El fantasma del boicot aterroriza al territorio ol¨ªmpico
Bach y Putin negociaron para no hacerse mutuamente m¨¢s da?o del m¨ªnimamente necesario
La potencial amenaza de un boicot dirigido por Rusia enfurecida ha sido el elemento que m¨¢s ha influido en la decisi¨®n del ejecutivo del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI). En siete Juegos Ol¨ªmpicos previos se produjo un boicot por parte de algunos pa¨ªses por razones pol¨ªticas, nunca deportivas. Ninguno de ellos acaeci¨® en unos Juegos de invierno. Ninguno se ha dado en ninguna cita ol¨ªmpica desde Se¨²l 88.
No hay persona en el mundo m¨¢s temerosa de un posible boicot a los Juegos de Pyeongchang que el presidente del COI, Thomas Bach. No hay persona a la que m¨¢s da?o har¨ªa que a Vladimir Putin, el presidente de Rusia, que en marzo tiene elecciones y en julio es el anfitri¨®n en Mundial de f¨²tbol.
Floretista consumado, Bach gan¨® una medalla de oro en esgrima con el equipo alem¨¢n en Montreal 76, pero se vio privado de participar en Mosc¨² 80 por el boicot promovido por Jimmy Carter, presidente de Estados Unidos, en protesta por la invasi¨®n sovi¨¦tica de Afganist¨¢n en 1979. A ¨¦l se unieron 65 pa¨ªses, entre ellos la Rep¨²blica Federal de Alemania de Bach.
No solo por razones personales, un sentimiento de frustraci¨®n individual que Bach supone que comparte cualquier deportista del mundo, teme Bach un boicot, tambi¨¦n le asusta, como organizador, las repercusiones econ¨®micas de la decisi¨®n, la depreciaci¨®n de las medallas de Pyeongchang o la exclusi¨®n posible de Rusia, uno de los grandes pa¨ªses del mundo, de un movimiento ol¨ªmpico que lucha contra una cada vez m¨¢s creciente p¨¦rdida de legitimidad y atractivo.
La Uni¨®n Sovi¨¦tica respondi¨® al boicot del 80 con su propio veto a los Juegos siguientes, los del 84, que se organizaban precisamente en territorio rival, en Los ?ngeles. Solo 14 pa¨ªses, el pacto de Varsovia y poco m¨¢s, lo siguieron. Fue un movimiento cuya repetici¨®n en Pyeongchang Putin, despu¨¦s de valorarla, parece haber rechazado pese a que, seg¨²n las ¨²ltimas encuestas el boicot ser¨ªa apoyado por la mayor¨ªa de la poblaci¨®n. Un enfrentamiento directo con el poder deportivo situar¨ªa a Rusia en la marginalia, lo que seguramente afectar¨ªa a su Mundial de f¨²tbol. Una cadena rusa ya ha comprado los derechos para emitir Pyeongchang por 20 millones de d¨®lares. Tampoco le gustar¨ªa a Putin, uno que, siguiendo la gran tradici¨®n sovi¨¦tica, considera las medallas ol¨ªmpicas t¨ªtulos de honor ante el mundo, da?ar a sus deportistas ni a la poblaci¨®n de su pa¨ªs vi¨¦ndoles triunfar sobre la nieve y el hielo y llevar sus propias cuentas de medallas aunque no las consideren el r¨¢nking general ni el medallero.
Bach y Putin se conocen bien y han pactado no hacerse mucho da?o mutuamente. Bach castiga sin hacer mucha sangre y deja a Putin clamar contra el traidor Grigory Rodchenkov, el director del laboratorio antidopaje de Mosc¨² que huy¨® a Estados Unidos con todos los registros inform¨¢ticos de los controles que hab¨ªa falsificado y despu¨¦s de establecerse en California le cont¨® todo a la prensa y a la Agencia Mundial Antidopaje (AMA). As¨ª Putin puede seguir repitiendo que todo fue una conspiraci¨®n de Estados Unidos.
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