Iago Aspas, la madurez del futbolista de la calle
El m¨¢ximo goleador nacional de la Liga, y bandera del Celta, ilustra con su progresi¨®n la importancia de respetar los tiempos y acertar en las decisiones que exploten las cualidades de un futbolista
A veces el talento juega al escondite y en bastantes ocasiones permanece oculto sin que nadie lo descubra, ni siquiera su poseedor. Cuando ten¨ªa 22 a?os Iago Aspas (Moa?a, 1987) era un meritorio que hab¨ªa jugado cuatro partidos con el Celta y opositaba a un puesto en el equipo. Hasta los 25 no debut¨® en Primera Divisi¨®n, con 28 le quisieron te?ir con la marca del fracaso, le dijeron que no era futbolista para pelear por grandes objetivos. La pasada temporada fue el m¨¢ximo goleador nacional de la Liga, en la actual tambi¨¦n lo es y solo le supera Messi en la pelea por el cetro absoluto. Lleva once goles, dos asistencias y es el delantero que m¨¢s pases suma, detalle revelador sobre su propuesta. Y juega en el Celta, decimocuarto en la tabla. Maduro, l¨ªder, canchero, pleno de confianza ya en la treintena, es complicado no imaginarlo en el pr¨®ximo Mundial.
¡°Yo de chaval jugu¨¦ en todas las categor¨ªas de la selecci¨®n desde la sub15 a la sub20. ?l ni pas¨® por ninguno de esos equipos y ah¨ª est¨¢ disputando el nueve de la selecci¨®n¡±, reflexiona su hermano Jonathan, m¨¢s de 18 a?os como profesional, cuatro de ellos en el primer equipo del Celta, experiencia en cuatro pa¨ªses y a¨²n en activo en el Pro Piacenza italiano. La reflexi¨®n sirve para evidenciar la importancia de los tiempos en el florecimiento de un futbolista. Y la voluntad. ¡°Iago siempre me dijo que iba a llegar a Primera, pero lo dec¨ªa con la mentalidad de un chiquillo. Ahora nos preguntamos si no es ya el mejor jugador de la historia del Celta¡±, describe Jonathan Aspas, una referencia para Iago, que con doce a?os le vio debutar en el primer equipo. Entonces ¨¦l ya hab¨ªa empezado su propio camino. Lo hizo con el retrato de un pillo: acudi¨® a hacer las pruebas para entrar en la cantera del Celta y se encontr¨® con que eran para ni?os nacidos un a?o antes. Call¨®, movi¨® la pelota y regres¨® a Moa?a desconsolado y convencido de que deb¨ªa esperar hasta la siguiente temporada. Pero en el Celta no tardaron ni una hora en llamar a su casa y cuando ldescubrieron el embuste pensaron que estaban de suerte.
El camino no fue sencillo, pero la tenacidad y el empe?o ayudaron ante los baches. En su segundo a?o como juvenil le descartaron del equipo de Divisi¨®n de Honor y le dirigieron al B. No ten¨ªa f¨ªsico, dec¨ªan. Como si lo tuviese ahora. ¡°Cuando empez¨® a meter goles con el Celta ¨Crecuerda su hermano Jonathan- le pregunt¨¦ en una comida de Navidad si hab¨ªa hecho alg¨²n trabajo especial. Me dijo que no, pero hab¨ªa dado un salto en todos los aspectos, descubrimos una velocidad y una fuerza que no conoc¨ªamos¡±. Son los r¨¦ditos de la confianza. Creer en aquel esmirriado para fajarse entre centrales a base de movilidad, habilidad y lectura del juego era una cuesti¨®n de fe. Entre los creyentes siempre estuvo Javier Mat¨¦, ex guardameta criado en la cantera del Madrid y luego una de las banderas del Celta ochentero. No resulta descabellado afirmar que evit¨® un adi¨®s cuando a aquel rebelde le carcom¨ªa no poder jugar con los mejores .
Mat¨¦ dirig¨ªa la cantera celeste y le abri¨® la puerta, pero no la cerr¨® porque le dej¨® ir un a?o cedido al juvenil del R¨¢pido de Bouzas, un club de barrio en Vigo que hab¨ªa acudido al Celta para pedir dos centrales y descart¨® de inicio el pr¨¦stamo de Aspas. D¨ªas despu¨¦s el chico acudi¨® a ellos con las botas en la mano y les hizo una petici¨®n: ¡°Dejadme entrenar con vosotros¡±. Despu¨¦s de tres sesiones ya no hab¨ªa dudas, se ech¨® el equipo a la espalda y regres¨® un a?o despu¨¦s al Celta ya sin prevenciones. O s¨ª.
