Lo que la estad¨ªstica no ve
La tecnolog¨ªa, por muy avanzada que sea, no mide las emociones ni la fortaleza mental. Imagino que Medvedev se habr¨¢ percatado de la poca capacidad de aguante que exhibi¨®
Lo que a priori se vislumbraba como una entretenida, dura y competida final de Grand Slam entre Novak Djokovic y Daniil Medvedev result¨®, en realidad, un enfrentamiento poco disputado y de escasa brillantez en el que el serbio fue claramente superior.
El partido qued¨® pr¨¢cticamente sentenciado con el break del duod¨¦cimo juego de la primera manga. Hasta ese momento, hab¨ªamos visto un marcador que repart¨ªa equitativamente los m¨¦ritos, as¨ª como distintos cambios de estrategia por parte de los dos tenistas. Hab¨ªan ido combinando intercambios pacientes para preparar bien el punto con momentos de mayor agresividad, buscando la resoluci¨®n inmediata del tanto. De hecho, el ruso y el serbio tienen caracter¨ªsticas similares. Son casi inexpugnables desde el fondo de la pista, poseen una capacidad de defensa admirable y un contrataque que, la mayor¨ªa de las veces, resulta definitivo.
En las horas previas a un gran partido, los jugadores y sus respectivos equipos suelen revisar y ultimar el an¨¢lisis del juego de su rival. Aunque se conozcan sobradamente, se suelen visionar v¨ªdeos y estudiar sobre todo los partidos precedentes. Se intenta descubrir alg¨²n detalle revelador, destripar un dato que acote un poco m¨¢s el planteamiento a seguir cuando se salte a la pista.
Hoy d¨ªa, cualquiera que est¨¦ interesado puede acceder a un impresionante abanico de datos que distintas empresas especializadas ponen al servicio de nuestros jugadores. Podemos saber el tanto por ciento de servicios que nos dirigir¨¢n al drive, al cuerpo o al rev¨¦s; qu¨¦ clase de intercambios nos favorecen; incluso qu¨¦ velocidad nos conviene imprimir a la bola. Datos, datos y m¨¢s datos.
Yo veo la realidad de nuestro deporte bastante m¨¢s simple o bastante m¨¢s complicada. No s¨¦ c¨®mo deber¨ªa expresarlo. Es casi imposible saber cu¨¢ndo nuestro contrincante se decidir¨¢ por una u otra opci¨®n en el saque, si nos dejar¨¢ jugar a la velocidad que nos conviene y, sobre todo, no podemos saber si seremos capaces de ejecutar todo lo que hab¨ªamos planeado.
Pero la tecnolog¨ªa, por muy avanzada que sea, no es capaz de medir la gesti¨®n de nuestras emociones y nuestra fortaleza mental.
Estoy seguro de que Daniil sali¨® a la Rod Laver Arena con toda la informaci¨®n sobre Novak bien analizada, pero no fue capaz de retener el aplomo, de sobreponerse a la frustraci¨®n de entregar el primer set, ni de mantener la lucha en esos momentos complicados. A m¨ª me sorprende que, a veces, deportistas de este nivel tengan esa poca capacidad de enfrentarse a la dificultad. Imagino que una vez acabado el encuentro, el ruso se percat¨® de la oportunidad perdida y de la poca capacidad de aguante que exhibi¨®.
Un d¨ªa antes de la final manifest¨® que la presi¨®n era superior para Djokovic, quien no puede perder la oportunidad de sumar t¨ªtulos si quiere igualar a Roger y a Rafael. Pero el desenlace del partido demostr¨® que la presi¨®n fue mucho mayor para ¨¦l. La diferencia entre anotarse un primer Grand Slam o dejar pasar una nueva oportunidad tiene un peso abrumador, por muy joven que uno sea. Y esto es lo que acus¨® ¨¦l. No fue capaz de luchar cada bola como si fuera la ¨²ltima del partido, entregarse en cada intercambio como si le fuera la vida en ello.
Un dato primordial que, curiosamente, no he visto jam¨¢s en la m¨¢s puntera y detallada estad¨ªstica.
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