Las contradicciones de Bar?a y Madrid
Si el equipo blanco pierde jugando mejor y el azulgrana gana sin belleza, cada uno presume lo mismo de su logro. Ser¨¢ porque ganar nos gusta a todos y jugar bien tambi¨¦n
Exageraciones devaluadas. Cuando el Bar?a se apoder¨® de la belleza futbol¨ªstica, el Madrid contest¨® que su estilo era ganar. En Barcelona surgieron apologistas del juego y en Madrid del resultado. Como la fe se construye con exageraciones, el Bar?a disfrutaba tanto contando pases como goles. Cuando le ganaron al Rayo de Paco J¨¦mez 0 a 4, el Tata Martino sufri¨® un juicio sumar¨ªsimo porque el equipo tuvo menos posesi¨®n que su rival. Como al Madrid se le achicaba el campo te¨®rico sus avispados pensadores concluyeron que jugar bien era innecesario, incluso empalagoso. ?Esto no consiste en ganar? Pues aprendan de nosotros que lo hacemos a lo grande sin dar la tabarra con tanto toque. Las simplificaciones, como ven, tambi¨¦n saben exagerar. Todo esto subyace antes de cada Cl¨¢sico. Pero si el Madrid pierde jugando mejor y el Bar?a gana sin belleza, cada uno presume lo mismo de su logro. Ser¨¢ porque ganar nos gusta a todos y jugar bien tambi¨¦n.
Los partidos del siglo. En el f¨²tbol, todas las exageraciones son provisionales. Por ejemplo, los Partidos del Siglo. ?O ustedes conocen algo que dure menos que un Partido del Siglo? La prueba es que esta semana viviremos dos Cl¨¢sicos y me apresuro a decir que, pase lo que pase, dentro de otra semana no quedar¨¢n ni los rastros. Tampoco las impresiones de Primero de Psicolog¨ªa que le¨ªmos despu¨¦s del primer partido: el Madrid no levantar¨¢ cabeza y el Bar?a tendr¨¢ un subid¨®n imparable. Mentira. Si algo caracteriza al f¨²tbol actual es la velocidad del proceso digestivo. Lo ¨²ltimo es m¨¢s importante que lo anterior. Cuando pase la tormenta de Cl¨¢sicos, al Bar?a le bastar¨¢ un empate contra un equipo medio para que se le abatan las nubes negras; y un triunfo contra otro peque?o nos har¨¢ hablar de la apertura de un nuevo ciclo triunfal del Madrid. Y as¨ª hasta el pr¨®ximo Partido del Siglo.
¡Vi gente correr y no estabas t¨². La exhibici¨®n de Messi en Sevilla me dej¨® aliviado: la pausa no se perdi¨® sino que se la qued¨® Messi para ¨¦l solo. Los genios tienen un instinto m¨¢gico que va a contramano de las modas que se consagran. Por el culto a la intensidad, damos por sentado que para desmarcarse hay que correr y veo, con asombro, a jugadores que siguen corriendo cuando ya est¨¢n desmarcados. En muchos de los goles que marca Messi hay un fascinante ejercicio previo de contenci¨®n para encontrar el espacio que necesita. Cuando los rivales ven un posible centro como amenaza, corren espantados hacia su propia porter¨ªa para cuidarla. Es cuando Messi decide caminar o quedarse quieto, incluso retroceder unos pasos, casi en c¨¢mara lenta. Cuando los defensas descubren que, hipnotizados por el bal¨®n, se les ha olvidado Messi, la pelota ya est¨¢ dentro.
C¨®mo dinamitar un equipo. Un equipo es un espacio en el que debe caber un sistema que garantice el orden, una disciplina que potencie la profesionalidad y una emoci¨®n com¨²n que se va tejiendo poco a poco desde el respeto. Con algunos minutos de diferencia, en el ¨²ltimo fin de semana presenciamos dos episodios que rompieron c¨®digos que definen a un buen equipo. Por eso y porque nos encantan las pol¨¦micas, el lunes result¨® m¨¢s f¨¢cil encontrar el f¨²tbol en las p¨¢ginas de sucesos que en las de deporte. Kepa rechaz¨® el cambio propuesto por Sarri desconociendo la autoridad del entrenador, que durante un partido debe tener fuerza de ley. Bale rechaz¨® el abrazo de Lucas despu¨¦s de convertir un penalti, como si el gol le perteneciera solo a ¨¦l y no a todos. Peor a¨²n: convirtiendo en conflicto un momento feliz. Los dos lograron hacer del equipo un lugar desagradable.
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