Emery juega su ¨²ltima carta en Par¨ªs
Al-Khelaifi busca t¨¦cnico desde el 3-1 sufrido ante el Bayern. El dirigente cree que el equipo necesita un psic¨®logo que compagine la vida disipada de Neymar con la alta competici¨®n
Las sesiones de an¨¢lisis videogr¨¢fico de Unai Emery abarcaban hasta el ¨²ltimo resquicio de los partidos m¨¢s irrelevantes que afrontaba el PSG. Un futbolista recuerda que por momentos, durante sus exposiciones, al espa?ol lo dominaba una especie de trance. Si se deten¨ªa a describir una situaci¨®n de juego a¨¦reo lo hac¨ªa con tanta vehemencia que reproduc¨ªa el gesto del salto frente al proyector y cabeceaba el aire. Los saltos de Emery durante las charlas t¨¢cticas fueron objeto de comentarios asombrados en la plantilla. Maxwell Scherrer, un exjugador que ahora ejerce de correa de transmisi¨®n entre el vestuario y la directiva, abord¨® a Emery hace un par de meses para sugerirle que compactara los v¨ªdeos todo lo que pudiera. Le dio a entender que hab¨ªa gente que se aburr¨ªa y eso era peligroso. En el camerino de Saint-Germain-en-Laye qued¨® claro que el impulsor fue Neymar J¨²nior. El t¨¦cnico interpret¨® la se?al con resignaci¨®n. No dud¨® en ceder. Desde entonces, Emery ha editado sus producidos largometrajes hasta convertirlos en cortos. Uno de sus ayudantes pondera: ¡°?Ya no se entienden!¡±.
A sus 46 a?os, Emery es un hombre aislado en Par¨ªs. Se aferra a su ¨¦tica del trabajo, a sus obsesiones administrativas, y a la conciencia plena de luchar por el sue?o que acarici¨® desde que comenz¨® a entrenar al Lorca, en Segunda B, en 2004. Dirigir a uno de los grandes de Europa, entrenar a los mejores del mundo, competir por la Champions, fue una aspiraci¨®n y es un privilegio del que teme despedirse de un momento a otro justo cuando dispone de las herramientas perfectas para ejecutar el 4-3-3. Justo cuando comienza a vislumbrar las soluciones.
Luis Enrique y 'Tite' cuentan con el visto bueno de Neymar
¡°?Mi mayor logro? Yo espero que est¨¦ por llegar¡±, dice Unai Emery, consciente de que todo lo que haga valdr¨¢ de poco si no gana la Champions. La interpretaci¨®n del 4-3-3 con Rabiot y Verratti, el reparto adecuado del campo y la adaptaci¨®n de los jugadores a su rol, hablan de sus aciertos. Pero el PSG no acaba de funcionar con el esplendor que se le supone, exhibe titubeos en la presi¨®n, y con frecuencia sus jugadores pierden el sitio a la hora de defender. Tras la derrota en M¨²nich (3-1), su presidente Nasser Al-Khelaifi busca t¨¦cnico.
En el vestuario parisino anuncian que dos nombres destacan en la baraja. El seleccionador de Brasil, Adenor Bacchi, alias Tite, y Luis Enrique, el ext¨¦cnico cul¨¦, que se encuentra sin club. Dos entrenadores recomendados. A la pregunta de los dirigentes del PSG, Neymar J¨²nior les ha dado el visto bueno a ambos.
El Chelsea es otro club que se ha interesado por Luis Enrique. Pero, ante las inquisiciones de los enviados de Roman Abramovich, los representantes del entrenador espa?ol han explicado que estudia una oferta muy atractiva del PSG.
Necesita m¨¢s tiempo y m¨¢s respaldo pero se desenvuelve en un orden que no se los puede permitir. En su entorno aseguran que tiene las horas contadas desde que Nasser Al-Khelaifi, el presidente, se convenci¨® de que no es el entrenador adecuado para su club, el 5 de diciembre, en el Allianz Arena. La noche que el Bayern los derrot¨® por 3-1, Al-Khelaifi estuvo a punto de despedir al espa?ol de manera fulminante. La desconfianza va en aumento. Con la Ligue 1 asegurada ¡ªla ventaja sobre el segundo es de 12 puntos¡ª en el PSG no descartan su destituci¨®n si los elimina el Madrid en el cruce de octavos que comienza a disputarse este mi¨¦rcoles en el Bernab¨¦u.
