Nadie sobrevive como Nadal
El espa?ol, golpeado por el calor y citado con Berrettini, vuelve tres a?os despu¨¦s a las semifinales de Melbourne tras salvar un infernal cruce (4h 08m) con Shapovalov
Lo advert¨ªa John McEnroe horas antes, en conversaci¨®n con este peri¨®dico: ¡°Nadal es un ser humano de los que rara vez se encuentran, de esos que con la mente superan todo lo corporal¡±. Y los hechos refuerzan la teor¨ªa de Big Mac. ¡°Honestamente, no s¨¦ c¨®mo lo he hecho. Ha sido un d¨ªa muy duro, con mucho calor¡ Pero esto [el volver y volver, el rehacerse y rehacerse] no lo entreno. Tuve un poco de suerte en el quinto¡±, resoplaba el campe¨®n de 20 grandes a pie de pista, alcanzadas ya sus s¨¦ptimas semifinales en Australia despu¨¦s de rendir a Denis Shapovalov (6-3, 6-4, 4-6, 3-6 y 6-3, tras 4h 08m) en un cruce que comenz¨® por un camino de rosas y acab¨® en otro lleno de espinas. Al l¨ªmite f¨ªsico, el espa?ol se recompuso tras sufrir un golpe de calor y se gan¨® la cita del viernes con el italiano Matteo Berrettini (6-4, 6-4, 3-6, 3-6 y 6-2 a Gael Monfils). A la hora de la ¨¦pica, Nadal siempre es puntual.
¡°Empec¨¦ a sentirme no muy bien del est¨®mago, as¨ª que pregunt¨¦ si pod¨ªan hacer algo. Cuando he entrado en el vestuario me han tomado la tensi¨®n, pero todo estaba en orden y me han dado una pastilla. Por suerte, al final he sacado muy bien¡±, expuso el ganador conforme apuraba una botella de bebida isot¨®nica mientras el estadounidense Jim Courier se interesaba por su estado en la entrevista de rigor. ¡°Ya no tengo 21 a?os, as¨ª que estoy feliz de tener un par de d¨ªas para descansar. Al menos ha sido una buena prueba. Es un regalo de la vida volver a estar aqu¨ª, hace dos meses no sab¨ªa si volver¨ªa a jugar¡±, subray¨® de regreso a la pen¨²ltima ronda, tres a?os despu¨¦s.
Sin contemporizar, Nadal sali¨® a la pista librillo en mano y ejecut¨® el plan. Esto es, ir descaradamente a por el canadiense, buscar el primer zarpazo y forzar el cortocircuito. Bord¨® el primer parcial. Condujo magistralmente con el drive y en cuanto vio una rendija entr¨® con todo, sabedor de que con el terreno inclinado, corriente en contra, Shapovalov tiende a evaporarse poco a poco. En cuanto le apret¨® un poco al resto obtuvo el break y a partir de ah¨ª abri¨® brecha, 4-1 arriba y magn¨ªficas sensaciones. Rotundo con el primer servicio ¨Dtan solo cedi¨® dos puntos, 17 de 19¨D, escarb¨® en el rev¨¦s del rival y lo domin¨® con el golpe marca de la casa: bola alta y pesada, cargada de spin, encontrando los cantos de las l¨ªneas con los efectos. Impecable.
Ya a remolque, excesivamente nervioso, Shapovalov comenz¨® a exteriorizar la zozobra que llevaba por dentro. Le falta madurez al 14? del mundo. T¨¦cnicamente un portento, desde el punto de vista mental suele hacer agua. Se destap¨® a lo grande hace cinco a?os, precisamente ante Nadal, en Montreal; sin embargo, desde entonces ha evolucionado poco y contin¨²a deshaci¨¦ndose en los duelos de empaque. Una delicia su tenis, gaseosa en lo competitivo. Un solo t¨ªtulo refleja su expediente, ya lejano (el ATP 250 de Estocolmo), y en los grandes va de decepci¨®n en decepci¨®n, con la semifinal de Wimbledon alcanzada el curso pasado como trazado m¨¢s meritorio. El resto, sequ¨ªa. Primeras, segundas y terceras rondas. Desapariciones por doquier.
A falta de argumentos estrat¨¦gicos, con una respuesta tibia ante la contundencia de Nadal, busc¨® el extrav¨ªo an¨ªmico del balear enredando en el segundo set. Quejoso todo el rato, desahog¨¢ndose constantemente con su banquillo ¨Docupado ahora por Jamie Delgado, asistente del escoc¨¦s Andy Murray las cinco ¨²ltimas temporadas¨D, le recrimin¨® al espa?ol su demora en la transici¨®n de una a otra manga y se enzarz¨® con el juez, Carlos Bernardes. ¡°You guys are all corrupt!¡± (¡±?Sois todos unos corruptos!¡±), le grit¨®, reproch¨¢ndole tambi¨¦n a Nadal en la red. E insisti¨® despu¨¦s con la rabieta, cuando ya serv¨ªa el balear y este apuraba en la cuenta atr¨¢s del reloj. ¡°?Por qu¨¦ me miras a m¨ª? A¨²n quedan ocho segundos¡±, contest¨® firme el ¨¢rbitro.
