El fontanero que pint¨® la Gioconda
Desde aquel tac¨®n de Guti frente al Depor, no hab¨ªa vivido un sobresalto igual en un partido como con el gol de Luis Su¨¢rez al Mallorca
Una obra de arte. Nunca vi un gol como el que marc¨® Luis Su¨¢rez frente al Mallorca. Paren la imagen un segundo antes de la ocurrencia y ver¨¢n que no hay manera de imaginar un gol en el siguiente movimiento. Porque era un ¨¢ngulo cerrado, por la posici¨®n del cuerpo y porque era Luis Su¨¢rez, optimista del gol, pero jugador del que no sospechamos soluciones art¨ªsticas. Elev¨® la pierna hasta un extremo antinatural y la baj¨® con violencia para pegarle al bal¨®n hacia abajo y con el tac¨®n. Sab¨ªa lo que buscaba. El extravagante golpeo provoc¨® un bote imposible de prever y se elev¨® buscando el palo m¨¢s alejado. Desde aquel tac¨®n de Guti frente al Depor, no hab¨ªa vivido un sobresalto igual en un partido. Pero hay una diferencia que agranda el tama?o de la sorpresa: Guti era un poeta; Su¨¢rez, un fontanero que, de pronto, pint¨® la Gioconda.
Revoluci¨®n de las expectativas: secci¨®n f¨²tbol. Simeone y Guardiola son el ying y el yang: sensibilidades futbol¨ªsticas opuestas. El Atl¨¦tico se parece al Cholo, como el City a Pep. Dos magn¨ªficas formas de competitividad que lograron resultados incre¨ªbles y que, sin embargo, en estos d¨ªas luchan contra un feo rasgo de esta ¨¦poca: la paradoja de las expectativas. Dice Marcelo Bielsa que si uno gana no debe preocuparse en buscar las razones, ya se encargar¨¢n los dem¨¢s de inventar una teor¨ªa. Lo mismo ocurre con las derrotas: las teor¨ªas llueven anunciando hecatombes y buscando responsables. Pero hay que recordar que antes de la llegada de los dos entrenadores, el Atl¨¦tico y el City estaban amenazados por la irrelevancia. Hoy forman parte de la aristocracia europea y ese salto hacia adelante gener¨® esperanzas a las que no se quiere renunciar. Nada distinto a la g¨¦nesis de tantos movimientos sociales. Solo que en f¨²tbol nos gusta culpar a los autores del milagro.
Los sabios directivos. Si es verdad que los equipos se hacen fuertes en las dificultades, hay que felicitar a los directivos del Valencia por todas las que han creado en los ¨²ltimos a?os. Por lo que se vio en ?msterdam, el resultado de tan inteligente pol¨ªtica es un grupo de jugadores juramentados para el hero¨ªsmo. No sabemos si en el centro hay un prop¨®sito o un enemigo, pero lo cierto es que con el paso de los partidos el grupo se uni¨® y las respuestas futbol¨ªsticas se consolidaron. Frente al Ajax marcaron un gran gol y durante una hora lo defendieron como si cada minuto fuera el ¨²ltimo. No es f¨¢cil jugar 60 ¨²ltimos minutos sin grandes soluciones de banquillo y ante el equipo revelaci¨®n de la pasada temporada. Al final, el abrazo entre cuerpo t¨¦cnico, jugadores y aficionados sell¨® una especie de amistad. Pens¨¢ndolo bien, con eso basta para jugar al f¨²tbol con orgullo y compromiso.
La fascinaci¨®n por lo moderno. Doy por sentado que la base de la creatividad es el orden, pero amo las respuestas espont¨¢neas, las intuiciones que son el reflejo del reflejo, las asociaciones por cercan¨ªa entre jugadores afines, el orgullo cuando se manifiesta en furia competitiva.... Acepto que el f¨²tbol se reformule cada cierto tiempo. Que el que gane se ponga de moda y a su f¨²tbol lo consideremos moderno. Pero hemos entrado en una deriva peligrosa de la "modernidad" agitada por el protagonismo del big data, en donde la ciencia pretende apoderarse del juego. Todo es medible, de modo que analizable, de modo que entrenable, de modo que memorizable, de modo que previsible. Amo del f¨²tbol la sabidur¨ªa construida con materiales como la pausa, la adivinaci¨®n o el enga?o y no me gusta nada que el ojo cl¨ªnico de los entrenadores sea, cada vez m¨¢s, sustituido por algoritmos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.