La lucha de clases de Messi y Ronaldo
El argentino opone su talento natural y sus derechos de nacimiento al ascensor social por el esfuerzo del portugu¨¦s
Gianni Brera, el gran cronista deportivo italiano, llamaba a Diego Maradona ¡°divino aborto¡±. Si Maradona ten¨ªa el d¨ªa particularmente excelso, Brera lo calificaba como ¡°el aborto m¨¢s bello del mundo¡± y ¡°enano legendario¡±. Se excusa aclarar que Brera era un genio en lo suyo, fuese lo suyo lo que fuese. Tambi¨¦n proyect¨® y nombr¨® una filosof¨ªa de juego seg¨²n los par¨¢metros f¨ªsicos y mentales que, calcul¨® a ojo de buen cubero, ten¨ªan los italianos (¡°campesinos canijos¡±, resumi¨® Enric Gonz¨¢lez). Esa filosof¨ªa era el catenaccio, cerrojazo: el equipo encerrado atr¨¢s pateando balones a la espera de un miracolo. Presa de su idea, se dedicaba a atacar a los italianos que jugaban al f¨²tbol de forma ¡°bonita¡±, y el m¨¢ximo objetivo de su ira era Gianni Rivera, primer Bal¨®n de Oro italiano. Solo treinta a?os despu¨¦s, cuando Brera muri¨® en un acccidente de tr¨¢fico, se supo que nadie como ¨¦l hab¨ªa admirado a Rivera, del que ve¨ªa embelesado todos sus partidos para, acto seguido, ponerlo a caer de un burro en el peri¨®dico. Esto lo cuenta Gonz¨¢lez en Historias del Calcio, que a?ade un detalle que da la medida del personaje: solo se hablaba con defensas y entrenadores que se negaban a que sus equipos jugasen al ataque.
En realidad, el catenaccio, como el nazismo, naci¨® en Austria pero emigr¨® para ponerse en marcha, lo que convierte a este pa¨ªs en uno de los exportadores m¨¢s peligrosos del continente. Fue el austr¨ªaco Karl Rappan, seleccionador de Suiza en los a?os 40, el que puso de repente a un marcador por delante de la l¨ªnea de tres defensores; en Italia, Nereo Rocco pone a un hombre detr¨¢s de cuatro defensas. "L¨ªbero", lo bautiz¨® Brera, que iba colocando nombre a las cosas seg¨²n suced¨ªan; de ¨¦l es el t¨¦rmino ¡°contragolpe¡±; quiz¨¢s tambi¨¦n ¡°despeje¡± y ¡°triada¡±. Subyac¨ªa una idea cierta: los equipos peque?os, con f¨ªsicos poco privilegiados o escasa calidad, tienen que competir con armas de pobres y no caer en las provocaci¨®n de las plantillas con abundancia de recursos. De estas ¨²ltimas era el bal¨®n, o sea el dinero y los lujos; de los primeros el peque?o ahorro, la solidaridad y el resentimiento.
¡°?Es la lucha de clases!¡±, exclam¨® en Liberation Toni Negri, fil¨®sofo de extrema izquierda. ¡°Uno es d¨¦bil y tiene que defenderse (¡) El catenaccio naci¨® en Venecia, una tierra que la gente se ve¨ªa obligada a abandonar para emigrar porque no ten¨ªa qu¨¦ comer; fueron las grandes migraciones de los alba?iles o de los vendedores de helados hacia B¨¦lgica, Suiza, la l¨ªnea del Rin. El catenaccio se corresponde con la naturaleza de esas regiones del norte, de emigrantes fuertes, duros, fieros porque ten¨ªan hambre¡±. Discrepa ?ngel Cappa en conversaci¨®n con Ignacio Pato en Playground: ¡°?Juego bonito de izquierdas? Digamos que la izquierda tiene mayor respeto por la est¨¦tica que la derecha, que solo piensa en la eficacia¡±. Y Valdano, por boca de V¨¢zquez Montalb¨¢n: ¡°El f¨²tbol creativo es de izquierdas y el de fuerza, marruller¨ªa y patad¨®n es de derechas¡±.
"Algo huele a podrido"
Mart¨ªn Caparr¨®s, en The New York Times, se?ala al emperador desnudo: ¡°Brasil ser¨ªa el f¨²tbol de izquierda en todo su esplendor: un f¨²tbol millonario, lujoso, que puede permitirse cualquier vicio. El uruguayo, en cambio, ser¨ªa de derecha: trabajador, humilde, esperanzado. M¨¢s extremos en la divisi¨®n m¨¢s injusta: para ser de izquierda hay que ser rico y llevarse a los mejores jugadores; la derecha queda para los pobres que, como no pueden tenerlos para crear con elegancia, no tienen m¨¢s remedio que pelearla. Algo huele a podrido en esta lucha de clases¡±.
El Bar?a-Madrid de este domingo ser¨¢ el primero desde 2007 sin Messi y Ronaldo. Antes se hab¨ªa disuelto la feroz lucha de clases emprendida por Mourinho contra Guardiola; sin f¨²tbol para combatirlo, puso todos los recursos, incluyendo a Pepe con la cabeza vendada de medio creativo, para frenar la superioridad cul¨¦. Ya antes, contra el Inter, su delantero centro Eto¡¯o hizo en el Camp Nou de segundo lateral derecho. No le faltaba dinero en el Inter ni en el Madrid, pero era imposible acercarse a la calidad del mediocampo barcelonista. Esa lucha simb¨®lica se proyectaba mejor en las estrellas de cada equipo. El talento natural y los derechos adquiridos al nacer de Leo Messi; el ascensor social y las conquistas futbol¨ªsticas de Cristiano Ronaldo en base al esfuerzo.
Brera llamaba ¡°divino aborto¡± a Maradona porque el argentino era contrahecho y, sin embargo, de aquella figura an¨®mala brotaba un f¨²tbol perfecto, una sinfon¨ªa divina. Qu¨¦ no habr¨ªa hecho Brera con Messi. Qu¨¦ habr¨ªa hecho, sin embargo, con Cristiano Ronaldo. La revista L¨ªbero recordaba hace poco una de las pocas confesiones personales del periodista: ¡°Yo finjo maltratar a aquellos por los que siento pasi¨®n¡±.
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