Las escaladoras suben de grado
Los logros de las mujeres midi¨¦ndose a las paredes les equiparan pr¨¢cticamente ya con los hombres
Josune Bereziartu (Lazkano, Gipuzkoa, 48 a?os) pedalea con sa?a o recorre el Pirineo, en invierno, con sus esqu¨ªs de monta?a. Tan impensable como si Miguel Indurain se hubiese dedicado a escalar tras colgar la bicicleta. Bereziartu atesora un pedazo enorme de la historia de la escalada deportiva mundial en categor¨ªa femenina porque ella solita elev¨® tanto el list¨®n que lleg¨® a colocarse al nivel de los mejores hombres, un reto hoy heredado por otras escaladoras. Su despedida hace pocos a?os fue mucho menos ruidosa que su irrupci¨®n en el escenario mundial, all¨¢ por el a?o 1998. Se fue en sordina, paso a paso, hasta desaparecer de todas las portadas. Desde entonces, el mundo de la escalada ha conocido una verdadera revoluci¨®n, en cuanto a marcas precoces se refiere. La apertura masiva de roc¨®dromos en todo el planeta ha acercado al p¨²blico al mundo vertical y democratizado esta disciplina: aprender a escalar es mucho m¨¢s sencillo ahora. Tambi¨¦n se ha generalizado la disciplina de adoptar m¨¦todos de entrenamiento sistem¨¢ticos, ordenados y espec¨ªficos, lo habitual en cualquier deporte, solo que sus beneficios han tardado en calar entre la comunidad escaladora.
Si Josune Bereziartu empez¨® a escalar a los 17 a?os y encaden¨® (es decir, alcanzar la cadena y el mosquet¨®n desde el que descolgarse hasta el suelo sin reposar de un anclaje y sin usar estos anclajes para progresar) el primer grado 8 c femenino de la historia en 1998, a los 25 a?os de edad, la neoyorquina Ashima Shiraisi descubri¨® la disciplina a los seis a?os y en 2012, reci¨¦n cumplidos los 11 a?os, se convirti¨® en la persona m¨¢s joven en encadenar 8 c+. Los ni?os prodigio casi han dejado de ser noticia desde esa fecha, ni?os y ni?as ingr¨¢vidos y extremadamente familiarizados con las estructuras indoor donde descubren en un entorno as¨¦ptico buena parte de los secretos de progresi¨®n en la vertical que, m¨¢s tarde, trasladan a la roca.
De 1997 hasta 2017, Bereziartu ostent¨® dos d¨¦cadas de reinado en lo m¨¢s alto de la dificultad femenina de la escalada, pero su logro m¨¢s impresionante tiene que ver con la manera en la que acert¨® a reducir a su m¨ªnima expresi¨®n el abismo que exist¨ªa entre el m¨¢ximo grado de dificultad alcanzado por hombres y mujeres. Cuando firm¨® su primer 8 c en 1998, el alem¨¢n Wolfgang G¨¹llich hab¨ªa alcanzado (adelant¨¢ndose a su ¨¦poca) el primer 9 a de la historia, en 1991. En el a?o 2000, solo dos escaladores (Alex Adler y el alav¨¦s Iker Pou) hab¨ªan sido capaces de imitar a G¨¹llich . Ese mismo a?o, Bereziartu encaden¨® el primer 8c+ femenino, a nada del 9 a. Pocas disciplinas deportivas han conocido una igualdad tan asombrosa entre g¨¦neros. En 2001, el norteamericano Chris Sharma acab¨® con una d¨¦cada de estancamiento y firm¨® el primer 9 a+ de la historia. Un a?o despu¨¦s, Bereziartu mantuvo el tipo y elev¨® el list¨®n hasta el 9 a. Fue genial, impresionante, y de haber existido las redes sociales, su estampa en la roca vistiendo una camiseta de Bruce Lee hubiera sido viral. En cualquier caso, la estampa recoge uno de los momentos m¨¢s emocionantes de la historia de este deporte. En 2005, Josune se super¨® firmando un 9 a/+. Ser¨ªa preciso esperar una d¨¦cada para que otra mujer, en este caso Ashima Shiraisi, igualara semejante dificultad. En 2017, tras dos d¨¦cadas de reinado, Margo Hayes alcanz¨® el 9 a+, cuando Bereziartu hab¨ªa colgado ya los pies de gato y la brecha entre hombres y mujeres hab¨ªa vuelto a ensancharse como nunca, ¡®culpa¡¯ del checo Adam Ondra, quien ese mismo a?o firm¨® el estratosf¨¦rico primer 9 c, que figura como la mayor dificultad alcanzada por el ser humano.
La semana pasada, la italiana Laura Rogora se convirti¨® en la segunda mujer en pisar el 9 b, tres a?os despu¨¦s desde que Angela Eiter irrumpiese en dicha dificultad. Rogora cuenta con 19 a?os de edad y escala desde los seis. As¨ª, la brecha que ahora separa a escaladoras de escaladores es la misma, en t¨¦rminos num¨¦ricos, que la que devor¨® a mordiscos en su d¨ªa Josune Bereziartu. Ondra es el nuevo Gullich mientras se aguarda con curiosidad la llegada de un alter ego para Bereziartu. Quiz¨¢s Rogora¡
El grado de dificultad en la escalada
En Europa se emplea de forma com¨²n la escala francesa de graduaci¨®n, que arranca en el cuarto grado, representado en n¨²meros romanos (IV). El primer grado y el segundo significan caminar, mientras que el tercer grado hace referencia a trepar. As¨ª, se considera escalar a partir del cuarto grado de dificultad. El siguiente grado en esa escala es el IV +, despu¨¦s el V, luego el V + y, un paso m¨¢s all¨¢ en la dificultad, se alcanza el sexto grado. A partir de este punto, var¨ªa la forma de graduar, pero hay que tener en cuenta que el m¨¢ximo grado alcanzado por el ser humano es el 9 c (alcanzado por Adam Ondra en 2017). Con esto, a cada d¨ªgito (sexto, s¨¦ptimo, octavo y noveno) hay que a?adir las tres primeras letras del abecedario antes de saltar al siguiente d¨ªgito. Para afinar a¨²n m¨¢s, a las letras a, b y c se le suma un plus que hace de puente entre una y otra, y a veces, una barra. Por ejemplo, la escala entre el sexto y el s¨¦ptimo grado evoluciona as¨ª: 6 a, 6 a+, 6 b, 6 b+, 6 c, 6 c+, 7 a. La barra se emplea cuando existen dudas entre un grado y otro. Por ejemplo, 6 c/+ significa que la ruta es un poco m¨¢s dura que 6 c, pero sin llegar a ser 6 c+, lo que tiende a denominarse como un 6 c duro o un 6 c+ suave. Los grados de dificultad se alcanzan por consenso entre los escaladores y son orientativos, subjetivos y nunca matem¨¢ticos.
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