La permanencia del prestigio
En Montecarlo se ha honrado y acreditado el tenis con la misma elegancia que ha hecho mundialmente famoso al Principado. En ¨¦l se respira tradici¨®n, prestigio, solera y amor por este deporte desde 1897
No se puede empezar mejor la temporada sobre tierra batida. El tenis que ha desplegado Rafael durante toda la semana batiendo, entre otros, a Dominic Thiem, Grigor Dimitrov y Kei Nishikori, la contundencia de los resultados, el poco desgaste f¨ªsico y el gran nivel de su juego, son motivos sobrados para encarar el resto de torneos con gran optimismo.
No por ser el und¨¦cimo trofeo me ha satisfecho y sorprendido menos que todos los dem¨¢s. Yo crec¨ª admirando el torneo de Montecarlo y le transmit¨ª a Rafael el mismo sentimiento. Le esperanc¨¦ siempre con la idea de alzar esta copa y le ense?¨¦ su importancia hist¨®rica.
Este torneo es el ¨²nico de su categor¨ªa que se disputa en un Club de Tenis; en ¨¦l se respira tradici¨®n, prestigio, solera y amor por este deporte desde que inaugur¨® su primera edici¨®n en 1897. En ¨¦l vi levantar los trofeos a los mejores jugadores que ha dado la historia del tenis y en ¨¦l vi, finalmente, alzar el trofeo a mi joven sobrino en 2005 contra el rey de la tierra de ese momento, el argentino Guillermo Coria.
No he olvidado c¨®mo se agolparon en mi mente tantos a?os de so?ar con este triunfo, pero sobre todo, c¨®mo me ilusion¨® la placa en la Casa Club que a partir del a?o siguiente llevar¨ªa el nombre de Rafael Nadal junto al de tantos tenistas de ¨¦lite. Por todo esto, cuando unos a?os m¨¢s tarde un antiguo director ejecutivo de la ATP quiso eliminar el torneo de Montecarlo del circuito de los Masters 1000 ¡ªatendiendo a otras razones que prefiero que se me escapen¡ª, hice llegar mis m¨¢s en¨¦rgicas protestas. Intent¨¦ con vehemencia que tal decisi¨®n no se llevara a cabo y le ped¨ª a mi sobrino que hiciera una defensa encarecida de su permanencia. Entre los numerosos argumentos que esgrim¨ª recalqu¨¦ el de la falta de gratitud.
?C¨®mo es posible ¡ªles dije a los miembros de la ATP¡ª que no se tenga en cuenta lo que ha hecho el Club de Montecarlo por este deporte, que no se valore el compromiso de tantos a?os? Aqu¨ª se ha honrado y acreditado el tenis con la misma elegancia que ha hecho mundialmente famoso al Principado. No contribuy¨¢is ¡ªles rogu¨¦¡ª, a perpetuar este actual desd¨¦n por la tradici¨®n y por el buen hacer. Qu¨¦ pena esta tendencia contempor¨¢nea a despreciar y arrinconar lo que pensamos que ya no nos sirve tanto.
Al cabo de un tiempo, y enterado de mi campa?a, el presidente del Club me concedi¨® el apreciado honor de ser miembro del Monte-Carlo Country Club.
Hoy he vuelto a ver la final desde el sof¨¢ de mi casa y, aparte de la alegr¨ªa familiar por el triunfo, me siento verdaderamente satisfecho de ver que se sigue vendiendo al mundo la mejor imagen del tenis. Desde otro enclave del mismo mar que ba?a sus pistas de tenis, mi sincera enhorabuena y agradecimiento a un torneo que se merece sobradamente la categor¨ªa que sigue manteniendo.
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