Pogacar, rey del Tour de la revuelta
El ganador m¨¢s joven desde 1904 fue el m¨¢s fuerte en todos los mano a mano con el favorito Roglic, que subestim¨® su peligro hasta sucumbir en la contrarreloj final
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Sobre el amarillo de su maillot, Primoz Roglic ha pegado un recorte de las monta?as de Eslovenia, sus Alpes, su bandera, para reconvertirlo en el jersey de campe¨®n nacional. Y, ascendiendo por los Campos El¨ªseos, desiertas sus aceras, y aunque hace calor de julio, 28 grados, no hace calor de Tour, cuando ya Sam Bennett ha ganado, de verde, el sprint de la foto m¨¢s bonita, el sol casi oto?al se pone tras la torre Eiffel, se acerca a su compatriota Tadej Pogacar, todo de amarillo vestido, de culotte a maillot, y la Colnago que pedalea tambi¨¦n es amarilla, y le levanta el brazo derecho, como hace el ¨¢rbitro con el boxeador que ha ganado el combate.
Queda proclamado, as¨ª, el fin del malentendido que ha perturbado durante 20 d¨ªas menos una hora el entendimiento de un Tour que parec¨ªa ganado por aquel que no lo ganar¨ªa y que quiz¨¢s nunca lo gane. ¡°El Tour lo gana siempre el m¨¢s fuerte¡±, sentencia Eusebio Unzu¨¦. Y Roglic, de 30 a?os ya, no fue el m¨¢s fuerte, aunque se lo creyera, y lo creyera su equipo, la banana mec¨¢nica del Jumbo, tan fuerte que como la naranja mec¨¢nica de Cruyff sabe perder finales.
El Tour de la revuelta generacional solo gener¨® un combate individual, un uno contra uno no perturbado por t¨¢cticas, estrategias o c¨¢lculos. Fue la contrarreloj. Pogacar gan¨® por KO a quien todas las ventajas y bendiciones ten¨ªa. A ciclismo no se juega, a ciclismo se pelea.
Quiz¨¢s el malentendido de su superioridad, de la subestima con que trat¨® a su compatriota casi ni?o que ya le hab¨ªa dado un buen susto en la Vuelta, naci¨® en Roglic, y en todo el Tour, el pelot¨®n, seguidores, prensa, el d¨ªa del abanico de Lavaur (s¨¦ptima etapa, tan lejana, antes de las monta?as), cuando Pogacar perdi¨® 1m 21s, y el Tour, tan ajustadas en segundos marchaban las clasificaciones, parec¨ªa reducido a un duelo con el saliente Bernal, a¨²n entero, y a la espera de lo que hiciera Pinot. Y aquel d¨ªa tambi¨¦n Landa y Porte perdieron 81 segundos, y los tres ca¨ªdos de Lavaur han rodeado a Roglic en la general.
Y en los Pirineos, la exhibici¨®n de Pogacar en el Peyresourde que a todos deber¨ªa haber puesto en alerta, su gran momento en el Tour, el gran ataque, el gran aviso, antes de La Planche, y su sprint en Laruns triunfante los resumi¨® Roglic en un c¨¢lculo de 42s perdidos, la mitad de lo ahorrado en el abanico, 44s en la caja. Qued¨® fuera de combate Pinot. Egan segu¨ªa vivo. Roglic cogi¨® el maillot amarillo.
El segundo golpe de Roglic
El segundo golpe a Roglic lleg¨® en el Jura, en el Grand Colombier, junto a los prados en los que las vacas rojas de Salers llevan a los ternerillos atados a la pata, otro sprint perdido que al l¨ªder esloveno le doli¨® m¨¢s por el orgullo herido, pues no puede negar que intent¨® ganar, que por los 4s de bonificaci¨®n volados. ¡°Tengo 40s de ventaja. Son suficientes¡±.
Los rivales se rindieron antes de llegar a los Alpes, resignados. El ritmo del Jumbo, el superequipo en el que brillaba Van Aert, espr¨ªnter, rodador, escalador, ciclista de carretera solo dos a?os, otro mundo, desazonaba a todos los escaladores m¨¢s bregados que no ve¨ªan c¨®mo pod¨ªan da?arlo, y hac¨ªan feliz a Pogacar, pegadito a la rueda de Roglic, su amigo, sin necesidad de equipo. Para Roglic solo quedaba una etapa peligrosa, la del col de la Loze, la m¨¢s dura del Tour. Y all¨ª, la locura y el orgullo de Superman le dieron una alegr¨ªa al esloveno viejo, pues le dejaron sin gas a Pogacar, quien intent¨® atacar y al final perdi¨® 17s. ¡°Uff¡±, dijo Roglic al terminar la etapa. ¡°Ya pas¨® lo peor, y llego a la contrarreloj con 57s, m¨¢s que suficiente¡±. Y en su cabeza nunca entr¨® que si no hubiera sido por el abanico, estar¨ªa a 24s del rival, que en todos los mano a mano, sprints, hab¨ªa sido m¨¢s fuerte, y que fue m¨¢s fuerte, claro, en el duelo decisivo, donde, al fin, los segundos de c¨¢lculo se convirtieron en minutos de grandeza, y Pogacar gan¨® el Tour por 59s, el vencedor m¨¢s joven (hoy cumple 22 a?os) desde Henri Cornet en 1904.
Eddy Merckx, en su sabidur¨ªa, resume todo esto en una frase en L'?quipe: ¡°Los Jumbo han corrido como bestias. Tres semanas a tope, sin dejar pasar un detalle. Han dominado y controlado todo, pero se han olvidado de un chavalillo, un jovencillo de 21 a?os. ?Qu¨¦ error! ?Qu¨¦ inmenso error!¡±.
Y el olvido, el error, gener¨®, finalmente, el Tour m¨¢s apasionante, el que anuncia la llegada de la generaci¨®n que ama las exhibiciones.
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