Contra todos los enemigos imaginables
Todo invitaba a la dificultad en Ecuador, pero Messi lo solucion¨® jugando al f¨²tbol
En la ¨¦poca de Maradona se part¨ªa mucho de lo individual. Los ¨²ltimos 20 a?os han convertido lo colectivo en la preocupaci¨®n general del f¨²tbol. Se han profundizado mucho m¨¢s las relaciones de los jugadores, las estrategias, el empleo coordinado de los espacios. Se ha puesto el acento en cuestiones que antes se resolv¨ªan con la inspiraci¨®n, con la ocurrencia puntual. Hubo un tiempo en el que bastaba con tener una gran figura. Ahora no. Hoy, sin un buen equipo, con entrenamiento y engranaje, no alcanza, y Argentina tiene muy poco que ofrecer colectivamente. Vestirse de h¨¦roe en Argentina es la tarea m¨¢s dif¨ªcil.
El Bar?a proporciona a Messi una formaci¨®n, unos compa?eros y un orden conocidos. En Argentina no hay nada. Si le restamos a Messi y le quitamos la camiseta celeste y blanca, Argentina puede ser cualquiera. Es el derrumbe, la crisis, la aspiraci¨®n irresuelta de tener un buen equipo. Los enemigos de Messi son tres seleccionadores en dos a?os, el cambio permanente de compa?eros, unos dirigentes que divagan en plena b¨²squeda de identidad, un periodismo da?ino que le acus¨® de no sentir la camiseta, el p¨²blico y toda la atenci¨®n de los rivales para frenarlo. Su propio equipo es, a veces, un adversario m¨¢s.
La haza?a de Messi en Argentina adquiere mayor dimensi¨®n que sus logros en Barcelona porque ha lidiado con todo eso y ha encontrado la forma de resolverlo. Eso lo hace mucho m¨¢s grande. A pesar de que no hubo un logro tangible porque no gan¨® un Mundial ni una Copa Am¨¦rica. Transformarse en h¨¦roe en un lugar inh¨®spito donde todo es destrucci¨®n, sin decir ni una palabra, simplemente enfoc¨¢ndose en el juego, tiene m¨¢s m¨¦rito.
Uno se pregunta: ?qu¨¦ hace? Parecen jugadas corrientes y las convierte en jugadas de gol. Un control, un pase perfilado y ya est¨¢. ?C¨®mo? Porque es m¨¢s r¨¢pido que los rivales. Porque corre amagando. Porque adem¨¢s de su habilidad para sentir la pelota y llevarla cortita al pie, corre enga?ando y aprovech¨¢ndose de los movimientos instintivos de los defensas. Parece que va a ir adelante y gira, parece que va a detenerse y acelera, cuando va a la derecha se vuelve a la izquierda. En Messi todo es amague. Ah¨ª saca el metro. Es completamente impredecible. La marca escalonada tiene que trabajar muy bien porque cuando ve jugadores que lo pueden atrapar cambia de direcci¨®n o mete una marcha m¨¢s, o mete un pase de gol, como hace en el Bar?a y donde todo est¨¢ mucho m¨¢s aceitado, y aparece, por ejemplo, Jordi Alba.
Se necesitan c¨®mplices para enga?ar. La creatividad en el f¨²tbol moderno es colectiva pero Messi en Argentina se las tiene que arreglar solo. Contra Ecuador, su rutina de genialidades dio paso a lo sobrenatural. Me impresion¨® la sencillez con la que convivi¨® con la hip¨®tesis de la cat¨¢strofe. Si hab¨ªa razones para sentirse presionado, agarrotado, poco inspirado, estaban en Quito. Todo invitaba a la dificultad y el gol en contra a los 40 segundos debi¨® taladrar la cabeza de los jugadores con la idea del fracaso. Habr¨ªa sido su ¨²ltimo partido, considerando que en 2016 renunci¨® a la selecci¨®n despu¨¦s de perder la final de la Copa Am¨¦rica, algo mucho menos grave que quedar fuera de un Mundial.
Messi lo solucion¨® jugando al f¨²tbol. Contra todos los enemigos imaginables.
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