Nadal y el suplicio de nunca acabar: recae del pie y se despide de Roma

Sentado sobre la banqueta, Rafael Nadal clava la mirada en la tierra, apoyado sobre las rodillas y resignado ante ese viejo mal que vuelve a castigarle y no le abandona. De nuevo el pie, el maldito pie. Ese viejo demonio. Volvi¨® el dolor y de la mano la inquietud, los interrogantes, las dudas. El tic-tac m¨¢s indeseado. A poco m¨¢s de una semana para el comienzo de Roland Garros, el campe¨®n de 21 grandes vuelve a enfrentarse a una carrera contra el reloj. Poco importa en este caso la derrota contra Denis Shapovalov en los octavos de Roma (1-6, 7-5 y 6-2, en 2h 36m). El Foro It¨¢lico enmudece y arropa al espa?ol, que en los ¨²ltimos tiempos se ha reencontrado con su peor enemigo.

En marzo fue la costilla la que le fren¨® durante un mes y medio, y ahora, a las puertas del desembarco en Par¨ªs, su Ed¨¦n, es el pie el que amenaza. ¡°Siempre me duele. Es parte de mi d¨ªa a d¨ªa y m¨¢s cuando juego partidos largos. Tengo una lesi¨®n cr¨®nica e incurable¡±, recordaba la semana pasada en Madrid, cuando ya hab¨ªa alg¨²n que otro aviso. ¡°No estoy lesionado, soy un jugador que convive con una lesi¨®n¡±, matizaba este jueves, ya de noche en el Foro It¨¢lico. ¡°Es mi d¨ªa a d¨ªa. Es dif¨ªcil, la verdad... y a veces me cuesta aceptarlo. Me dol¨ªa mucho¡±, prosegu¨ªa el de Manacor, que la jornada previa hab¨ªa conseguido controlar el da?o en el cruce ante John Isner. No ante Shapovalov.

Y eso que todo hab¨ªa comenzado a pedir de boca, enmend¨¢ndose del mal arranque del d¨ªa anterior; dictando y ordenando frente al joven canadiense, el ¨²ltimo zurdo que hab¨ªa conseguido batirle. Fue hace cinco a?os, en Montreal; desde entonces, 23 triunfos consecutivos ante rivales de su mismo perfil, uno tras otro, en cadena. Todo iba de f¨¢bula hasta que el adversario meti¨® un pi?¨®n m¨¢s, se rebel¨® y endureci¨® el pulso. Repuesto a partir del saque, el talentoso rubio que ya le hab¨ªa ocasionado quebraderos de cabeza el a?o pasado ¨Cdos bolas de partido en los octavos¨C y este ejercicio en Australia ¨Cgolpe de calor, y del 2-0 al quinto set, al l¨ªmite f¨ªsico¨C se levant¨®.

Shapovalov (23 a?os, 16? del mundo) se adjudic¨® 16 de los ¨²ltimos 19 puntos en juego, cuando Nadal ya hab¨ªa optado por contenerse del todo y evitar un mal mayor, recordando los viejos fantasmas. Hace poco m¨¢s de un a?o, en Roland Garros, el pie volvi¨® a martillearle y le priv¨® del resto de la temporada. Ni Wimbledon, ni Juegos de Tokio, ni US Open ni Copa de Maestros. Se someti¨® a un ¡°tratamiento un poquito agresivo¡± en Barcelona, en septiembre, y bajo la supervisi¨®n del doctor ?ngel Ruiz Cotorro consigui¨® regresar y rendir al m¨¢ximo nivel. Luego vino el contratiempo de la costilla en Indian Wells, y en Roma se reproduce de nuevo el suplicio del pie. Otra frenada en seco.

