Geraint Thomas conquista Alpe d¡¯Huez
El ciclista brit¨¢nico del Sky, l¨ªder en la general, se impone en la duod¨¦cima etapa, la segunda consecutiva y la tercera a lo largo de su trayectoria en el Tour
Para medir el valor de una victoria, los antiguos siempre preguntaban: ?Y qui¨¦n ha quedado segundo? Para medir la dureza de una etapa a veces es necesario comenzar a mirar la clasificaci¨®n por la ¨²ltima hoja y contar los abandonos en un d¨ªa de verano espl¨¦ndido, en los hermosos Alpes de tantas tarjetas postales. No hubo tormentas, lluvias ni ca¨ªdas terror¨ªficas. Hubo dos fueras de control y seis retiradas de ciclistas que ya se hab¨ªan descolgado antes casi de empezar a ascender La Madeleine, el primero de los gigantes del d¨ªa. Los sprinters que no se fueron la v¨ªspera lo hicieron antes de llegar a Alpe d¡¯Huez y sus 21 curvas, antes de la nueva exhibici¨®n veloc¨ªsima de la pareja del Sky, que exige actitudes heroicas a quienes les desaf¨ªan, y luego los machacan. Como si fueran estilistas que dictan lo que hay que llevar, han condenado el hero¨ªsmo como hortera. Y lo castigan.
Gan¨® Geraint Thomas, again, y Froome sigue segundo tras ¨¦l en la general. Intocables los brit¨¢nicos, a los que un colombiano, un ni?o casi, Egan Bernal, blandiendo entre sus pedales la espada del destino, allan¨® el camino. Mikel Landa, y la espalda que le hace gritar de dolor cuando, tan a menudo, a sus m¨²sculos golpeados les da por los espasmos termin¨® entre los mejores, y hasta disput¨® aparentemente la victoria de una etapa tan simb¨®lica que al propio Thomas, de amarillo, se le saltaban las l¨¢grimas de emoci¨®n. Nibali llora de dolor, pues despu¨¦s de un ataque se ha chocado contra dos aficionados, quiz¨¢ cegado por las bengalas que portaban, a cuatro kil¨®metros de la meta. Vuelve a pedalear ¡ªya por la noche se anuncia su retirada, tras una revisi¨®n en el hospital de Grenoble, que confirma una fractura vertebral¡ª y lo hace con la misma espalda de Landa, y sus contracturas. Lo hace con m¨¢s ¨¢nimo que Froome, a quien un espectador ha intentado golpear dos kil¨®metros antes como tambi¨¦n le golpearon a Eddy Merckx, una se?al de hast¨ªo ante los dominadores absolutos.
Hay esperanza, dicen los que no pueden sino resistir despu¨¦s de haber atacado y sucumbido, todos los rivales. Los Pirineos, la tercera semana, ser¨¢n terribles.
Valverde, desde lejos, como la v¨ªspera, desde La Madeleine, con la misma alegr¨ªa de quien se va de excursi¨®n y, libre, no tiene que decir a nadie a qu¨¦ hora piensa volver a casa. Vuelve antes de lo que quisiera, porque detr¨¢s, sus compa?eros, que han cre¨ªdo ver a Froome flaquear han acelerado el ritmo para terminar comprobando que no, frustrados.
Desaf¨ªo al viento del valle de Oisan
Kruijswik se niega a no luchar. Cuando era ni?o, el holand¨¦s de los hombros tan anchos que su espalda es una delta casi perfecta, aplanada sobre el manillar, se empe?aba en ir al colegio con la bici por lo alto de los diques, donde m¨¢s fuerte da el viento que siempre sopla en Holanda por todas partes. Desafiaba al aire con ferocidad, y en el valle de Oisan desaf¨ªa solo al viento que todos temen y a todo el pelot¨®n que le persigue. Se ha ido en la Croix de Fer, el puerto de Bartali; quiere llegar solo a la cima de Alpe d¡¯Huez, el col de los holandeses que le esperan en la s¨¦ptima curva de herradura, toda naranja, todo cerveza y alegr¨ªa y recuerdos de Winnen, Zoetemelk, Kuiper, Rooks, Theunisen; todos los antiguos cuya memoria les convoca en los remotos Alpes, y maldicen porque los brit¨¢nicos, un gal¨¦s y un ingl¨¦s de Nairobi, les robar¨¢n tambi¨¦n el s¨ªmbolo.
Quedan 70 kil¨®metros. Los holandeses que no est¨¢n en la s¨¦ptima curva ya juegan con las palabras, celebrando de antemano. Croix de Fer (Cruz de Hierro), se dice Kruisijzeren en holand¨¦s, recuerdan, y ya proponen que se llame Kruisjwick (El lugar de la cruz), porque su ciclista la ha conquistado. Y pasa por la cima con 6 metros de ventaja y se lanza hacia el valle, el ni?o que va al colegio.
?Qu¨¦ hero¨ªsmo? ?Qui¨¦n quiere regresar a la infancia? Donde est¨¢ Nico Portal, el director del Sky, hay una voz calma y una calculadora que les dice a sus corredores lo que quieren o¨ªr. Tranquilos, les pide a los maquinistas de su tren, a Castrioviejo, a Kwiatkowski, no os aceler¨¦is, no perd¨¢is la calma. Nos saca seis minutos, pero ya va a tope, y tiene el valle. Y ya caer¨¢. Condena la fuga con cuatro palabras y dos ecuaciones.
Pedalear, aprender, observar, analizar
A los ataques t¨ªmidos, de 500m y un coraz¨®n a 200 durante minuto y medio, de Nibali y Nairo, los condena Bernal, que no es un maquinista sino una flecha veloc¨ªsima y una mirada fija y clara tras unas gafas transparentes, limpias. Y tambi¨¦n a Bardet, m¨¢s duro, m¨¢s bronco, m¨¢s rebelde, m¨¢s necesitado del gesto heroico que inflame. Los que atacan buscan r¨¢pido el rebufo de una moto, de un coche, de un espectador que se mueva y les aspire y les robe esfuerzo y dolor. Bernal no necesita nada. ?l es la moto y es el coche y el espectador. Portal, admirado, le dice desde el coche que basta con que tenga a la vista a los atacantes y que nunca se pase de su l¨ªnea roja. Cuando les dice eso a sus chicos, la mayor¨ªa mira los vatios a los que va y hace sus cuentas. Bernal no mira el potenci¨®metro. Se mira a s¨ª mismo, se calcula, se mide, y su instinto le dicta que ritmo puede seguir y puede aumentar sin llegar al punto de reventar. Nunca alcanza su l¨ªmite pero rebasa el l¨ªmite de los dem¨¢s, que se rinden. ¡°Cuando pedaleo no solo pedaleo, sino que aprendo, observo, analizo¡±, dice. Y tiene 21 a?os.
Solo Dumoulin, el rival del Giro de Froome, el m¨¢s fuerte de los desafiantes, es capaz de atacar cuando ya Bernal ha levantado el pie, y hacer sufrir a Froome, que observa en la ¨²ltima recta la velocidad terrible de su compa?ero l¨ªder. Y calcula.
Casi una hora m¨¢s tarde, y despu¨¦s de m¨¢s de seis horas en la bicicleta por los Alpes, llegan los ¨²ltimos, fuera de control. M¨¢s tarde, la hoja de los comisarios. Dos p¨¢ginas a tama?o folio. M¨¢s de una docena de corredores multados y penalizados por sobrevivir agarr¨¢ndose a los coches, buscando su salvaci¨®n. La etapa fue dura, s¨ª.
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