Sud¨¢frica somete a Inglaterra y suma su tercer Mundial de rugby
Los Springboks superan en la final a Inglaterra, favorita, con un plan ejecutado a la perfecci¨®n (12-32)
Queda menos de un cuarto de hora en Yokohama y Sud¨¢frica se dispone a asestar su aguij¨®n letal. Makazole Mapimpi recibe el bal¨®n junto a la banda izquierda y patea ante la ¨²ltima guarnici¨®n inglesa. El bal¨®n lo embolsa Lukhanyo Am, que le cede a su compa?ero el primer ensayo de una final agotadora. Dos jugadores negros fabricando la gloria sudafricana y otro, el capit¨¢n Siya Kolisi, levantando la tercera copa Webb Ellis que iguala en el palmar¨¦s mundial a los All Blacks. En la naci¨®n arco¨ªris, el pa¨ªs de las mil sensibilidades y de las heridas abiertas, el rugby, cortijo hace d¨¦cadas de una poblaci¨®n blanca minoritaria, recupera su efecto terap¨¦utico.
Sud¨¢frica tiene la f¨®rmula ganadora con su poderosa delantera, una mentalidad de hierro y talento en la trasera, su comod¨ªn para la final. Inglaterra, clara favorita, apenas ha saboreado una semana el trono vacante tras su hist¨®rica exhibici¨®n ante los All Blacks, campeones en 2011 y 2015. Los Springboks son una m¨¢quina de ganar finales; se han llevado las tres que han disputado (1995, 2007 y 2019) y no han encajado ensayos en ninguna de ellas. Mientras, el XV de la Rosa, pierde su tercera de las cuatro disputadas y solo ha anotado una marca. El grandilocuente proyecto del australiano Eddie Jones, el primer seleccionador for¨¢neo de Inglaterra, queda incompleto.
Inglaterra apenas tard¨® 40 segundos en cometer su primer golpe de castigo en una infracci¨®n de Lawes, que no liber¨® al jugador placado. Handr¨¦ Pollard fallar¨ªa una patada lejana ¨Casequible para sus est¨¢ndares¨C, pero Sud¨¢frica puso la primera pica en el partido. Aliment¨® a su kicking game de patadas precisas ¨Cmuy altas para dar tiempo a recogerlas pero sin entrar en el ¨¢rea de seguridad de la zona de 22¨C con valent¨ªa. Tras un golpe de la mel¨¦ inglesa, siguieron percutiendo en lugar de terminar la jugada y canjear la patada a palos. El XV de la Rosa recuper¨® la posesi¨®n en un bal¨®n libre, pero ceder¨ªa los tres primeros puntos tras no poder liberar el oval en un placaje preciso de sus sudafricanos sobre Owen Farrell.
Los s¨ªntomas eran malos para Inglaterra, que perdi¨® a Sinckler, conmocionado por un golpe en la cabeza, en el tercer minuto. No era tanto el nombre, como la posici¨®n. Obligaba al?pilier suplente, Dan Cole, a una cantidad exagerada de minutos ante un rival con un banquillo plagado de delanteros. Las primeras mel¨¦s fueron para los Springboks, que robaron el primer saque de touch ingl¨¦s y desbordaban con el maul, una plataforma que perfeccionan como nadie. All¨ª estaba el t¨®tem Billy Vunipola arrasado por Vermeulen y Etzebeth. Las imprecisiones inglesas, personificadas en George Ford, hicieron el resto. El apertura err¨® por mucho un pase tenso e hizo retroceder a su equipo mandando a la banda una patada fuera de su l¨ªnea de 22.
Una muralla de verde y oro
Inglaterra no hizo su verdadera puesta en escena hasta la media hora. En la acci¨®n m¨¢s intensa del partido, ah¨ª estaban los potentes ingleses ante una muralla de verde y oro que evit¨® el ensayo por cent¨ªmetros con placajes de enjundia a Itoje o Vunipola. Salieron con tres puntos, pero el pulso an¨ªmico se lo llevaron los Springboks. En su parcela, el XV de la Rosa, arrasado en la mel¨¦, limitaba da?os con su propia zaga sobresaliente, pero la cascada de faltas era una losa. Se jugaba como quer¨ªa Sud¨¢frica y dos patadas m¨¢s de Pollard hicieron que el marcador al descanso (6-12) lo reflejara.
El reto de los ingleses era encontrar la falla rival. No era el juego al pie; los errores de su zaguero, Elliot Daly, se encontraban con las recepciones inmaculadas de Willie le Roux. Tampoco percut¨ªan con el juego a la mano, aunque partieran dese campo propio. Aguantaba impert¨¦rrita la l¨ªnea sudafricana junto al ecuador hasta el error ingl¨¦s y el medio-mel¨¦, el menudo Faf de Klerk, agigantaba su pu?o. As¨ª las cosas, otro golpe de la descompensada mel¨¦ inglesa convertido por Pollard ya pon¨ªa una distancia de dos anotaciones.
Inglaterra, la ¨²nica selecci¨®n del hemisferio norte con un t¨ªtulo (2003), ten¨ªa dos problemas en ataque. Primero, que los sudafricanos ralentizaban su tempo e imped¨ªan llevar el oval a sus playmakers. Segundo, asegurar la posesi¨®n ante placajes con may¨²sculas. El joven flanker Tom Curry, una pesadilla para los All Blacks, recib¨ªa su propia medicina de mano del imponente centro Damian De Allende. Imposible soltar el bal¨®n. Retenido.
La marca de Mapimpi, el punto final
Jones puso fin al d¨ªa aciago de Ford y meti¨® a Henry Slade, todo un perro de presa. Ninguno de los dos equipos est¨¢ construido para recuperar marcadores y los ingleses no daban con la f¨®rmula. Encontraron indisciplinas en la delantera sudafricana, pero el intercambio de golpes de castigo no era suficiente. Y Pollard buscaba palos desde su propio campo, por capacidad y por agotar el reloj.
Cada lance perdido ten¨ªa un efecto demoledor para los ingleses. Un ensayo transformado les permit¨ªa voltear el marcador, pero no opositaban a ello. As¨ª las cosas, la marca de Mapimpi fue su apocalipsis. El ¨¢rbitro revis¨® el v¨ªdeo en busca de un posible pase adelantado anterior y, ante la falta de una toma clarificadora alternativa, mantuvo la decisi¨®n tomada en el campo. Con Inglaterra devastada, el velocista Chelsin Kolbe activ¨® los propulsores y firm¨® el ensayo del postre. Las velas eran sudafricanas. Inglaterra solo pudo ver caer el confeti.
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