Alejandro Valverde gana el Mundial de ciclismo

¡°?Por fin!¡±, grita Alejandro Valverde, que, campe¨®n del mundo, no ha levantado los brazos hasta que no ha estado seguro de cruzar el primero la ¨²ltima l¨ªnea. A¨²n controlado y sereno, lo hace cuidadosamente: primero el brazo izquierdo, casi lentamente, mientras con la mano derecha frena un poco y controla la bici disparada; solo entonces alza el derecho. Y ah¨ª se acaba la calma. La clase y la tranquilidad se rinden a la emoci¨®n que el ciclista murciano llevaba minutos controlando. Y empieza a llorar, una magdalena sin freno, tiern¨ªsimo, antes incluso de bajarse de la bici y abrazarse a su masajista, Esc¨¢mez, y llorar m¨¢s a¨²n, incontenible.

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Tiene 38 a?os. El de Innsbruck es el 12? Mundial que disputa, el m¨¢s duro que ha conocido. Ha subido seis veces el podio en su larga carrera; lleva haci¨¦ndolo desde 2003, un ni?o de 23, y nunca ganando. Tantas veces se ha quedado cerca que piensa que nunca se llevar¨¢ el arco¨ªris, el m¨¢ximo s¨ªmbolo de la gloria en el ciclismo junto al maillot amarillo del Tour. Ya escamado piensa que este a?o, tampoco. Lo piensa cuando atraviesa el infierno sobre un Innsbruck soleado penando sobre los pedales en los 300 metros del 28% que todos, salvo ¨¦l, temen tanto. Se ve tan fuerte con su pi?¨®n de 29 que empieza a ilusionarse, aunque no quiere cre¨¦rselo. ¡°No me lo cre¨ªa, no me lo cre¨ªa¡±, repite despu¨¦s, las l¨¢grimas ya secas, los ojos siempre brillantes. ¡°Me encontraba bien en el momento clave, y solo hab¨ªamos quedado tres delante. Y pensaba, ¡®este puede ser m¨ªo¡¯, y al mismo tiempo quer¨ªa olvidar que lo pensaba¡±.

Vi¨¦ndolo por la tele, pocos dudan de que la victoria ser¨¢ suya.

Es el d¨ªa perfecto de la selecci¨®n espa?ola, su Mundial impecable. Solo han llegado vivos tres al infierno, Valverde entre ellos, pero los otros dos son m¨¢s lentos que el murciano, la Bala Verde, El Imbatido desde sus tiempos de sprinter juvenil: son dos ciclistas duros, de fondo, el escalador franc¨¦s Romain Bardet y el animoso canadiense Michael Woods. Nibali, Alaphilippe, los gemelos Yates, Moscon, Kwiatkowski, Roglic¡­ La lista interminable de favoritos, de grandes rivales, de peligros insuperables, se ha quedado en nada. Solo, unos metros detr¨¢s, resiste Dumoulin, el gigante holand¨¦s que serpentea por el infierno, de lado a lado de la carretera estrecha, sin venirse abajo, sin despendolarse. Ha sido una carrera dur¨ªsima, de eliminaci¨®n pura y dura. De muchos ataques y acelerones de los italianos, los franceses, los holandeses, los belgas, los daneses, y una defensa incre¨ªble de los espa?oles, a los que les llegaba de vez en cuando un ¨²nico mensaje desde el coche de su director, Javier M¨ªnguez, quien, cuando le preguntaban "?qu¨¦ hacemos?", respond¨ªa: ¡°Nada. Tranquilos siempre, nunca perd¨¢is la calma. Y controlad¡±.

Con un entusiasmo desbordado, los siete compa?eros de Valverde han logrado controlar lo incontrolable, siete secantes que empiezan a llevar la carrera por donde quieren a falta de 80 kil¨®metros. All¨ª entra en acci¨®n Castroviejo, que tira del carro; luego salen Herrada y Omar Fraile a frenar ataques, y tambi¨¦n De la Cruz. Mas, Izagirre y Nieve, los m¨¢s escaladores, se guardan para el final. Y todos intervienen. Solidarios. Felices de contribuir a la coronaci¨®n del ciclista que empez¨® a ser una referencia para todos a comienzos de siglo, cuando la mayor¨ªa no eran ni juveniles, solo ni?os que so?aban con ser ¨¦l.

Las l¨¢grimas de emoci¨®n del campe¨®n Valverde

Valverde es el ciclista espa?ol con m¨¢s victorias, 122 seg¨²n los que llevan las cuentas, y ha ganado una Vuelta, cuatro Liejas y cinco Flechas y etapas en todas las pruebas que puedan pensarse. Tambi¨¦n ha subido al podio del Giro y del Tour. En todas, tantas, victorias, supo en todo momento qu¨¦ hab¨ªa que hacer. En el Mundial, y no sabe por qu¨¦, quiz¨¢s porque era el sue?o que siempre se le escapaba, no lograba enfriarse en el momento decisivo. ¡°Corre cuando tengas que correr, no corras antes¡±, es el ¨²ltimo consejo que le da M¨ªnguez. El consejo que le convence y pone en pr¨¢ctica cuando bajan los tres del infierno hacia Innsbruck y Dumoulin los persigue de cerca. Valverde sabe lo que tiene que hacer, lo que debe hacer, y lo hace. Corre cuando tiene que correr. Aunque el Mundial se corre sin pinganillo y no recibe informaci¨®n de lo que pasa detr¨¢s de su grupo, su instinto le hace volverse a mirar de vez en cuando, con su estilo de pistard, la mirada de reojo que se mama en los vel¨®dromos, y siente la llegada de una mancha naranja grande, Dumoulin, la huele. ¡°Uno se va a quedar sin medalla¡±, dice que pens¨® entonces. Pero sab¨ªa que no ser¨ªa ¨¦l quien llorar¨ªa de rabia en la meta. Esta vez ser¨ªa otro. Cuando lleg¨® el holand¨¦s, y faltaban menos de dos kil¨®metros para la meta, Valverde se pone delante de todos para que el grupo no se pare y para controlar a todos, y as¨ª pasan por debajo del tri¨¢ngulo rojo del ¨²ltimo kil¨®metro, y todos esperan a ver qu¨¦ hace el favorito para saltar a la contra. Y ninguno se mueve. Cuando se mueven, despu¨¦s de que Valverde acelerara a falta de 300m, siempre en cabeza, fue para disputarse entre los tres la segunda plaza. Bardet, m¨¢s fuerte, derrota a Woods y a Dumoulin. Todos, detr¨¢s del murciano que se corona campe¨®n del mundo a los 38 a?os y cinco meses.

Solo el holand¨¦s Joop Zoetemelk, que alcanz¨® el arco¨ªris a los 38 a?os y 10 meses, lo ha logrado m¨¢s viejo que ¨¦l, el ciclista que a¨²n corre con la emoci¨®n de un juvenil y la clase de un campe¨®n ¨²nico.