Espa?a se queda en la Luna

Espa?a lleg¨® a la Luna de Europa hace dos a?os y all¨ª seguir¨¢. Someti¨® a Croacia (22-20) en una final abrasiva, una batalla tremenda disputada en la guarida balc¨¢nica de Estocolmo y de paso, y no menos importante para esta generaci¨®n dorada, vuela ya hacia los Juegos de Tokio, la obsesi¨®n de la vieja guardia del vestuario. Lo consigui¨® con una actuaci¨®n prodigiosa de su portero Gonzalo P¨¦rez de Vargas (42% de acierto), y lo remataron en medio de la tiritona general el imberbe Aleix G¨®mez desde los siete metros y ?lex Dujshebaev desde el exterior. El extremo azulgrana de 22 a?os, con biber¨®n hasta hace dos d¨ªas en un vestuario que ya peina canas, clav¨® dos penaltis cuando m¨¢s tiesa estaba la selecci¨®n. Y como en la semifinal, el santanderino, el jugador que no conoci¨® otra cosa en su casa que balonmano, volvi¨® a sentenciar en el ¨²ltimo minuto con un lanzamiento de cadera que sepult¨® a un rival muy bravo.

Ellos tres encumbraron a un equipo que hab¨ªa transitado con esmoquin en el torneo, casi nunca apurado, sacando tajada del amable itinerario que le depar¨® el sorteo y de su perfecto engranaje, pero que en la final debi¨® moverse en el barro. Los croatas lo llevaron al l¨ªmite, lo arrinconaron, y al final se las arregl¨® para salir vivo del callej¨®n y amarrar el segundo t¨ªtulo europeo de Espa?a, su octava medalla en la historia del torneo. Nadie ha logrado m¨¢s. Es su campeonato fetiche.

Un mes despu¨¦s de la incre¨ªble plata mundial de la renacida selecci¨®n femenina, el balonmano espa?ol vuelve a reivindicarse con este trono que contrarresta su precaria rutina. La crisis desplum¨® a la Liga de sus mejores jugadores y entrenadores a principios de la d¨¦cada, y desde entonces la competici¨®n dom¨¦stica sobrevive como puede, alejada de la ¨¦lite europea, salvo la isla azulgrana, y a?orando sus a?os de gloria.

Veinte minutos le cost¨® a Espa?a tomar la temperatura a la final. A esas alturas, Ribera tuvo que pulsar el bot¨®n rojo de la mesa de anotadores porque la selecci¨®n se mostraba algo p¨¢lida. No hab¨ªa motivos para la alerta, pero s¨ª para la preocupaci¨®n. El hilo del encuentro no estaba en sus manos. Padec¨ªa en ataque, incapaz de lanzar un contragolpe; atr¨¢s recib¨ªa el castigo del pivote Maric; y en la porter¨ªa, con Rodrigo Corrales guardando sus dominios, todav¨ªa no se hab¨ªa apuntado ninguna parada en la estad¨ªstica (10 tantos encajados en 10 lanzamientos).

Tres ¨®rdenes dio el t¨¦cnico y las tres resultaron mano de santo. Una medicina con efecto inmediato: P¨¦rez de Vargas recogi¨® el testigo en la porter¨ªa, Maqueda salt¨® a concursar y se cambi¨® el sistema defensivo, del 5:1 al 6:0. La direcci¨®n del viento vari¨® de forma autom¨¢tica.

La ventaja de 7-10 que se hab¨ªa fabricado Croacia palada a palada se fue transformando hasta llegar al descanso 12-11. Maqueda desat¨® uno de sus habituales tornados y anot¨® las tres primeras pelotas que cayeron en sus manos, mientras P¨¦rez de Vargas ataj¨® seis seguidas, incluido un penalti a Duvnjak, inmaculados hasta entonces desde esa posici¨®n. En esos diez ¨²ltimos minutos, solo un bal¨®n se le col¨® entre palos al toledano, MVP del duelo (por cuarta vez en el torneo) y elegido dentro del siete ideal junto a Maqueda. Los balc¨¢nicos se pasaron 11 minutos y 15 segundos completamente secos. Croacia tambi¨¦n relev¨® la porter¨ªa, Asanin por Sego (dos paradas en diez tiros), aunque el efecto no fue el mismo.

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El ventilador hispano estaba en marcha y el paso por los vestuarios no lo desconect¨®. A la vuelta del intermedio, se dispar¨® en el marcador con tres tantos seguidos de Aleix G¨®mez (uno de penalti y dos a puerta vac¨ªa) y otro de Ca?ellas. El 16-12 forz¨® a Lino Cervar a pedir tiempo muerto. Pudo ser el principio del fin de Croacia, pero los balc¨¢nicos no son tipos d¨®ciles. Sin fuegos artificiales, fueron rascando en galeras para ir comi¨¦ndole el terreno a la selecci¨®n.

Espa?a se par¨® en seco en ataque y sufri¨® dos largos apagones: el primero de ocho minutos y 20 segundos y el segundo de siete minutos largos. En ese secarral volvi¨® a emerger P¨¦rez de Vargas, que ayud¨® a mantener en pie al equipo. A Maric le detuvo una con la cara y a Horvat le sac¨® otra desde el extremo. ?lex Dujshebaev cort¨® la primera hemorragia, su primer tanto en la final. No obstante, el frenazo ofensivo fue tan agudo que ninguno de los dos pudo evitar que los croatas retomaran el control del partido 27 minutos despu¨¦s, a falta de seis.

La situaci¨®n se torn¨® cr¨ªtica cuando Entrerr¨ªos sufri¨® una exclusi¨®n de dos minutos con cuatro por jugarse (19-19). La hoguera croata de Estocolmo atronaba en el pabell¨®n, no hab¨ªa muchas escapatorias para Espa?a. Pero si algo le sobra a este equipo son soluciones, alguna incluso afortunada. Un lanzamiento de Sarmiento que entr¨® llorando le vali¨® para ponerse 20-19, igualado al instante por Brozovic aprovechando la porter¨ªa vac¨ªa, y luego lleg¨® el segundo penalti casi consecutivo convertido por Aleix G¨®mez (21-20), un extremo azulgrana que se estren¨® en la cima en el pasado Mundial. Quedaba un minuto. Al menos, la pr¨®rroga parec¨ªa asegurada, pero no hizo falta llegar a tanto. Los croatas se liaron solos, Maric cometi¨® falta en ataque y Dujshebaev remat¨® el oro.