Cojera evidente

No ofrece tregua ni respiro Shapovalov, un tenista desconcertante que va y viene, poli¨¦drico, de perfil tramposo; tan pronto produce algo genial como comete el error m¨¢s extravagante, se infla como se desinfla, sube y baja constantemente a lo largo de los partidos. Es una moneda al aire. En cualquier caso, el canadiense ¨Ccitado con Casper Ruud¨C exige estar permanentemente alerta y no permite bajar la guardia un segundo. Lo hizo un par de veces Nadal ¨Ccomienzo destemplado del segundo set y justo del pie en la resoluci¨®n de esa manga¨C y lo pag¨® caro. Todo hab¨ªa comenzado sobre ruedas, pero se torci¨® de mala manera. Otra vez, el dichoso escafoides.

¡°No, no ha sido en ning¨²n movimiento. Est¨¢ ah¨ª todo el rato¡±, apunt¨® el n¨²mero cuatro, que llegar¨¢ al Bois de Boulogne en una situaci¨®n in¨¦dita, sin haber haber jugado ninguna final de los tres Masters 1000 en tierra, Montecarlo, Madrid y Roma. ¡°A veces duele m¨¢s y otras menos. Lo de hoy era una locura. Me gustar¨ªa hablar de tenis, pero es lo que hay. A ver qu¨¦ pasa en los dos pr¨®ximos d¨ªas o durante esta semana. Desde que volv¨ª [en enero, tras m¨¢s de medio a?o en la reserva] ha sido duro. Es dif¨ªcil poder entrenar bien varios d¨ªas seguidos, a veces no puedo hacerlo¡±, ampli¨®.

Hab¨ªa dejado ver el balear alguna molestia en un par de apoyos, pero en ese ¨²ltimo juego, cuando se hab¨ªan intercambiado los breaks y hab¨ªa logrado recortar el terreno perdido al inicio de la manga, del 0-3 al 4-4, se resinti¨® definitivamente del pie y el escenario cambi¨® por completo. Se puso muy feo para ¨¦l, que trat¨® de disimular el gesto y continu¨® apretando los dientes, pero al final no pudo evitarlo. La cojera era evidente. Despu¨¦s de una carrera hizo una primera pausa, y a la siguiente no tuvo m¨¢s remedio que frenar y apoyarse sobre el toallero, en un receso de tres o cuatro segundos que parecieron ser mil. Ya no estaba jugando en Roma. La mente estaba en Par¨ªs.

¡°Lo peor es que estaba jugando mejor¡±

A partir de ah¨ª, con el partido roto, se dedic¨® a dosificar y a mantener el tipo, mod¨¦lico en la actitud y resignado a su suerte. Pese al azote del pie, no se rindi¨®. No abandon¨®. La grada romana le agradeci¨® el esfuerzo, pero la recta final se tradujo en un pesaroso desenlace que enciende la luz de alarma de cara a Roland Garros. El grande franc¨¦s comienza en 10 d¨ªas y el mal end¨¦mico del escafoides vuelve a asomar. Es, por en¨¦sima vez, Nadal contra el tiempo, pendiente del reloj y el dolor. Lo hab¨ªa controlado hasta ahora, pero en la Caja M¨¢gica llam¨® un par de veces a la puerta. Lo hace en Roma con m¨¢s fuerza y el futuro inmediato se convierte en una inc¨®gnita.

¡°Lo peor es que a nivel de juego me hab¨ªa sentido mejor. Empec¨¦ mucho mejor, calent¨¦ mucho mejor, entren¨¦ mucho mejor que el otro d¨ªa [contra Isner]. Eso me entristece. Cuando este tipo de problemas aparecen, el resto de las cosas, las positivas, desaparecen, ?no? No puedo decir m¨¢s. Ahora debo volver [a Espa?a] y tratarme. Tal vez las cosas est¨¦n mejor en un par de d¨ªas. No s¨¦ si descansar o entrenar, pero tengo una meta por delante y quiero seguir so?ando con ella. El doctor estar¨¢ a mi lado en Par¨ªs, y eso siempre ayuda¡±, concluy¨® Nadal.

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