¡°Es un jugador distinto, como hay pocos. Al cambiarle la ubicaci¨®n encontr¨® el gol y ya no lo dej¨® porque lo ten¨ªa", explica Paco Herrera, entrenador con el que comenz¨® su explosi¨®n
Porque era un tiempo complicado para ser canterano en el Celta. En 2007 mientras Aspas cumpl¨ªa su primera temporada en el filial, el primer equipo perdi¨® la categor¨ªa y un a?o despu¨¦s de aquella ca¨ªda entr¨® en concurso de acreedores. Bamogo, De Ridder, Okkas, Quincy Owusu-Abeyie, Guayre o Manchev taparon el espacio de Aspas en un equipo en el que s¨ª lleg¨® a jugar otra joven promesa, pero llegada de fuera: Diego Costa. Pasaron tambi¨¦n Dinei, Ghilas o Verpakovskis antes de que en junio de 2009, a tres partidos del final, Celta y Alav¨¦s se jugasen el descenso a Segunda B en Bala¨ªdos, un cara o cruz para el que Eusebio Sacrist¨¢n ante un aluvi¨®n de bajas repar¨® en el chico del filial. Media hora y dos goles cambiaron su vida, sali¨® de Bala¨ªdos a hombros y ya no se ape¨® del equipo. ¡°Jugaba de media punta o ca¨ªdo a la izquierda, cumpl¨ªa¡±, recuerda Jonathan. El Celta sigui¨® importando talento dudoso para su delantera. Saulo, Papadopoulos, Cellerino, Arthuro¡ En 2011, camino de los 24 a?os, Iago Aspas era un habitual suplente en un equipo de Segunda Divisi¨®n, ya a las ¨®rdenes de Paco Herrera.
Ah¨ª se produjo el cambio. Lo explica Herrera, que habla desde Lisboa donde pasa unos d¨ªas de asueto despu¨¦s de que las urgencias del f¨²tbol le descabalgasen del banquillo del Sporting de Gij¨®n: ¡°Ten¨ªa dos jugadores que me facilitaban la labor y los intercambi¨¦ de posici¨®n. Ech¨¦ unos metros atr¨¢s a Mario Bermejo, que era un delantero de trabajo, que iba bien de cabeza y se brindaba mucho para los dem¨¢s, un jugador de equipo. Y liber¨¦ a Iago de esa segunda punta en la que actuaba para ubicarlo m¨¢s adelante porque ¨¦l es un jugador de esfuerzos, pero hacia arriba. Le dije que ah¨ª pod¨ªa decidir como quisiese¡±. Y explot¨®: 23 goles en 35 partidos y un indiscutible ascenso a Primera pese a alg¨²n episodio dudoso: ¡°No pod¨ªa cortar la protesta. Sal¨ªa de m¨ª¡±, refiere Iago cuando le recuerdan como, por ejemplo, se perdi¨® su primera convocatoria con el primer equipo por una expulsi¨®n horas antes con el filial, un codazo a un rival. ¡°?Y era para ir a un derbi a Riazor!¡±, recuerda. ¡°Es un jugador de la calle, distinto, como hay pocos. Al cambiarle la ubicaci¨®n encontr¨® el gol y ya no lo dej¨® porque lo ten¨ªa¡±, le defiende Herrera, que apunta: ¡°Muchos por esos detalles lo ve¨ªan inmaduro, pero no lo era. Ya era maduro para las cosas importantes, siempre lo fue. Siempre supo estar. Ese pronto lo lleva en la sangre, pero ahora lo ha moderado¡±.
¡°Le vino bien salir¡±, resuelve Jonathan Aspas cuando recuerda el a?o que pas¨® su hermano en Liverpool, tambi¨¦n el siguiente de Sevilla. Volvi¨® al banquillo. ¡°Se encontr¨® una competencia brutal¡±, describe. En Anfield aquella campa?a entre Su¨¢rez y Sturridge marcaron, solo en la Premier, 53 goles. Sterling agreg¨® nueve en un equipo en el que tambi¨¦n jugaban Gerrard y Coutinho. En el Sevilla asisti¨® a la explosi¨®n de Bacca y al anuncio de la de Gameiro. ¡°Madur¨®, cogi¨® poso. Ahora se le ve como un jugador curtido¡±, estima Jonathan, que adem¨¢s de hermano y futbolista ejerce como asesor y representante. Iago Aspas renov¨® hace unos meses su contrato hasta 2022 con un cla¨²sula de rescisi¨®n de 40 millones de euros. ?Podr¨ªa haber una segunda salida? ¡°Todo depende del Celta, si quiere vender o no. ?l est¨¢ muy c¨®modo, pero nunca se sabe y al nivel que est¨¢ puede venir un Bar?a o un Madrid¡¡±, apunta Jonathan Aspas.
En todo caso el foco est¨¢ en celeste y tambi¨¦n en rojo. No puede haber mayor ilusi¨®n que un Mundial para un futbolero capaz de recitar las plantillas de las selecciones del campeonato disputado en 1994 en Estado Unidos, el primero del que tiene conciencia. Y de ah¨ª hasta ahora. Tiene alma de director deportivo, Iago Aspas, pero eso es largo plazo, el corto le vincula a un verano en Rusia. El puesto de falso nueve, tantas veces empleado en La Roja, est¨¢ hecho a su medida y su nivel de confianza demuestra que no baja el rendimiento si opera desde la mediapunta con un delantero de referencia como Maxi G¨®mez o incluso partiendo desde la derecha a pierna cambiada, tal y como triunf¨® en Wembley en su debut con la selecci¨®n. Siempre ha querido y necesitado un socio, a Orellana, a Nolito, ahora a Wass, se espera a Emre Mor. ¡°Y de esos en la selecci¨®n hay donde elegir¡±, advierte Jonathan Aspas.
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