La guerra en Ucrania refuerza la Liga Asobal
Hasta cinco jugadores del Motor, el equipo del pa¨ªs en la Champions, llegan al renqueante torneo espa?ol, beneficiado por un mercado abierto hasta el final
Al jugador lituano de balonmano Aidenas Malasinskas, ahora cedido en el Ademar Le¨®n, la invasi¨®n rusa en Ucrania le estall¨® literalmente en las narices. El avi¨®n de su equipo, el Motor Zaporiyia, tomaba tierra en Kiev de regreso de un partido de Champions justo la noche de febrero que Vlad¨ªmir Putin ordenaba el ataque militar. Toda la expedici¨®n se dio prisa por regresar lo antes posible a su ciudad en autob¨²s (500 kil¨®metros), pero a la ma?ana siguiente, ante la amenaza de los primeros bombardeos, este central de 36 a?os no dud¨® en salir r¨¢pidamente de all¨ª en coche junto a dos compa?eros de vestuario, el espa?ol Carlos Molina y el bielorruso Bokhan Viachaslau. Cuatro d¨ªas de trayecto y un fr¨ªo terrible para recorrer los 1.000 kil¨®metros que les separaban de la frontera polaca turn¨¢ndose entre los tres para dormir. ¡°Solo pas¨¦ un momento de miedo, cuando escuchamos disparos. Pero Bokhan me dijo que me tranquilizara, que eran de defensa, no de ataque¡±, recuerda ahora en calma desde Le¨®n. Un viaje que, seg¨²n el testimonio que luego ofreci¨® Molina, dej¨® m¨¢s peripecias que aquel episodio puntual.
Ellos son dos de los cinco jugadores de este equipo ucranio, representante del pa¨ªs en la ¨¦lite del gran torneo continental, que se han buscado la vida en la Liga espa?ola, al menos hasta final de temporada. El Motor tuvo que dejar de competir y accedi¨® a que la mayor parte de la plantilla se colocara donde pudiera para seguir en activo. Y de esa desgracia se ha beneficiado la Asobal con las llegadas de Zahkar Denysov (capit¨¢n ucranio) al Torrelavega, Malasinskas al Ademar Le¨®n, Molina al Sinf¨ªn de Santander, y Dmytro Horiba y el croata Luka Sebetic al Nava, el conjunto de un pueblo segoviano de apenas 3.000 habitantes (Nava de la Asunci¨®n). Este ¨²ltimo, eso s¨ª, decidi¨® recientemente hacer el viaje de vuelta a su pa¨ªs debido a una lesi¨®n. ¡°El chaval no pod¨ªa ni caminar por un pinzamiento y dijo que se sent¨ªa mal por no ayudar, que no hab¨ªa venido a robar. Se march¨® sin cobrar un duro¡±, explica Zupo Equisoain, un viejo lobo del balonmano espa?ol que ahora pelea por salvar del descenso al Nava.
Salvo el pedigr¨ª del Ademar Le¨®n, el resto de destinos de estos jugadores han sido clubes modestos en una Liga ya de por s¨ª con muchas cicatrices econ¨®micas. Todos ellos se quedan hasta final de curso a la espera de ver qu¨¦ ocurre con su club de origen, que busca volver a la competici¨®n la pr¨®xima campa?a, tal vez instalado en otro pa¨ªs.
¡°Nos hemos beneficiado de que la gran mayor¨ªa de las Ligas europeas, salvo la polaca, ya ten¨ªan cerrado el mercado y, sin embargo, aqu¨ª se pueden fichar jugadores hasta las ¨²ltimas cuatro jornadas. Si no, hubiera sido imposible que vinieran a Espa?a porque proceden de un equipo de Champions [estaba en el grupo del Barcelona] y, en condiciones normales, no podemos traer jugadores de este nivel, al margen del Bar?a¡±, matiza Equisoain.
Entregar el coche para llegar a la frontera
Una ventaja administrativa que dos zorros como ¨¦l y Manolo Cadenas, el t¨¦cnico de Ademar, han sabido aprovechar tirando de su extensa red de contactos. ¡°El contrato de Sebetic lo hice a trav¨¦s de Ivano Balic [leyenda a quien dirigi¨® en el Portland San Antonio] porque estaba entrenando en Croacia. El jugador hab¨ªa tardado cinco d¨ªas en coche en llegar hasta su pa¨ªs con su familia. Y luego Sebetic nos hizo de puente con Horiba, que se encontraba en Alemania junto al resto de ucranios. Por ah¨ª salieron estas dos opciones¡±, apunta Zupo.
El desembarco de Malasinskas en Le¨®n tambi¨¦n tuvo mucho de agenda. ¡°Lo tuve dos temporadas en el Granollers, hace una d¨¦cada, y siempre he mantenido el contacto con ¨¦l. Me lo intent¨¦ llevar al Wisla Plock [equipo polaco donde estuvo entre 2013 y 2016] y a ¨¦l, como a otros, les llamo para que me informen de jugadores que puedo fichar. De hecho, as¨ª me traje el verano pasado a su compatriota Zanas Virbauskas¡±, detalla Manolo Cadenas, que hace un mes tambi¨¦n fich¨® al hermano de este ¨²ltimo (Deividas), que quer¨ªa salir del conjunto ruso del Don Cossacks.
¡°Cuando llegu¨¦ a casa a Lituania¡±, apunta Malasinskas en un decente castellano, ¡°Manolo me llam¨® el primer d¨ªa, me propuso jugar en Le¨®n y no me lo pens¨¦ mucho. Lo conoc¨ªa a ¨¦l y tambi¨¦n la Asobal¡±. Hasta su llegada al Motor ucranio, este veterano central hab¨ªa hecho casi toda su carrera en Espa?a, en el Bidasoa de Ir¨²n, Logro?o y Puerto de Sagunto, adem¨¢s del Granollers.
A Aidenas le restan dos cursos de contrato en la escuadra ucrania. En Zaporiyia, donde viv¨ªa desde hac¨ªa siete a?os, a 200 kil¨®metros de la zona cr¨ªtica de Donb¨¢s, lo dej¨® pr¨¢cticamente todo antes de salir corriendo. Cuenta que a veces habla con su casera y le dice que todo est¨¢ tranquilo en esa localidad. ?l se march¨® a la carrera y, seg¨²n el relato de Carlos Molina -que se abrazaba a ¨¦l para no pasar fr¨ªo-, para terminar de salir del pa¨ªs los tres compa?eros de aventura tuvieron que superar el ¨²ltimo peaje: regalar el coche a los trabajadores de un puesto de control si quer¨ªan llegar hasta un compatriota de Malasinskas, que les estaba esperando a cinco kil¨®metros de la frontera polaca.
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