El gesto de Modric
Sorprende que desde fuera se haya visto como algo excepcional, porque forma parte de esa naturalidad con la que los jugadores viven su condici¨®n de rivales
Recuerdo c¨®mo, en una tarde de paseo por un centro comercial de Manchester con Roberto Mart¨ªnez, se nos acerc¨® un chaval con cara de t¨ªmido pero mirada de listo. Reconozco que su acento t¨ªpico de scouser me result¨® ininteligible al principio. Sin embargo, se mostr¨® muy cercano, muy interesado por mi integraci¨®n, y nos acabamos dando un apret¨®n de manos a modo de bienvenida al f¨²tbol ingl¨¦s. Era Steve Gerrard, entonces un icono emergente del Liverpool, el m¨¢ximo rival del Manchester United. Nosotros apenas necesitamos un primer contacto visual para sentir esa complicidad entre colegas de profesi¨®n, aunque estoy seguro de que esa escena hubiera chocado a m¨¢s de un hincha de los Diablos Rojos.
Existen pocos ambientes como el f¨²tbol ingl¨¦s para entender y vivir este deporte con esa aura de respeto. Pero la buena sinton¨ªa entre futbolistas es algo m¨¢s extendido en todo el mundo de lo que se puedan imaginar el aficionado de a pie o los medios de comunicaci¨®n, que en cierto modo se retroalimentan de la agresividad y la lucha que observan en el terreno de juego. Los futbolistas est¨¢n cada vez m¨¢s acostumbrados a una carrera n¨®mada: hoy puedes defender unos colores y ma?ana te enfundas la camiseta de un rival o de un club de otro pa¨ªs. Es algo que forma parte de la din¨¢mica de este oficio. Todos hemos sido enemigos en el campo, pero fuera de ¨¦l hemos compartido similares alegr¨ªas y preocupaciones sobre el mundo del balompi¨¦. Pertenecemos al mismo gremio.
Personalmente, me gust¨® mucho el gesto de Luka Modric con Leo Messi a la hora de darle el relevo del Bal¨®n de Oro. Fue un detalle humano y de respeto. Sorprende que desde fuera se haya visto como algo excepcional, porque forma parte de esa naturalidad con la que los jugadores viven su condici¨®n de rivales. Deber¨ªa ser lo m¨¢s normal del mundo y yo apostar¨ªa por que ese ritual ocurra m¨¢s veces. En un escaparate de gran impacto como el f¨²tbol, ayudar¨ªa a fomentar el respeto, un valor que est¨¢ cayendo en desuso en los tiempos que corren.
Entiendo que haya gente que quisiera ver a Virgil van Dijk como ganador del Bal¨®n de Oro. A nivel de competici¨®n gan¨® con el Liverpool el trofeo m¨¢s importante del a?o con unas estad¨ªsticas impresionantes como defensa. En el mundo del f¨²tbol hace tiempo que se est¨¢ reivindicando un mayor reconocimiento a los centrales, que no suman tantos en el marcador, pero contribuyen a que su club gane t¨ªtulos. Un equipo sin un buen muro de contenci¨®n no puede tener ¨¦xito, siempre debe haber sincronizaci¨®n entre el que hace goles y el que los evita desde la zaga. Ahora bien, el holand¨¦s se ha topado con la era de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo.
El Bal¨®n de Oro nunca es ajeno a la divisi¨®n de opiniones, partiendo de la base de que es un reconocimiento individual en un deporte colectivo. Mi padre ten¨ªa una curiosa relaci¨®n con los tres que recibi¨®. Posiblemente era la persona que menos cosas ha guardado en su vida. Ni siquiera sab¨ªa d¨®nde ten¨ªa los t¨ªtulos en casa, en absoluto era dado a exhibir sus trofeos en el rinc¨®n m¨¢s vistoso del sal¨®n para las visitas. Cuando el Ajax o el Bar?a le ped¨ªan prestados los galardones para exhibirlos en sus museos, le resultaba una odisea localizarlos. No era una cuesti¨®n de falta de inter¨¦s, todo lo contrario. Estaba muy orgulloso de haber logrado ese reconocimiento en tres ocasiones, pero era un hombre desapegado a lo material. No hac¨ªa colecci¨®n de camisetas o botas. De hecho, lo regal¨® casi todo. Si alguien le ped¨ªa cualquier recuerdo, no se lo pensaba dos veces. Reconozco que yo soy todo lo contrario, llevo a?os recuperando objetos de su ¨¦poca de jugador por tener un significado especial para nuestra familia.
Y por esa condici¨®n de desprendido de mi padre, nosotros llegamos a la conclusi¨®n de que el aficionado cul¨¦ disfrutar¨ªa mucho m¨¢s contemplando uno de los Balones de Oro que gan¨® defendiendo la camiseta azulgrana. Por ese motivo cedimos uno al Museu del Bar?a despu¨¦s de su fallecimiento. Estoy seguro de que ¨¦l nos hubiera dado entusiasmado su aprobaci¨®n.
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