En la Liga bebe el rico y se abstiene el pobre
En Inglaterra, con un historial legendario de violencia en el f¨²tbol, se puede beber alcohol en los estadios, mientras que en Espa?a est¨¢ prohibido desde 1990
En Espa?a se da por sentado que los ingleses son clasistas, pero los espa?oles, con su clima mediterr¨¢neo y natural bonhom¨ªa, se entienden con todo el mundo y, a la hora de tomarse una copa, no distinguen entre ricos y pobres, clase alta o baja, pieles oscuras o claras. En realidad, al menos en materia de consumo de alcohol en los estadios de f¨²tbol, los ingleses tratan exactamente igual al rico que al pobre mientras que en Espa?a los ricos o influyentes con acceso a palco pueden beber pero los pobres condenados a la grada no tienen derecho a consumir alcohol.
Se considera otra verdad establecida que f¨²tbol y alcohol casan mal y que la violencia en las gradas desaparece si desaparece tambi¨¦n la cerveza. Sin embargo se da la paradoja de que en Inglaterra, con un historial legendario de violencia en el f¨²tbol que se ha ido mitigando con el tiempo, se puede beber alcohol en los estadios mientras que en Espa?a, donde solo ha habido problemas ocasionales, est¨¢ prohibido hacerlo desde 1990.
Lo que de verdad separa a ambos pa¨ªses en este asunto es que mientras las autoridades en Espa?a tiran por la calle de en medio y eligen la v¨ªa m¨¢s f¨¢cil (la prohibici¨®n), los ingleses optan por una soluci¨®n m¨¢s tolerante pero m¨¢s compleja y m¨¢s cara: tolerar el consumo pero de forma controlada. Y ese control empieza invirtiendo en c¨¢maras de seguridad para identificar y expulsar a los revoltosos y se complementa desplegando un ej¨¦rcito de encargados de seguridad (los stewards) debidamente formados, siempre muy visibles tanto entre el campo y la grada como dentro mismo de las tribunas. En Espa?a tambi¨¦n los hay, pero en un n¨²mero tan insignificante que apenas cumplen la funci¨®n de disuadir a potenciales alborotadores, sobre todo en esas pat¨¦ticas gradas de animaci¨®n artificiales creadas para dar ambiente en televisi¨®n y para tener a los revoltosos juntitos y bajo control.
Adem¨¢s, en Inglaterra la polic¨ªa tiene la ¨²ltima palabra para decidir los horarios de los partidos e impone que los de alto riesgo se jueguen por la ma?ana para que los hinchas no tengan tiempo de emborracharse durante todo el d¨ªa a la espera del partido.
En Escocia, donde el alcoholismo es rampante, sigue prohibido el consumo en los estadios pero hay movimientos que defienden el levantamiento de esa prohibici¨®n salvo en partidos de muy alto riesgo como, por ejemplo, el derbi de Glasgow entre Celtic y Rangers. Y recuerdan el ejemplo de que la prohibici¨®n en el rugby se levant¨® en 2007 y no ha habido problemas. O que el cr¨ªquet no tiene mucho sentido si no puede consumir alcohol, y t¨¦, y s¨¢ndwiches de pepino durante los partidos.
Es esa minuciosa preparaci¨®n de la seguridad lo que permite a los ingleses ser mucho m¨¢s tolerantes. Pero tambi¨¦n en esto hay reglas sagradas: no se puede consumir alcohol en la grada (en el rugby o el cr¨ªquet, s¨ª). Los hinchas tienen que ir a los bares de los pasillos a comprar sus pintas de cerveza y se las han de beber all¨ª. Pero esa regla tambi¨¦n afecta al p¨²blico de los palcos: se puede beber dentro del palco, pero lo que no se puede es beber y ver el partido al mismo tiempo. Eso significa que, en cuanto empieza el partido se corren unas cortinas para que no se pueda ver el juego desde dentro del palco y los ocupantes tengan que salir (?sin copas, como todo el p¨²blico!), a su localidad en la grada, normalmente adyacente al palco.
Hay quien cree en Espa?a, de forma equivocada, que las cortinas se cierran para que los ricos puedan beber sin miradas ajenas. No es as¨ª. Es en Espa?a, en cambio, donde los hinchas de a pie no pueden beber ni en la grada ni en los pasillos mientras los privilegiados disfrutan del partido copa en mano en sus palcos e incluso en la grada. Eso se llama discriminaci¨®n. Eso es clasismo.
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