Natxo Gonz¨¢lez cabalga las olas gigantes de Getxo
El surfista se impone en la competici¨®n internacional celebrada en aguas vizca¨ªnas
Surfear sobre una ola gigante es un trabajo de precisi¨®n, por mucho que parezca s¨®lo una cuesti¨®n de equilibrio y de valent¨ªa. Llegan las olas a romper contra los acantilados de La Galea, y el surfista tiene que saber elegir el momento adecuado con la paciencia de un orfebre cuando talla una pieza de oro. Primero debe escoger la mejor a la que engancharse y tiene que ser en ese instante, ni antes ni despu¨¦s. Un segundo de vacilaci¨®n y la remada con los brazos para colocarse en la cresta se frustra y hay que volver a esperar a la siguiente.
Sopla el viento del sureste, que templa la ma?ana en Getxo. Ni una nube, s¨®lo algo de calima que difumina la silueta del puerto de Santurtzi, al otro lado del Abra, cerca de la desembocadura del Nervi¨®n. El latido del distinguido barrio en el que viven algunas de las mayores fortunas de Bizkaia, junto al Club de Golf de Neguri, tranquilo casi siempre, se ve alterado por los cientos de curiosos que buscan un lugar para aparcar sus veh¨ªculos y asomarse a los riscos para observar desde la distancia las evoluciones de una veintena de surferos que buscan un lugar en la final de la tarde, y que dependen de muchas variables: la marea, el viento, el comportamiento de la mar, inescrutable.
De hecho, la misma competici¨®n est¨¢ rodeada de incertidumbre. Se eligen unas fechas y cuando llega el d¨ªa elegido hay que esperar al ¨²ltimo minuto para saber si se podr¨¢ celebrar. El lunes no pudo ser, se aplaz¨® al martes, cuando estaba previsto un aviso amarillo por impacto en la costa, que trae las olas para alivio de los organizadores.
La marea baja, que dejaba al descubierto las singueras, esas peculiares lascas rocosas que sobresalen en muchos puntos de la costa vasca, y que por mor de la globalizaci¨®n, hasta en los documentos oficiales y los r¨®tulos de carretera se denominan flysch, en alem¨¢n, hizo que conseguir una ola adecuada por la ma?ana no fuera una tarea f¨¢cil, aunque las encontraron los doce surfistas que lograron una plaza en las semifinales, divididas en dos tandas de seis. Acampados en el acantilado, muchos de ellos con la comida preparada en la mochila, los aficionados segu¨ªan las evoluciones de los deportistas, puntuadas por el jurado en funci¨®n de varios factores: ¡°tama?o de la ola, intensidad y los movimientos de los surfistas sobre la tabla¡±, m¨¢s pesada que las habituales en una playa. No es igual coger una ola normal que otra de cinco metros, como las de La Galea.
Vuelve el Punta Galea Challenge, la competici¨®n de surf de olas gigantes, con 24 partcipantes, entre llos, alguno de los mejores especialistas del mundo. @GaleaChallenge @FESurfing_ @teledeporte @GetxoKirolak @LABORALkutxa pic.twitter.com/7RwG2aT9JB
— RTVEPaisVasco (@RTVEPaisVasco) February 22, 2022
Los protagonistas escapan de las olas sucias, con mucha espuma, que se estrellan en el espig¨®n nunca acabado del Superpuerto, al que se baja por una carretera cortada hace a?os, en zigzag e invadida por la mala hierba, que esta vez es la tribuna improvisada del concurso de olas. La megafon¨ªa transmite los resultados y, a veces, se permite licencias literarias con los colores distintivos de cada participante: ¡°Blanco y amarillo jugando a la piragua, que es lo mismo que el Teto, pero debajo del agua¡±. En el mar, adem¨¢s de las patrulleras de la Ertzaintza y la Guardia Civil, pululan nerviosas las motos de agua encargadas de rescatar a los surfistas cuando se sumergen bajo una ola, o la espuma blanca les impide avanzar remando.
A media tarde ya se sabe quienes son los finalistas. Uno de ellos es Aritz Aranburu, de Getaria, que como su paisano Juan Sebasti¨¢n Elcano, ha dado la vuelta al mundo con una tabla bajo el brazo. ¡°A tope, a todo o nada en la final¡±, comenta desde el barco en el que descansa junto a sus rivales antes de lanzarse al agua por tercera vez en el d¨ªa. Junto a ¨¦l compiten Nic Lamb, californiano, dos veces ganador en Punta Galea; Russel Bierke, australiano de Nueva Gales del Sur, que compite en las grandes olas desde los 17 a?os, Iker Amatriain, de Zarautz, e hijo de Ibon, una de las leyendas del surf espa?ol. Adem¨¢s Natxo Gonz¨¢lez, vizca¨ªno de Plentzia, y el portugu¨¦s Miguel Blanco.
Las olas buenas del d¨ªa salen cuando comienza a caer la tarde. Aranburu es el primero que se lanza, en busca de un tubo con el que redondear su puntuaci¨®n, pero no lo consigue, aunque se coloca en primer lugar despu¨¦s de cabalgar m¨¢s de 500 metros cada vez. Suma varias olas buenas y parece que puede ser el ganador del concurso, pero Natxo Gonz¨¢lez tiene otros planes. Primero cabalga con maestr¨ªa una ola a izquierdas muy arriesgada, porque en esa direcci¨®n est¨¢n las puntiagudas singueras y hay que saber cu¨¢ndo tirarse de la tabla. Los motoristas tambi¨¦n arriesgan para acercarse y arrastrarlo a aguas calmadas. Lo consiguen a la segunda, pero el riesgo ha valido la pena: consigue la mejor puntuaci¨®n del campeonato. La ola a izquierdas, de la que se enamor¨® en Mundaka, da sus r¨¦ditos.
Pero no es suficiente para desbancar a Aranburu. Tiene que esperar a la pen¨²ltima ola antes de que suena la bocina, para sumar los puntos necesarios para ganar el Galea Challenge por delante del guipuzcoano. El ¨²nico surfista que ha conseguido un diez, la m¨¢xima nota, en el Nazare Challenge, en Praia Norte, con un tubo espectacular; el que pas¨® miedo y llor¨® de ni?o cuando le sali¨® al paso un tibur¨®n blanco en Australia, y que vive en una tranquila urbanizaci¨®n junto a la sosegada R¨ªa de Plentzia, sum¨® un t¨ªtulo de prestigio en Getxo.
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