El C¨¢diz sonroja al Madrid
Un Real p¨¦simo, sin f¨²tbol y con poco remangue, sucumbe ante un rival macizo que certifica una victoria hist¨®rica, la primera como visitante contra los madridistas
Poca guasa con este C¨¢diz macizo, macizo. Un equipo muy bien adiestrado que se llev¨® una gozada hist¨®rica en el Alfredo di St¨¦fano. Porque legendaria ser¨¢ su primera primera victoria ante el Madrid como visitante tras 16 retos saldados con un empate en 1992 y 15 derrotas. Nada se dej¨® el equipo gaditano en Valdebebas. De todo se dej¨® el Real, que claudic¨® desde el calentamiento. Un equipo sosaina y sin hueso al que fosiliz¨® un adversario que no tuvo miramientos. Defendi¨® de maravilla y se estir¨® lo suficiente como para dejar sonado a su hidalgo rival.
Este C¨¢diz tiene chasis, por algo suma tres victorias lejos del Carranza. No ha vuelto de paso a Primera y se apa?a como los ¨¢ngeles con el formato que le hizo volar en Segunda. El Madrid, gandul de inicio, no tuvo apenas respuesta, salvo alg¨²n chispazo en el segundo tiempo. Primero fue un pe?azo, un equipo cachazudo. Luego, con el agua al cuello, fue un poco m¨¢s expansivo, pero se qued¨® en la orilla con todo merecimiento. Para provecho, el del C¨¢diz, un conjunto con armadura en la zaga. Un equipo en el que nadie se borra y que no se acompleja cuando tiene horizontes.
Sin tan siquiera farfullar una gota de f¨²tbol, un Real Madrid amodorrado se dej¨® ir de tal manera que si el C¨¢diz no le dio la estocada fue porque es el C¨¢diz. Un equipo con volumen defensivo, pero a¨²n en rodaje en Primera. Ni media docena de ocasiones visitantes en el primer tiempo sirvi¨® de sonajero para el grupo de Zidane. Tampoco el gol de Lozano al cuarto de hora, derivada de la campechan¨ªa del conjunto gaditano frente a un Real Madrid apolillado. Ya se sabe: que si el par¨¦ntesis de la ventana de selecciones, que si vuelve esta semana la Liga de Campeones, que si el pr¨®ximo s¨¢bado toca visitar al Bar?a...
Ni asomo de la realeza presumible del Real, en chanclas todo el primer acto. Ni un rengl¨®n de un posible C¨¢diz solo dispuesto al flotador. Fue mucho m¨¢s, sobre todo hasta el intermedio.
Por Valdebebas s¨®lo apareci¨® un conjunto, el de ?lvaro Cervera. Un equipo facundo, sin complejos. Sin las habituales monsergas de aquellos clubes del supuesto cami¨®n escoba que tiran de coartada presupuestaria y dem¨¢s para ir de puntillas ante los grandes. Nada que ver con este C¨¢diz que presume de camarader¨ªa, que no disimula su defensa con boinas verdes y que se conoce de memoria. Un equipo de mosqueteros. Un equipo en el que todos sudan como regaderas. Ni un soplo concedi¨® al Madrid, que no encontr¨® refugio con nadie. Ni un mil¨ªmetro tuvieron Vinicius, Benzema y compa?¨ªa hasta el mayor empe?o del segundo tiempo.
Fundido un Real Madrid momificado, el C¨¢diz no solo tuvo equipaje defensivo, su principal se?a de identidad. Al minuto y medio, Sergio Ramos tuvo que barrer bajo el larguero un remate de Negredo, que al cuarto de hora cabece¨® como un monaguillo cuando se trata de un ariete contundente en el juego a¨¦reo. Tan bizarro estaba el C¨¢diz que hasta Cala, un central, se aventur¨® hacia Courtois. Su picante disparo lo desvi¨® el portero belga. Hasta que una asistencia con la cabeza de Negredo dej¨® a Lozano frente a Courtois. Un gol hijo del juego del C¨¢diz. En realidad, hasta el descanso, el ¨²nico contendiente que compareci¨® en el Alfredo di St¨¦fano. Pujaban Negredo y Lozano. Tiraban de pico y pala Jos¨¦ Mari y Jonsson. ?lex Fern¨¢ndez daba la lata a su hermano Nacho y Salvi retaba a Marcelo. En la trinchera, sin arrugas, salvo alguna fuga del portero Ledesma.
Aire taca?¨®n
Un cabezazo de Varane tras un saque de esquina fue todo lo que propuso el Madrid. No lo pas¨® por alto Zidane, que en el intermedio quiso cortar de ra¨ªz el aire taca?¨®n de su equipo. De una tacada, cuatro cambios. El obligado de Sergio Ramos, lastimado tras un atropello a Lozano ¡ªque tambi¨¦n result¨® da?ado¡ª, y los de Modric, Isco y Lucas V¨¢zquez. Bien pudo cambiar a cualquier otro.
De vuelta de la tregua, el C¨¢diz se empotr¨® cada vez m¨¢s, perdi¨® hilo ofensivo. Y, al menos, algo se sublev¨® el Madrid. Nada trovador, pero con otro remangue. De un Real tieso y suburbial a un Real un poco m¨¢s descamisado. Nunca tir¨® de ingenio, de frac, pero s¨ª tuvo otra pirotecnia. Si quiera para sacudir alguna descarga en el per¨ªmetro de Ledesma. La tuvo Vinicius, en una salida a por uvas del portero. Y tambi¨¦n Jovic, penalizado por un fuera de juego de Benzema. El propio delantero franc¨¦s arm¨® la mejor oportunidad local, un zapatazo al travesa?o.
El Madrid abusaba de los centros laterales y solo Benzema, de vez en cuando, propon¨ªa otro guion. Tanta ramploner¨ªa no fue suficiente y el Real se llev¨® un azote inesperado. Tan merecido para este C¨¢diz como merecido para un Madrid de parranda.
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