Al-Khelaifi fue advertido por sus asesores de que pusiera toda la atenci¨®n en el Bayern-PSG de la ¨²ltima jornada de la fase de grupos. Lo consideraron el examen definitivo; en medio del chorro de encuentros de cabotaje que ofrece el f¨²tbol franc¨¦s, el de M¨²nich era el ¨²nico partido de m¨¢xima exigencia que afrontar¨ªan entre agosto y febrero. Omitieron el duelo de ida en el Parque de los Pr¨ªncipes (3-0) porque consideraron notorio que entonces los jugadores del Bayern se amotinaron contra Carlo Ancelotti. Se fijaron en M¨²nich y el 3-1 desesper¨® a Al-Khelaifi. El jeque descubri¨® que el juego perdi¨® consistencia. Le result¨® decepcionante como las conversaciones que mantuvo con Emery para trazar estrategias de mejora.
Hace un a?o Emery justific¨® la remontada sufrida en el Camp Nou (6-1) en que a la plantilla le faltaron verdaderos l¨ªderes con poder desequilibrante. Al-Khelaifi coincidi¨®. No le despidi¨® despu¨¦s de perder la Ligue 1 y le fich¨® a Neymar y a Mbapp¨¦ por m¨¢s de 400 millones de euros.
Hecha la inversi¨®n, el presidente consider¨® que la labor de Emery era garantizar que el equipo se colocar¨ªa siempre en primera l¨ªnea competitiva. Como esto ¡ªa la luz de M¨²nich¡ª no sucedi¨®, pidi¨® explicaciones. La respuesta de Emery fue se?alar la tendencia de Neymar a la disipaci¨®n y denunciar una suerte de contagio. Argument¨® que los jugadores no pueden competir como unos jabatos en la dificultad suprema de la Champions si el resto de los d¨ªas afrontan la rutina de entrenamiento y descanso con esp¨ªritu bohemio en un entorno ¡ªel f¨²tbol franc¨¦s¡ª que no les invita a perfeccionarse. A Emery solo le rest¨® parafrasear a Juanma Lillo: ¡°Para jugar en zona hay que vivir en zona¡±.
Nadie en Par¨ªs ignora que Neymar vive fuera de zona. Nadie le critica. Ni los medios de comunicaci¨®n, dispuestos a exaltar sus logros m¨¢s prosaicos, ni Al-Khelaifi, primer patrocinador de todo lo que suponga motivo de felicidad para el garoto. El presidente interpret¨® que la queja de Emery denunciaba su incapacidad. Entiende que Neymar es un artista, que se comporta como tal y que la misi¨®n del t¨¦cnico es estimularlo a ¨¦l y a sus compa?eros para que ofrezcan su mejor versi¨®n y disputen la Champions de igual a igual con el Barcelona y el Madrid.
Al-Khelaifi emiti¨® un dictamen que se extiende por el club. La clave de un entrenador de estrellas debe ser la psicolog¨ªa, y esta es una ciencia en la que Emery no va sobrado. ¡°Emery es un gran profesional y una gran persona¡±, repiten desde Doha a Par¨ªs. "Pero a veces le ha faltado un poco de inteligencia emocional".
Laurent Blanc, Le Pr¨¦sident, su predecesor, regresaba de los partidos durmiendo en el avi¨®n. Emery vuelve sumergido en su ordenador port¨¢til, revisando datos, estudiando im¨¢genes o preparando charlas. Dice un jugador que les da muchas indicaciones pero que les habla poco. Los futbolistas han aprendido a apreciarle como se aprecia a un buen funcionario. Sin suspicacia ni admiraci¨®n.
La disyuntiva de Emery parece simple. Gana la Champions o no gana nada.
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