El Madrid y su excelencia la pelota
De Xavi e Iniesta a Kroos y Modric, todos de una maravillosa y compleja simpleza
Cuesta creer que a Johan Cruyff a¨²n le sorprenda algo en el f¨²tbol, o en la vida. Nunca es tarde y al profeta le ha puesto la gallina de piel que Kroos juegue en el Real Madrid pese a su indudable toque azulgrana. Ni su mejor alumno, Pep Guardiola, pudo retenerlo en el Bayern y el Xavi alem¨¢n recal¨® en Chamart¨ªn sin ruido, con 24 a?os, un Mundial en la mochila y como una baratija de solo 25 millones de euros. Por entonces, Xavi, el de Terrassa, flirteaba con estadounidenses y catar¨ªs, hasta que Luis Enrique le dijo que se quedara si quisiera, pero no tocara las narices. Su puesto titular era para Rakitic, buen futbolista, pero no otro Kroos, que tampoco es Pablo Garc¨ªa, Gravesen, Emerson, Diarr¨¤ o Khedira.
El germano lleg¨® al Madrid del turbo como un jugador contracorriente, capaz de tirar pases y pases hasta el delirio. No parec¨ªa que le fuera el traje, porque al equipo no le importaba tanto la pelota: eso era una cantinela de otros. Pero las circunstancias han provocado que el Madrid se haya blaugranizado sin quiz¨¢ pretenderlo. Hasta el punto de que ahora mismo el Real lidera las dos ligas, la de puntos y la que traspasa el coraz¨®n de la hinchada, la del estilo, la de la seducci¨®n, la que universaliz¨® al Bar?a, el ¨²ltimo equipo incunable. El estilo cuenta, y m¨¢s en un pa¨ªs que ha hecho bandera de ello tras tanta caspa furiosa. El Madrid, que no tiene por qu¨¦ renegar del f¨²tbol mete¨®rico, ya sabe el gusto que tambi¨¦n da la pelota, capaz de divertir a todos cuando se tiene y de ahorrar esfuerzos mientras los rivales sacan la lengua.
Ganar, dicen, es lo m¨¢s, pero siempre hay un ganador, una rutina salvo que la huella que deje sea imborrable. Es el c¨®mo vencen lo que entroniza a los equipos de ¨¦poca. ?Cu¨¢nto mejor fue el Brasil derrotado del 82 que el campe¨®n del 94! El c¨®mo incluso convierte en inmortales a los que se quedan a un paso del gran podio pero perduran para la eternidad en la memoria de la gente: la Hungr¨ªa del 54, la Holanda del 74, la Quinta del Buitre...
Eso es la excelencia, a la que, hoy ¡ªa¨²n en noviembre y con las salvedades que depara el f¨²tbol¡ª puede aspirar este Madrid. Un club con las vitrinas repletas, pero en el que no todos sus equipos exitosos dejaron un surco para la historia. De alguna manera, el mismo proceso que ha seguido el Bayern, al que no le bastaba con levantar su quinta Copa de Europa y conquistar su 23? Bundesliga. Sus eminentes rectores, part¨ªcipes directos de su mejor ciclo, anhelaban la sublimidad. Ese era el reto con Guardiola.
En dos meses, Kroos y Modric han hecho mucho m¨¢s que ganar y ganar partidos para el Madrid. Uno y otro sacan brillo a los triunfos, marcan el paso de un equipo cautivador, que lo mismo vuela como siempre que susurra con la pelota como casi nunca. Con Modric, Kroos y compa?¨ªa, el Madrid puede jugar al billar americano ¡ªembocar y embocar sin pausa¡ª que al art¨ªstico ¡ªde carambola en carambola¡ª. Curioso, el Cristiano m¨¢s desatado, m¨¢s feroz, ha brotado con la nueva arquitectura madridista. El CR vertiginoso a¨²n es m¨¢s carpanta cuando el f¨²tbol le llega en bandeja.
Kroos y Modric apenas se precipitan en un pase, corto, largo o medio. Con su toque delicado y preciso se saltan las l¨ªneas enemigas y el adversario se harta a correr tras el bal¨®n. Y si les da por descolgarse, ambos tienen remate, porque tienen pies del Bolshoi. Lo demostr¨® Kroos con su maravilla de gol al Rayo, y lo evidencia Modric en cada intervenci¨®n. No hay jugador a la vista con tantos recursos en un pie. Modric tiene tantas soluciones con el derecho (empeine interior, exterior, puntera, taco) que cuesta pensar que tenga otro pie.
Como Xavi e Iniesta en su gran momento, Kroos y Modric tambi¨¦n han convertido en un arte el operativo de defender en una zona donde se ten¨ªa por contracultural que no tiraran de pico y pala atletas de siete armarios. A nadie le importa un pimiento que no est¨¦n forrados de m¨²sculo, si la quitan m¨¢s o menos veces o cuantas faltas hacen para evitarse problemas. Ocupan los espacios debidos y se blindan con un bal¨®n que no regalan, al que dan ida sin vuelta.
Ya lo dijo Johan Cruyff, en el f¨²tbol lo m¨¢s complicado es lo simple, por ejemplo un pase intrascendente solo en apariencia. Kroos y Modric son de una maravillosa y compleja simpleza. Alrededor de sus medios ha tomado la delantera este Madrid ganador que ahora quiere ser excelent¨ªsimo. Un Madrid, por costumbre vencedor, que ha barnizado de f¨²tbol estilista su atronadora pegada. Hoy, los goles son hijos naturales del juego.
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