Rendirse nunca es una opci¨®n
El Madrid concede cuatro goles en el Etihad, se salva de otros cuatro y, sin que se le mueva un pelo, sale vivo en busca de una segunda oportunidad. Pasan las generaciones, pero mantiene intacta su rebeld¨ªa
Lo explicable
El City y el Madrid jugaron un partido apasionante en donde lo explicable y lo inexplicable convivieron como solo en el f¨²tbol puede suceder. Lo explicable tuvo que ver con ausencias importantes que condicionaron las defensas de los dos equipos. El 4-3 le pone n¨²mero a la superioridad de los atacantes sobre los sistemas defensivos. La calidad y la cantidad de centrocampistas del City explica que haya conseguido poco para lo mucho que gener¨®. Del mismo modo, la calidad deslumbrante de los delanteros del Madrid explica por qu¨¦ consigui¨® mucho, con poco. La recuperaci¨®n de los lesionados y suspendidos har¨¢ m¨¢s ordenada la vuelta en el Bernab¨¦u, siempre y cuando el estadio, como es su costumbre, no provoque estragos emocionales. De algo estoy seguro: ser¨¢ un partido abierto y limpio entre dos equipos ambiciosos. Los entrenadores lo garantizan.
Teor¨ªa de lo inexplicable
El Madrid se ha familiarizado tanto con los milagros, que descubri¨® su f¨®rmula: confianza, fe, calidad y resistencia en proporciones variables. Ahora decidi¨® exportarlos. Puede plantarse en el Etihad Stadium, conceder cuatro goles, salvarse de otros cuatro y, sin que se le mueva un pelo, salir vivo para esperar una segunda oportunidad en el Bernab¨¦u donde, como todo el mundo sabe, est¨¢ la f¨¢brica de producir milagros. Rendirse nunca es una opci¨®n, pero ese es otro milagro. Pasan las generaciones, se ponen la camiseta jugadores extranjeros que no se saben la historia del club, se transforma el f¨²tbol y la sociedad, pero el Madrid mantiene intacta su rebeld¨ªa a la derrota. Su capacidad de supervivencia. Es como si el club estuviera impregnado de una calidad competitiva que nunca sabremos si sube desde el campo a las tribunas o baja de las tribunas al campo. Esta semana tenemos otra oportunidad para intentar entenderlo.
Sexo y rock and roll
Debe ser verdad que la red es el himen del f¨²tbol porque, con el bal¨®n, el Liverpool son 11 tipos corriendo enloquecidos hacia la porter¨ªa contraria. Pero es que, cuando pierden el bal¨®n, son una jaur¨ªa que convierte en v¨ªctima al jugador que lo tiene. Un pobre tipo acosado por los cuatro costados. Algo as¨ª solo lo he visto en los documentales de National Geographic. Hace al menos dos a?os que intento explicarme tanta energ¨ªa. Sus esfuerzos son largos, repetidos y en velocidad. Lo hacen cada tres d¨ªas, porque siguen vivos en todas las competiciones, y sin diferenciar rivales peque?os de grandes. No se lesionan, no se cansan y no conocen la pereza. La organizaci¨®n, que es muy alta, y las individualidades, que son muy buenas, no se pueden desvincular de ese alarde f¨ªsico y emocional que convierte cada partido en una experiencia extrema.
El f¨²tbol musical de Thiago
En medio de ese v¨¦rtigo, hay un hombre tranquilo que se encarga de la pausa, sin la cual la m¨²sica ser¨ªa ruido y el f¨²tbol un desbarajuste. Se llama Thiago Alc¨¢ntara, es due?o de una t¨¦cnica lujosa y tiene criterio colectivo. Frente al Villarreal jug¨® 103 balones y perdi¨® uno, lo que, para empezar, asegura la continuidad del juego. Para alcanzar ese n¨²mero de intervenciones los compa?eros lo tienen que buscar, deben encontrarlo desmarcado y debe estar bien perfilado. A partir de ah¨ª mejora todos los balones que toca, lo que significa que el siguiente receptor lo recibe en mejores condiciones que ¨¦l. Seguramente fue Klopp qui¨¦n despoj¨® el juego de Thiago de un cierto gusto por el adorno que, al menos para m¨ª, hac¨ªa su juego demasiado barroco. Lo cierto es que alcanz¨® un grado de madurez que lo consagra como un jugador vital en uno de los mejores equipos del mundo.
Puedes seguir a EL PA?S Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.