Cuando eran los mejores
Los mismos 11 jugadores que hace seis meses destrozaron a la Juventus en la final de la Champions salieron de San Mam¨¦s tan heridos como llegaron
Viv¨ªamos convencidos de que aquel equipo estaba destinado a marcar ¨¦poca. El madridismo recitaba de memoria el once que hab¨ªa destrozado a la Juve en la final de la Champions (4-1). De Keylor a Cristiano, sus nombres ocupaban ya un lugar de honor en el santoral del club m¨¢s laureado de la historia. Hab¨ªan conquistado la 12? Copa de Europa del Madrid, la tercera en cuatro a?os, la segunda consecutiva. Fue el pasado 3 de junio, anteayer como quien dice, cuando el mejor equipo del momento mandaba al infierno al campe¨®n italiano, el mismo que hab¨ªa dejado en el dep¨®sito de cad¨¢veres al Bar?a de Luis Enrique una ronda antes. Los medios de comunicaci¨®n celebraron el advenimiento de aquella m¨¢quina de jugar al f¨²tbol. Y algunos de ellos celebraron tambi¨¦n el mal ajeno, el de Bale concretamente, cuya lesi¨®n hab¨ªa abierto las puertas del equipo titular a Isco y, por ende, las del para¨ªso al Madrid.
Medio a?o despu¨¦s, anteayer concretamente, ese mismo equipo, de san Keylor a san Cristiano, se present¨® en San Mam¨¦s con la intenci¨®n de dar un golpe en la mesa, reducir la ventaja del Bar?a en la Liga y gritar a los cuatro vientos que el campe¨®n est¨¢ de vuelta. Ni hubo golpe en la mesa, ni se redujo ventaja alguna, ni los cuatro vientos oyeron una voz m¨¢s alta que otra. El Madrid sali¨® de Bilbao tan herido como lleg¨®. O m¨¢s. Toca, pues, que aquellos que de esto saben, que son tantos, hurguen en el ba¨²l de los porqu¨¦s. De ese ba¨²l, en los ¨²ltimos tiempos, han salido reproches, y sobre todo exigencias, a Zidane que har¨ªan las delicias de un beodo. Y no ya que los de la BBC no puedan ni deban jugar juntos nunca, jam¨¢s, de ninguna de las maneras, pues no lo hacen desde el pasado mes de abril. Se nos ha dicho que Theo deb¨ªa jugar en el lugar de un Marcelo que estaba para sopitas y buen vino. Y que Ceballos merec¨ªa una oportunidad en detrimento de (?pueden re¨ªrse conmigo?) Modric. O, en fin, que Zidane estaba obligado a inventarse una revoluci¨®n que se llevara por delante a medio equipo. Y esa revoluci¨®n tiene nombres y apellidos. Porque uno se desayun¨® ayer con la noticia de que el error del Madrid hab¨ªa sido no juntar en su delantera a Cristiano, Morata y Mbapp¨¦, esto es, a uno que este verano dec¨ªa que se iba, al que se fue y al que nunca lleg¨®. A la informaci¨®n sin embargo, le falta un matiz. Mbapp¨¦, en el PSG, cobra 18 millones de euros netos al a?o. Podr¨ªa ocurrir que alguno de los futbolistas que lo han ganado todo, y todo significa todo, de blanco en los ¨²ltimos meses no estuviera muy de acuerdo en cobrar menos de la mitad de lo que cobra el chico nuevo. Podr¨ªa ocurrir, s¨ª.
El caso es que Zidane est¨¢ solo. Y no lo dice servidor de usted, sino un peri¨®dico en cuya portada se pod¨ªa leer hace pocas fechas: ¡°La soledad de Zidane¡±. Interesante, parec¨ªa aquello. En p¨¢ginas interiores se nos contaba que el t¨¦cnico no daba con la tecla y que el equipo no marcaba goles, lo que m¨¢s que soledad refleja torpeza en ambos casos. As¨ª que Zidane, a quien apoyan su plantilla, su presidente, su afici¨®n y, es de suponer, su familia, est¨¢ solo. Sea usted dos veces campe¨®n de Europa en dos a?os para acabar en la indigencia sentimental. La culpa puede ser de Zidane, por supuesto, que anteayer en San Mam¨¦s no tuvo mejor idea que alinear a los mismos 11 jugadores que el 3 de junio formaban el mejor equipo del mundo y de todo lo que se mueva. ?Pero en qu¨¦ momento se le ocurrir¨ªa eso a este hombre! La ¨²nica defensa que le queda ya al franc¨¦s es hacer suya aquella frase de Alfio Basile, entrenador argentino que explic¨® as¨ª el fracaso de uno de los 16 equipos que dirigi¨®: "Yo coloco bien a los jugadores en el campo. El problema es que luego ellos se mueven".
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