Un curso de matr¨ªcula de honor
A lo largo de toda esta semana hemos visto a Tsitsipas y Thiem haciendo gala de unas caracter¨ªsticas de las que gozan solamente los grandes tenistas, y el episodio final no fue una excepci¨®n
Creo que a ning¨²n entendido le sorprendi¨® la gran calidad ten¨ªstica y la permanente duda sobre qui¨¦n iba a ser el ganador de la final del Masters, que mantuvo al p¨²blico del O2 Arena pendiente de la pista hasta el tie break del tercer set. Tanto Dominic Thiem como Stefanos Tsitsipas ven¨ªan avisando a lo largo del a?o y, particularmente, a lo largo de toda esta semana en la que les hemos visto haciendo gala de unas caracter¨ªsticas de las que gozan solamente los grandes tenistas.
Aparte de que ambos son muy completos en todos sus golpes ¡ªcon el servicio, con la derecha y el rev¨¦s y, sobre todo, con la capacidad de imprimir gran intensidad en todo momento¡ª, tienen la fortaleza emocional que les permite resolver con brillantez los momentos m¨¢s adversos.
Despu¨¦s de un primer parcial en el que ambos jugaron al m¨¢s alto nivel y que se sald¨® a favor de Thiem en el tie break, el austriaco acus¨® un poco el v¨¦rtigo de ir en cabeza y cometi¨® ocho errores no forzados durante el segundo set, que se anot¨® el griego en demasiado poco tiempo. En el inicio del tercero, la t¨®nica sigui¨® parecida hasta el punto de encajar una rotura en contra en el cuarto juego. Sin embargo, Dominic no desaprovech¨® la pr¨®xima oportunidad que tuvo para recuperarlo y en el sexto impuso un empate y, de nuevo, esa ajustada lucha y ese despliegue de intercambios de la m¨¢s alta calidad.
Hasta los ¨²ltimos puntos del tie break fue muy dif¨ªcil asegurar qui¨¦n iba a levantar el trofeo. Y esto, trat¨¢ndose de un torneo de esta categor¨ªa, significa que se cierra la temporada con matr¨ªcula de honor. Thiem estuvo a punto de levantar el t¨ªtulo pero, en l¨ªneas generales, hay que reconocer que el griego estuvo m¨¢s consistente durante todo el partido.
Hoy d¨ªa, vivimos en un mundo de estad¨ªsticas que nos dan a conocer en todo momento cualquier detalle susceptible de ser colocado en una tabla de datos. Antes de empezar el partido sab¨ªamos cu¨¢l de los dos jugadores es capaz de convertir m¨¢s roturas de servicio, qu¨¦ porcentaje de tie breaks se anota el uno o el otro y as¨ª toda la informaci¨®n que gustemos de conocer de antemano.
Pero lo que jam¨¢s ha podido evaluar ning¨²n estudio, por preciso que sea, es la gesti¨®n del aspecto emocional de cada jugador en cada precisa circunstancia. ?Qui¨¦n hubiera podido predecir que Roger Federer iba a desaprovechar 11 bolas de rotura de las 12 que tuvo en el partido de semifinales contra Stefanos Tsitsipas? ?Qui¨¦n iba a saber que Dominic se descentrar¨ªa durante el segundo parcial y, en cambio, no lo har¨ªa el griego al verse obligado a darle la vuelta al marcador?
Las estad¨ªsticas dan las respuestas a posteriori, siempre. Y muy dif¨ªcilmente son capaces de predecir lo mejor que nos pueden brindar los deportistas de esta y cualquier otra disciplina: la sorpresa y admiraci¨®n que nos hacen sentir sus genialidades en los momentos m¨¢s inesperados y dif¨ªciles.
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