Eric Ram¨ªrez, padre a distancia de una hija nacida en la guerra de Ucrania
El venezolano, delantero del Sporting, vive desde Gij¨®n el nacimiento de su primera descendiente, ahora en el s¨®tano de un hospital de Kiev, asediada por el ej¨¦rcito ruso
De todas las formas posibles de estrenar paternidad, la que le ha tocado a Eric Ram¨ªrez (Barinas, Venezuela; 23 a?os), nuevo delantero del Sporting de Gij¨®n, es una de las m¨¢s singulares. Una mezcla de felicidad y angustia que solo ¨¦l, si acaso, podr¨ªa explicar. A 3.500 kil¨®metros de distancia y con su hija Camila llegando al mundo en una cl¨ªnica de Kiev mientras en la ciudad ca¨ªan las bombas del ej¨¦rcito ruso.
¡°La madre y la ni?a est¨¢n bien, tranquilas, en el s¨®tano del hospital, que es bastante seguro dentro de lo que cabe. Hace tres d¨ªas s¨ª se escuchaban las explosiones, pero ahora est¨¢ todo en calma, me dicen. Ojal¨¢ lleguen a un acuerdo y pare todo esto. Yo contento de que mi hija haya nacido sin problemas, aunque verla por una pantalla y no poder abrazarla es bastante triste¡±, comenta al otro lado del tel¨¦fono desde los intestinos de El Molin¨®n, tras disputar los ¨²ltimos 20 minutos de la derrota 1-2 ante el Zaragoza en el 96. ?l sali¨® en el 73, lo intent¨® con dos disparos, carg¨® con una amarilla por protestar y se march¨® a su casa para ver si volv¨ªa a ver su ni?a a trav¨¦s del m¨®vil. ¡°Antes del encuentro logr¨¦ hablar con mi mujer y vi a Camila despierta¡±, apunta con voz seria.
Resuelto el parto con final feliz, ahora lo ¨²nico que le importa es sacar a ambas de Ucrania. ¡°Estoy tratando de tramitar lo m¨¢s r¨¢pido posible su salida a cualquier pa¨ªs cercano. La opci¨®n m¨¢s viable parece que es ir a Polonia en coche porque en avi¨®n, imposible y, a partir de ah¨ª, viajar a Espa?a o Venezuela. La clave es dejar atr¨¢s Ucrania. Me gustar¨ªa que estuviera ya en casa y que mi madre vea a la ni?a. S¨¦ que pronto voy a tener vacaciones y, si no es aqu¨ª [en Espa?a], voy a tener la oportunidad de estar con ella¡±, afirma Eric Ram¨ªrez, un ariete de ¨¢rea, con el pelo te?ido de rosa que no para de agradecer todo el apoyo de su nuevo club, al que lleg¨® hace un mes como cedido por el Dinamo de Kiev hasta final de temporada. ¡°He recibido mucha ayuda del Sporting, de mi selecci¨®n y de la federaci¨®n. Con tantas personas detr¨¢s, tengo mucha fe en que pronto podr¨¦ sacarlas de ah¨ª¡±, casi implora.
Este venezolano, ocho veces internacional con su selecci¨®n, fich¨® por el Dinamo Kiev el pasado verano tras rendir a buen nivel en el modesto Dunajska Streda, de Eslovaquia. En la capital ucrania, sin embargo, apenas disput¨® siete choques y meti¨® un gol. As¨ª que en las ¨²ltimas jornadas del mercado invernal se busc¨® un futuro en Gij¨®n y su mujer ¡ªFabiola, tambi¨¦n venezolana¡ª se qued¨® en Ucrania.
¡°Mi esposa est¨¢ con su madre, que lleg¨® dos d¨ªas antes del conflicto¡±
¡°No se vino conmigo porque era imposible, hermano. La barriga estaba muy grande, no pod¨ªa viajar, no pod¨ªa subir a un avi¨®n. Se hizo imposible¡±, asegura. ¡°Mientras estuvimos en Kiev, se hablaba mucho de una guerra, pero todo quedaba en palabras. No ten¨ªamos ni la menor idea de que iba a suceder algo as¨ª. De saberlo, mi mujer nunca se hubiera quedado all¨ª. Quer¨ªamos un parto tranquilo, ya que en mi pa¨ªs es bastante complicado, y al final termin¨® saliendo un poco mal¡±, lamenta. En medio de tanto accidente, al menos su esposa tiene al lado a su madre. ¡°Lleg¨® justo dos d¨ªas antes de que empezara la guerra. Se queda en el hospital. Es imposible salir de all¨ª. Parece que estos d¨ªas van a abrir y podr¨¢n estar en la casa donde viv¨ªamos, pero de momento no¡±, indica.
Camila vino al mundo en un parto inducido este s¨¢bado, sobre el mediod¨ªa. Todo fue muy r¨¢pido, tanto que al padre le pill¨® dormido. ¡°Hab¨ªa pasado una noche con bastante agobio por la situaci¨®n y, despu¨¦s del entrenamiento, me ech¨¦ a descansar. Al despertarme, ten¨ªa muchos mensajes. Una felicidad incre¨ªble. La ¨²ltima vez que hab¨ªa hablado con Fabiola, dos o tres horas antes, me dijo que hab¨ªa dilatado ocho cent¨ªmetros, le faltaba muy poco para llegar a los diez. Y la siguiente vez que conversamos ya hab¨ªa tenido a la ni?a¡±, relata el delantero. Camila hab¨ªa pesado casi cuatro kilos. ¡°La madre es un poco grande y no hab¨ªa manera de que saliera peque?a¡±, suelta este ariete de 1,88 en uno de los pocos gestos espont¨¢neos que se concede. ¡°Uno se imagina en el parto, pero toc¨® as¨ª. Va a tener un padre para toda la vida. Si una ni?a nace en una guerra es que Dios tiene muchos planes para ella¡±, zanja Ram¨ªrez.
¡°No vino a Espa?a porque no pod¨ªa viajar y no cre¨ªamos que pasar¨ªa esto¡±
Adem¨¢s del caso de este venezolano, la guerra le ha dado fuerte al Sporting. Contra el Zaragoza, en el debut en el banquillo de Jos¨¦ Luis Mart¨ª, sus dos laterales eran ucranios: Bogdan Milovanov (Lugansk, 23 a?os) por la derecha y Vasyl Kravets (Lviv, 24 a?os) por la izquierda, un joven cedido por el Legan¨¦s que, en cuanto Rusia atac¨® su pa¨ªs, respondi¨® golpe¨¢ndose el pecho. ¡°Quiero ir a la guerra y ayudar a mi gente. Pero no puedo porque no s¨¦ c¨®mo disparar, c¨®mo moverme, c¨®mo recargar un arma¡ pero quiero ayudar. Si pudiera, ir¨ªa al frente a defender mi territorio. Si mi pa¨ªs necesita de todos para defenderse, me voy. Hablo con el Sporting y me voy¡±, exclam¨® este jueves. De momento, este domingo disput¨® los 90 minutos. A lo que aspira Eric Ram¨ªrez y con su hija cerca, a la orilla del Cant¨¢brico.
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