa en ese trecho, cuando Neuer sac¨® sendos remates a bocajarro de Mkitaryan y Reus, Pep retir¨® a Rafinha, traslad¨® a Lahm a su posici¨®n natural y adelant¨® a Mart¨ªnez al medio. Van Buyten hab¨ªa ocupado el centro de la zaga.

Guardiola logr¨® lo que pretend¨ªa: recomponer su zaga y sellar la victoria a la contra. El centro desde la l¨ªnea de fondo de Lahm lo emboc¨® raso M¨¹ller en un tunda exagerada que dej¨® la Liga encarrilada. Klopp, resignado, reconoci¨® la capacidad transformadora del preparador catal¨¢n. Abrazado a sus colaboradores, Pep era absolutamente feliz: hab¨ªa dictado una exhibici¨®n t¨¢ctica inolvidable.