Una derrota que duele algo m¨¢s
Este curso, Rafael no ha conseguido mantener en todo momento la solidez y la inquebrantable fortaleza mental que lo ha caracterizado todos estos a?os en la tierra
La derrota de Rafael en las semifinales del viernes contra Novak Djokovic no es solamente una m¨¢s de esas decepciones que jalonan la carrera de cualquier deportista. Las tres que ha sufrido en Par¨ªs, duelen algo m¨¢s.
La arcilla de Roland Garros ha sido siempre su h¨¢bitat, su vara de medir y el escenario donde ha protagonizado lo que ning¨²n otro tenista en la historia ha logrado hacer: recoger 13 t¨ªtulos de un mismo Grand Slam. Desde que levant¨® su primer trofeo en la antigua Philippe Chatrier, en 2005, ha ido buscando en cada participaci¨®n la confirmaci¨®n de que segu¨ªa siendo el mejor jugador sobre esta superficie; algo que sol¨ªa ocurrir, adem¨¢s, despu¨¦s de firmar una brillante temporada en los torneos previos sobre el polvo de ladrillo.
Este curso, su temporada de tierra ha sido algo irregular. No ha conseguido mantener en todo momento la solidez y la inquebrantable fortaleza mental que lo ha caracterizado todos estos a?os.
En Montecarlo, despu¨¦s de unos partidos iniciales que nos hicieron presagiar un gran torneo, cay¨® ante el joven ruso Andr¨¦i Rubliov en los cuartos de final. En el Masters 1000 de Madrid, cuando el marcador se?alaba un favorable 4-2 en su encuentro contra Alexander Zverev, tambi¨¦n en cuartos de final, le falt¨® continuidad a un juego que ven¨ªa siendo de gran calidad y pas¨® r¨¢pidamente a un 6-4 desfavorable, y a perder el partido.
En la final de Roma que disput¨® tambi¨¦n contra Djokovic sigui¨® con la misma t¨®nica. Despu¨¦s de un primer set ganado brillantemente, Rafael sufri¨® una desconexi¨®n que lo llev¨® a perder la segunda manga. Por suerte, en aquella ocasi¨®n, fue capaz de revertir la situaci¨®n y acab¨® llev¨¢ndose un t¨ªtulo que me esperanz¨® enormemente con vistas a Roland Garros.
Pero el viernes, volvi¨® a pasar algo parecido. Despu¨¦s de un primer set en el que se adelant¨® claramente con un 5-0, empezamos a ver, de nuevo, algo de inestabilidad en su juego. Un hecho que dio alas a Djokovic, le mantuvo la fe en sus posibilidades de victoria y propici¨® que el serbio jugara cada vez mejor.
El encuentro no fue de alt¨ªsimo nivel. La brillantez de sus partidos m¨¢s destacables de 2011, 2012 y 2013 se exhibi¨® en algunos momentos que hicieron vibrar al p¨²blico, pero no lograron esos partidos extraordinarios de esas otras ocasiones que lo manten¨ªan enfervorizado punto tras punto. Novak estuvo inc¨®modo y nervioso en los inicios, y Rafael se mostr¨® algo impreciso. Su juego volvi¨® a ser un poco err¨¢tico y cometi¨® demasiados errores no forzados. Al finalizar el segundo set en la final del a?o pasado solo hab¨ªa cometido 6. En esta ocasi¨®n 24, para seguir sumando hasta un total de 55, algunos de ellos, para m¨¢s inri, en momentos demasiado determinantes. Y eso explica, en gran medida, el desenlace final.
Despu¨¦s de las derrotas en Roland Garros contra Robin Soderling en el 2009 y contra Djokovic en 2015, Rafael tuvo la prioridad de recuperar el cetro perdido en Par¨ªs. Y en cada una de aquellas ocasiones, mi sobrino demostr¨® una determinaci¨®n inquebrantable para volver a levantar la Copa de los Mosqueteros. Tengo suficiente fe en ¨¦l como para pensar que har¨¢ todo lo posible por lograrlo de nuevo. Y, sobre todo, tengo la esperanza de que lo va a volver a conseguir.
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