El reinado de N¨²?ez, los Boixos y el miedo
Los radicales del Bar?a volvieron a aparecer para despedir al que todav¨ªa consideran su ¨²nico y leg¨ªtimo presidente
Se les esperaba y aparecieron, haciendo gala una vez m¨¢s de su habitual parafernalia ultra para despedir al que todav¨ªa hoy consideran su ¨²nico y leg¨ªtimo presidente: Josep Llu¨ªs N¨²?ez Clemente. Se les esperaba porque siguen estando ah¨ª, dispuestos a asomar la cabeza al menor descuido, como sucedi¨® en la previa del ¨²ltimo Cl¨¢sico disputado en Barcelona o en la visita a Vallecas del pasado 3 de noviembre. Y se les esperaba, tambi¨¦n, porque son especialistas en apropiarse de cualquier sentimiento colectivo, incluso la pena, como ya hicieran en su d¨ªa tras el fallecimiento de Tito Vilanova. ¡°La treintena de Boixos Nois que por la ma?ana llevaron una corona al estadio tambi¨¦n respetaron ese espacio de solemnidad y rezaron mientras algunos les aplaud¨ªan. Por Tito¡±, escribi¨® aquel d¨ªa un conocido periodista catal¨¢n. El art¨ªculo, para mayor gloria de los ultras, se titul¨® La otra gran familia de Tito Vilanova.
Con N¨²?ez al frente del club, los Boixos Nois se convirtieron en los amos y se?ores de un Camp Nou que regentaban a su antojo, una especie de guardia pretoriana con licencia para amedrentar y hacer negocio al amparo de unos colores representados, en aquel entonces, por el presidente y su junta directiva. Tal era la connivencia entre dirigentes y ultras que en 1997 lleg¨® a guardarse un minuto de silencio en el estadio por la muerte de Sergi Soto, un conocido neonazi con un amplio historial delictivo, muerto unos d¨ªas antes por una sobredosis. Para que nadie albergase ninguna duda de su poder, ese mismo d¨ªa atravesar¨ªan m¨¢s de 100 Boixos Nois el estadio para atacar violentamente a los miembros de Sang Cul¨¦. Dos d¨ªas despu¨¦s del incidente, los miembros del grupo de animaci¨®n m¨¢s cr¨ªtico con la directiva anunciaban su disoluci¨®n, un mensaje rotundo y disuasorio para todos los disidentes que frecuentaban el campo: mandaban N¨²?ez, los Boixos y, sobre todo, el miedo.
Con el paso de los a?os, y hasta el anuncio de su muerte esta misma semana, la imagen m¨¢s acerada y desagradable de N¨²?ez se fue disolviendo como az¨²car en agua gracias a las parodias e imitaciones de su figura en diversos programas de radio y televisi¨®n. Como suele suceder en estos casos, el personaje termin¨® devorando a la persona y poco a poco nos fuimos acostumbrando a percibirlo como un ancianito casi entra?able, eternamente preocupado por el dinero, sus perros y con cierta tendencia a la l¨¢grima f¨¢cil. No es de extra?ar, pues, que cuando el periodista Enrique Garc¨ªa Corredera relat¨® en RAC-1 el intento de N¨²?ez por negociar una rebaja en el precio del rescate con los secuestradores de Quini, Jordi Bast¨¦ se acordara inmediatamente de una de sus m¨¢s c¨¦lebres imitaciones. ¡°Parece una escena del Crack¨°via, t¨²¡±, se asombraba el locutor de Horta-Guinard¨® en riguroso directo.
Y probablemente sea ese el mejor homenaje de memoria colectiva que se le pueda ofrecer al difunto Josep Llu¨ªs N¨²?ez: el de la caricatura amable, el del humor m¨¢s blanco. El otro, el que entronca directamente con la realidad m¨¢s cruda de su mandato, se lo ofrecieron este martes los mismos Boixos Nois que se graban atacando a la polic¨ªa en compa?¨ªa de su foto, la misma que exhibieron en el memorial organizado por el club bajo un manto de bengalas. Ni siquiera ¨¦l, que los mim¨® y consinti¨® hasta el extremo, se merece que nadie los se?ale como la otra gran familia del expresidente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.