El ¡®Superfan¡¯ de la diversidad
El indio Nav Bathia no se ha perdido un partido de los Raptors en su cancha en 24 a?os y usa su fama para defender las causas sociales
¡°No fumo, no bebo, no soy mujeriego. Yo raptorizo. Eso es todo¡±. Pero no es todo. La biograf¨ªa y el compromiso de Nav Bathia con la gente va mucho m¨¢s all¨¢ del hincha convencional. Llama la atenci¨®n, con su turbante, su espesa barba y su camiseta de los Toronto Raptors, los campeones de la NBA, con el apodo de Superfan que le puso el legendario exjugador Isiah Thomas, exvicepresidente de la franquicia. Desde que se fund¨®, en 1995, Bathia no se ha perdido ni un solo partido en la cancha, y son m¨¢s de 1.000 seguidos en 24 a?os. Fue siempre fiel a pesar de los mal¨ªsimos resultados de las tres primeras temporadas en las que sum¨® 179 derrotas y solo 67 victorias, y fue el peor clasificado en 1998. Pero lo que le hace m¨¢s especial es que ha encontrado la forma de utilizar el baloncesto para cambiar las percepciones y unir a las comunidades. Llevaba esa necesidad interiorizada desde que abandon¨® India en 1984 a causa de la masacre antisij a ra¨ªz del asesinato de Indira Gandhi.
Bhatia naci¨® hace 67 a?os en Delhi. Su padre, que ten¨ªa una ¨®ptica, quer¨ªa que estudiara Medicina, pero no ten¨ªa vocaci¨®n. Se mud¨® a California e estudi¨® ingenier¨ªa mec¨¢nica. Regres¨® a Delhi para expandir el negocio familiar, pero sus planes se desvanecieron a causa de la revuelta. Se instal¨® en Canad¨¢ y busc¨® trabajos de ingenier¨ªa, pero nadie quer¨ªa contratar a un sij con turbante y barba. Hasta que un concesionario Hyundai de Rexdale, uno de los barrios m¨¢s desfavorecidos de Toronto, le dio trabajo. Durante los tres primeros meses bati¨® un r¨¦cord y vendi¨® 127 coches. ¡°Cuando vine por primera vez a Canad¨¢, me enfrent¨¦ a mucha discriminaci¨®n debido a mi aspecto¡±, dice. ¡°Fue muy dif¨ªcil conseguir un trabajo, pero nunca me enoj¨¦. Cualquiera que fuera, me asegur¨¦ de ser el mejor en ese trabajo¡±.
Fue nombrado gerente de otro distribuidor de la marca, en Mississauga, a punto de la bancarrota. Todos los empleados menos uno se negaron a trabajar con un sij. Pero con un personal renovado lo convirti¨® en uno de los mejores de la marca en Canad¨¢. Acab¨® comprando el concesionario y tambi¨¦n el que le dio la primera oportunidad en 1984. Invierte una parte de sus ingresos en causas ben¨¦ficas. Se puso en contacto con los directivos de los Raptors y compr¨® 3.000 entradas para invitar a ni?os de diversas culturas y procedencias a ver un partido, una iniciativa que se ha ido repitiendo. ¡°Siempre digo: que me den a alguien en el mundo. Los llevar¨¦ a un partido. No importa de qu¨¦ color, credo, raza o g¨¦nero sean. 48 minutos con ellos en un partido y sus opiniones sobre los sijs cambiar¨¢n para siempre¡±, afirma. La franquicia canadiense le nombr¨® su embajador para Asia del Sur.
Tambi¨¦n impulsa la iniciativa Daughters of India. Se comprometi¨® a recaudar 200.000 d¨®lares para concluir la construcci¨®n de 60 ba?os para ni?as en 20 escuelas del distrito de Faridkot de Punjab y frenar as¨ª el problema de la falta de acceso para las ni?as a cuartos de aseo adecuados y seguros.
A trav¨¦s de la Fundaci¨®n Nav Bhatia Superfan, que tiene como objetivo luchar contra la discriminaci¨®n, impulsa causas ben¨¦ficas para los ni?os de todo el mundo. Tambi¨¦n dedica fondos para renovar las canchas de baloncesto en Canad¨¢, comenzando por el suburbio de Malton, en Toronto, donde Bhatia se estableci¨® cuando lleg¨® por primera vez. ¡°Siempre digo a la gente que pueden hacer realidad sus sue?os. Canad¨¢ est¨¢ lleno de oportunidades. Vengo de la nada, me dieron la oportunidad y la utilic¨¦¡±.
Su popularidad en Toronto es pareja a la de Drake, el famoso m¨²sico seguidor de los Raptors. Se ha hecho amigo de las superestrellas de la NBA, los directores ejecutivos corporativos y famosos actores y m¨²sicos. Los aficionados hacen cola para pedirle aut¨®grafos y le han incluido, como al propio Drake y a los jugadores de los Raptors, entre las fotos de la caras gigantes que enarbolan como si fueran pancartas. El secreto: ¡°Tratar a las personas como quieres que te traten a ti mismo¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.