Ensuciado el partido en esa franja, el de Manacor (35 a?os) sigui¨® a lo suyo. Frente al desquicie del adversario (22) y el ruido, seriedad y m¨¢s seriedad. Pendiente de todo detalle, hasta el walkie-talkie de Bernardes ten¨ªa controlado. Si ante Adrian Mannarino no estuvo fino con su golpe natural, en esta ocasi¨®n la zurda del mallorqu¨ªn cogi¨® temperatura de inmediato. Restando muy atr¨¢s para que la comba de la pelota se acentuase y cayese a plomo para atropellar al canadiense, recondujo el duelo exclusivamente a lo ten¨ªstico, y ah¨ª hubo poca discusi¨®n. Si acaso, el sexto juego, dilatado hasta los 10 minutos. Resuelto ese peque?o debate, al siguiente dio otro estacazo: break, 4-3. Segundo parcial en el bolsillo y Shapovalov, que ven¨ªa de tumbar a Zverev, acusando los errores; 24, llegados a ese punto.
Cuesta arriba y sabi¨¦ndose ya casi sentenciado, el canadiense se envalenton¨® y, contra todo pron¨®stico, logr¨® abrir una puerta. Se la encontr¨®. Negada cualquier opci¨®n de break hasta entonces, dispuso de dos con el 3-2 a su favor, pero Nadal se enmend¨®. Se sac¨® el espa?ol dos saques poderosos de la manga, aunque luego apareci¨® un borr¨®n: cuatro dobles faltas (11 en total) avivaron a Shapovalov, que con muy poco sac¨® mucho. Sin esper¨¢rselo, extrajo petr¨®leo. Torcido el n¨²mero cinco con el saque y con un punto menos de chispa tambi¨¦n en los intercambios, el canadiense le ara?¨® el set y el pulso ofreci¨® despu¨¦s un giro f¨ªsico: el campe¨®n de 20 grandes grip¨®.
¡°Honestamente, estaba destrozado. Las condiciones eran brutales¡±, afirm¨® en la sala de conferencias, habiendo igualado a Jimmy Connors (1974-1991), Andre Agassi (1988-2005) y Roger Federer (2003-2020) como semifinalista de un major con mayor margen de diferencia entre el primero y el ¨²ltimo desembarco; ¡°ha sido un golpe de calor en toda regla. Se me ha cerrado el est¨®mago y no ten¨ªa buenas sensaciones a nivel de respiraci¨®n. Ha sido un ejercicio de supervivencia y resistencia¡±.
Tras casi tres horas recibiendo el impacto del sol australiano, 30 grados y en torno al 50% de humedad en Melbourne, el cuerpo herc¨²leo del balear se resinti¨®. Despu¨¦s de conceder una rotura y situarse 3-1 abajo, previa advertencia (warning) por retrasarse con el servicio, Nadal, clavado, solicit¨® la presencia del m¨¦dico y, chorreando sudor, transmiti¨® unos problemas estomacales. Luz roja, sonidos de alarma. Toalla de hielo al cuello y una bocanada de aire fr¨ªo. Y m¨¢s avatares, ahora con las raquetas: ¡°Alguien tiene que coger el cordaje de mi taquilla¡¡±. Aun as¨ª, a raquetazos porque hab¨ªa perdido la movilidad, le exigi¨® a Shapovalov salvar dos bolas de rotura. Las sorte¨® el canadiense, e igualdad. Todo a una carta en el quinto.
Sigui¨® empujando en la resoluci¨®n, al disponer de tres oportunidades m¨¢s para romper en los dos primeros turnos al resto, pero quien dio el empell¨®n definitivo fue Nadal. Aprovech¨¢ndose de los reiterados errores de su rival (13 en el set, 51 al final), deshaci¨¦ndose el joven tanto por la derecha como por el rev¨¦s, el espa?ol mordi¨® a la primera y fue dosificando las diferencias (3-0, 4-1, 5-2¡) apoy¨¢ndose en el saque, mucho m¨¢s entonado en la ¨²ltima recta. Destemplado y cegado Shapovalov, el mallorqu¨ªn se hizo grande otra vez. Es la historia sin fin, tantas y tantas veces vista. A la hora de la verdad, contra viento y marea y sobreponi¨¦ndose a todo, pocos (o ninguno) como Nadal.
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