Rosario y Newell¡¯s, el cl¨¢sico m¨¢s enfermo del mundo
Ambos equipos se enfrentaron en los cuartos de final de la Copa Argentina entre unas pol¨¦micas circunstancias
19 de diciembre de 1971 es el t¨ªtulo de un c¨¦lebre cuento del humorista gr¨¢fico, escritor y guionista Roberto Fontanarrosa. El Negro, como se le conoc¨ªa, fue una de las principales referencias literarias argentinas de las ¨²ltimas d¨¦cadas, pero sobre todo, era hombre de f¨²tbol, hincha fan¨¢tico de Rosario Central. Tanto que, tras su muerte en 2007 se erigi¨® su figura en forma de estatua con el objetivo de recordarlos sentado en su butaca del estadio canalla.
El cuento en cuesti¨®n, una ficci¨®n publicada en 1982, relata el rocambolesco caso de un anciano simpatizante de Central a quien los cardi¨®logos le hab¨ªan prohibido ni siquiera escuchar los partidos de su equipo. El se?or ostentaba un r¨¦cord peculiar: con ¨¦l en las gradas, los suyos nunca hab¨ªan perdido un cl¨¢sico ante Newell¡¯s Old Boys, el ac¨¦rrimo adversario de la ciudad. Y aquel d¨ªa de diciembre se jugaba un derbi muy especial: la semifinal del Torneo Nacional. El resultado (del cuento, no del partido) fue que Fontanarrosa logr¨® reflejar en su prosa el significado de una rivalidad que, si hace 47 a?os era apasionada, con los a?os ha traspasado todas las fronteras de la locura.
Este jueves se jug¨® una nueva edici¨®n del cl¨¢sico, la ¨²nica en este 2018. Rosario Central y Newell¡¯s se enfrentaron por los cuartos de final de la Copa Argentina -con victoria de Central por 1-2- y muchas circunstancias evocan ese choque del a?o 71.
Como entonces, se trata de una eliminatoria a partido ¨²nico y tambi¨¦n se disputar¨¢ en Buenos Aires, 300 kil¨®metros al sur de la sede natural de ambos clubes. Pero si aquella vez fue en el Monumental de River, con presencia de las dos hinchadas y de acuerdo a una disposici¨®n previa que exig¨ªa un campo neutral, en esta ocasi¨®n las cosas han sido diferentes y la decisi¨®n tuvo m¨¢s relaci¨®n con el miedo y el fanatismo de una sociedad con graves signos de enfermedad y que con el orden y la l¨®gica.
La Copa Argentina, organizada por la empresa de comunicaci¨®n Torneos, implicada en el FIFA-gate, posee unas normas peculiares. No tiene calendario ni sedes fijas. Las diferentes etapas se van desarrollando seg¨²n acuerdos entre clubes o en funci¨®n de la voluntad de las entidades m¨¢s poderosas, que indican cu¨¢ndo quieren jugar sus partidos. La cuesti¨®n econ¨®mica determina los estadios a utilizarse. Hay ciudades que pagan por acoger algunos encuentros y clubes que cobran por ceder los suyos. Y, toda una rareza en el f¨²tbol argentino actual, se permite la entrada a hinchas de ambos equipos, cosa que no ocurre en los partidos de Superliga, donde solo pueden acudir los simpatizantes locales.
El cruce entre canallas y leprosos qued¨® definida el pasado 3 de octubre, y desde esa fecha se sucedieron infinitas discusiones para poner fecha, lugar y hora a la cita. En principio, se lleg¨® al acuerdo de jugar en Rosario, sortear la cancha y, por primera vez desde 2010, con presencia de hinchas rojinegros y auriazules. Pero no hubo coincidencia en la fecha y empez¨® el ida y vuelta.
En principio, la polic¨ªa y el gobierno locales desaconsejaron la idea, dudosos de su capacidad para garantizar la seguridad en el estadio, y surgieron sedes alternativas, lo cual generaba un problema log¨ªstico: el traslado de las dos hinchadas por carretera.
Diurno, a puerta cerrada y en un estadio peque?o
¡°Jugu¨¦moslo en el Monumento a la Bandera [principal icono hist¨®rico de la ciudad]¡±, sugiri¨® Edgardo Bauza, actual t¨¦cnico de Central. Nahuel Guzm¨¢n, arquero de la selecci¨®n argentina surgido en Newell¡¯s, y ?ngel Di Mar¨ªa, hincha canalla, difundieron por las redes sociales un mensaje que ped¨ªa por la presencia de p¨²blico y suplicaba que todo sucediera en paz.
Cuando finalmente los organizadores tomaron cartas en el asunto y optaron por un estadio de Buenos Aires y a puerta cerrada, en Rosario se encendi¨® la alarma: ¡°Es una verg¨¹enza. Nos est¨¢n robando el cl¨¢sico¡±, fue el grito un¨¢nime. De pronto, la polic¨ªa se sinti¨® en condiciones de asegurar el espect¨¢culo y los clubes se unieron para proponer la fecha del 7 de noviembre.
Ya era demasiado tarde. Desde la Copa Argentina dictaron sentencia: se jugar¨ªa el 1, en horario diurno, sin hinchas y en el estadio del Arsenal de Sarand¨ª, uno de los m¨¢s peque?os de los alrededores de Buenos Aires. Mayor humillaci¨®n, imposible.
Rosario Central gan¨® 1-0 aquel choque del 19 de diciembre de 1971 con un gol de palomita (en plancha) de Aldo Pedro Poy. Durante m¨¢s de 40 a?os y hasta que le dio el f¨ªsico su autor fue convocado para repetir el vuelo y el cabezazo en cada aniversario. Una muestra m¨¢s de una fiebre que hace ya mucho tiempo es el s¨ªntoma m¨¢s evidente de una patolog¨ªa social sin remedio a la vista.
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