Cienfuegos, el primer espa?ol en una final de martillo, termina s¨¦ptimo
Victoria del favorito polaco Pawel Fajdek en un concurso que el chaval de Montijo empez¨® torcido
El ¨²ltimo, el sexto lanzamiento, toco en la jaula y se qued¨® desesperadamente corto. Era el lanzamiento. Su cortedad refleja la primera final mundial de Javier Cienfuegos, martillero de Montijo, que qued¨® s¨¦ptimo ((76,57m). Lo que pudo haber sido, una noche hist¨®rica, y lo que fue, que es magn¨ªfico.
Gan¨® el ¨²nico, el incomparable polaco Pawel Fajdek (80,50m), a quien los cuatro lanzamientos v¨¢lidos que efect¨²a (no menores de 79m) le habr¨ªan valido, por delante del conductor de trenes franc¨¦s Quentin Bigot (78,19m) y el h¨²ngaro Bence Halasz (78,19m).
Los herreros de Escocia eran unos brutos que para jugarse unas pintas apostaban a ver qui¨¦n tiraba m¨¢s lejos el martillo en las Highlands, y a¨²n lo lanzan, a una mano, en exhibiciones de fuerza lejan¨ªsimas del arte, casi m¨ªstica, esp¨ªritu puro y consciencia, con el que Javier Cienfuegos, que llega de Extremadura, maneja el artefacto en la final de su vida.
Hay un polaco Pawel Fajdek, alumno de las mejores escuelas de la especialidad, hay h¨²ngaros, franceses, bielorrusos, ucranianos, noruegos, pa¨ªses de tradici¨®n; y est¨¢ ¨¦l, hecho a s¨ª mismo por la voluntad de un entrenador autodidacta e imaginativo, Antonio Fuentes, un sabio de la fuerza, Charly Bur¨®n, y uno de los pioneros del martillo en Espa?a, Ra¨²l Jimeno. As¨ª es en Espa?a, as¨ª son los procesos que permiten que de cualquier pueblo perdido o encontrado salgan algunos de los mejores especialistas del mundo en deportes que antes de ello muchos ni sab¨ªan que exist¨ªan.
Pa¨ªs de genios. Como el martillo, cosa de artistas aunque los que lo lanzan sean aparentemente tan brutos como los herreros celtas, gigantes de pelos encrespados, algunos con barriguita, tipos de m¨¢s de 120 kilos, pero son bailarines sobre la punta de los pies y golfistas con su swing, y sienten la bola, solo la bola. 7,26 kilos. Su cuerpo desaparece de su consciencia y como si el pie derecho que pisa con fuerza en el suelo para hacer girarle girar sobre el eje del izquierdo, fuera un mecanismo independiente, y la vista, fijada en la bola se abstrae. Desde la puntera del pie, por el tal¨®n, el tobillo, la rodilla y la cadera derecha, y el gl¨²teo derecho apretado, el lanzador construye una biela perfecta que alimenta el movimiento, y llega un momento, lo siente Cienfuegos, 5.000 lanzamientos al a?o, tantos ensayos, tantas pruebas, en el que la bola, que tira del cable con una fuerza de 300 kilos, no pesa nada. El lanzador, a 18 metros por segundo de velocidad, no tiene brazo. Todo es uno. Es el momento de lanzar. Es el momento m¨¢gico que a Cienfuegos solo le llega a partir del tercer intento, cuando todo el mundo, salvo ¨¦l, est¨¢ de los nervios.
¡°Calma, calma, la prisa mata, la ansiedad, el deseo de romperlo todo¡±, lo dice siempre Antonio Fuentes. ¡°Hay que trabajar el pie derecho, el pie derecho¡±. Calma como la de Fajdek, que se echa la siesta casi entre lanzamiento y lanzamiento, no baja de 79 y dos veces pasa de 80 metros. Tan tranquilo.
Calma como Cienfuegos. Pisa fuerte con la puntera derecha como quien va a arrancar la Rieju, y comienza el baile, su torbellino controlado. Cuatro giros, el primero de puntera izquierda. El vac¨ªo. La nada. Desde su cadera, como las medias ver¨®nicas de Curro, la bola sale disparada a 98 por hora. 76 metros. El paso a la mejora est¨¢ asegurado. ¡°Ah¨ª comienza de verdad el Mundial¡±, dice siempre Cienfuegos. Las medallas est¨¢n ah¨ª, a dos metros. A tiro. Poco a poco. 76,57m en el cuarto. Y hasta ah¨ª lleg¨®. Y no est¨¢ nada mal.
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