

El milagro de Messi ante el Liverpool
Dos goles del delantero argentino, el segundo de un espectacular tiro de falta, conceden al Barcelona una amplia ventaja ante un equipo que asedi¨® a los azulgrana


El deseo de Messi levanta estadios tan gigantescos como el Camp Nou en los momentos m¨¢s dram¨¢ticos que se dan en la Champions. Nadie entendi¨® mejor el mensaje de Klopp que el 10 del Bar?a. ¡°La Copa de Europa no va de perfecci¨®n sino de car¨¢cter, de agresividad, de actitud¡±, proclam¨® el t¨¦cnico del Liverpool. Y Messi, descansado despu¨¦s de reventar, resucit¨® a tiempo para poner al Barcelona a las puertas de la final de Madrid. A veces resistir es vencer, sobre todo cuando los partidos se deciden en las ¨¢reas y en instantes concretos, unas suertes que domin¨® el Barcelona. La bestia del Liverpool tiene cosquillas y Messi se las encontr¨® con dos goles, uno oportunista y el segundo precioso en un tiro libre imposible para el largo Alisson, por fin abatido por el delantero en su gol 600. Messi tambi¨¦n corre, tambi¨¦n defiende, tambi¨¦n suda, tambi¨¦n marca cuando hay tormenta, como sucede siempre que juega el equipo de Anfield.
Liverpool siempre fue un equipo entra?able por su m¨ªstica (The Boot Room), por su liturgia (You¡¯ll Never Walk Alone) y por su f¨²tbol, expresado hoy en el gegenpressin de Klopp. Tiene tanta personalidad que su cartel condicion¨® el juego del Bar?a. La energ¨ªa red contagi¨® a Valverde, que prescindi¨® de la finura de Arthur, para apostar por la fiereza de Arturo Vidal. Aumentaba el voltaje en el Camp Nou. Mucho m¨¢s sensible y respetuoso con la identidad del Bar?a fue Klopp. Lesionado Firmino, los red se taparon con un cuarto medio y reforzaron adem¨¢s la zaga con un central en lugar de un lateral: Joe G¨®mez por Alexander-Arnold. Hab¨ªa aparentemente cautela en el bravo Liverpool.
El intervencionismo de los t¨¦cnicos certific¨® que los detalles pueden ser decisivos para la suerte de la ronda y evidenci¨® tambi¨¦n que en las semifinales de la Champions no se trata de presumir, y menos de estilo, en dos equipos reconocibles a¨²n sin su camiseta, sino de hambre por pisar Madrid. Y puede que no se necesite tener al equipo m¨¢s admirado sino al mejor jugador, que es Messi.

El Liverpool, en cualquier caso, pareci¨® un equipazo en el Camp Nou. Incontenible en la transici¨®n ofensiva, le preocupaba el repliegue, circunstancia que favoreci¨® la presencia de Fabinho. El volante ayud¨® en el juego posicional sin perder llegada al ¨¢rea de Ter Stegen.
Intimidaban y presionaban los chicos de Klopp y corr¨ªa el Bar?a. Hab¨ªa mucha tensi¨®n en la cancha y la excitaci¨®n era m¨¢xima en la grada del Camp Nou. Iba y ven¨ªa el bal¨®n a un ritmo trepidante hasta que llegaba a pies de Salah y Messi, dos solistas excelsos, imposibles de defender si no era con ayudas, tarea en la que sobresali¨® Jordi Alba. El lateral auxili¨® a Lenglet para despu¨¦s romper en ataque con un pase profundo para el desmarque de Luis Su¨¢rez, espl¨¦ndido en su escorzo a espalda de los centrales para rematar ante Alisson. No pod¨ªa elegir el charr¨²a mejor momento, partido ni rival, su exequipo, para estrenarse como goleador en la presente edici¨®n y marcar el gol 500 del Bar?a en la Champions.

El p¨²blico celebr¨® la llegada del descanso con la misma satisfacci¨®n que los jugadores despu¨¦s de un partido agotador y vibrante, a menudo descontrolado, pendiente de las aceleraciones de Salah y Messi y de los desmarques de Luis Su¨¢rez y Man¨¦. Ning¨²n equipo hab¨ªa sido tan exigente con el Bar?a como el Liverpool. Nunca desfallecieron los reds, muy presentes en cancha azulgrana, tan voraces que obligaban a los azulgrana a defender fuerte y a contragolpear con conducciones de 50 metros, un reto devastador para Messi. El f¨²tbol del Liverpool era agotador para equipo delicado f¨ªsicamente como el Bar?a.
Las carcajadas de Klopp, el porte misionero de Salah y la ingenuidad de Man¨¦ humanizan a un equipo despiadado cuando los jugadores se ponen la zamarra del Liverpool. El f¨²tbol de los reds solo se puede combatir con una zaga solidaria de la que no se puede desentender ni siquiera Messi o por el contrario se impone esconder la pelota, jugar con paciencia e inteligencia, rapidez y precisi¨®n, un f¨²tbol que ahora a veces resulta extra?o al Bar?a. No sab¨ªan descansar los azulgrana con el bal¨®n y el Liverpool no paraba de asediar a Ter Stegen, espl¨¦ndido y decisivo hasta que el equipo se recogi¨® en un 4-4-2 con la entrada de Semedo por el inocuo Coutinho.
Aguant¨® el Bar?a hasta que encontr¨® salida en una jugada iniciada y acabada por Messi despu¨¦s del remate al larguero de Su¨¢rez. El gol bendijo el cambio de Valverde. Messi encontr¨® respiro y, tan selectivo como efectivo, cerr¨® el partido con un gol de falta extraordinario, por lejano y preciso, la mejor franquicia para entrar en Anfield. Dios est¨¢ con Messi, si no es el propio Messi, y no con Salah, que remat¨® al palo, una se?al m¨¢s de que para aspirar a ganar la Champions se necesita un poco de suerte, m¨¢s convicci¨®n y mucho sufrimiento, tambi¨¦n en el Camp Nou. La emoci¨®n y la pasi¨®n propias del torneo son a¨²n m¨¢s celebradas con la fe del 10.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma

M¨¢s informaci¨®n

Coutinho, redenci¨®n o condena
