Tercera etapa para D¨¦mare el d¨ªa que Bardet, enfermo, abandona el Giro de Italia
Con la retirada del franc¨¦s, Carapaz y Landa quedan como m¨¢ximos favoritos de la carrera, que se acerca, por fin, a las grandes etapas de monta?a en los Alpes, con el aperitivo de Superga, que gui?a el ojo a Nibali y Valverde
El pelot¨®n devora a los fugados en v¨ªa Roma. ?ltima recta. Sprint en Cuneo. V¨ªa Nizza. Victoria de D¨¦mare, la tercera de l¡¯uomo in ciclamino. Los Alpes, envueltos en bruma, tan vecinos, m¨¢s all¨¢ de las Langhe, tierra de partisanos, esperan. El domingo llega Cogne, en el parque del Gran Para¨ªso, ya en Aosta, se aclarar¨¢n para los corredores que quieren, al fin, desentra?ar el Giro del desgaste, a m¨¢s de 45 por hora por los campos piamonteses, que se ha llevado por delante a Romain Bardet, enfermo de calor y del est¨®mago.
A Cuneo llega Juanpe delante en un pelot¨®n disgregado como una manifa tras la intervenci¨®n de los de las porras y las balas de goma. El desgaste de ya 13 d¨ªas, la velocidad, el calor, las etapas que parece que no son nada y son maratones, se hace dolor de piernas, y a Juanpe, le dice Cataldo, su gregario de lujo, que toca sufrir, sufre, sufre, que esto se rompe al final y pierdes tu tesoro. ¡°Y yo siempre sufro en el llano, ¨ªbamos entonces a m¨¢s de 70, y sufr¨ª como un cerdo, pero llegu¨¦¡±, dice el ciclista lebrijano, ya 10 d¨ªas de rosa.
Bardet no llega a Cuneo, donde s¨ª est¨¢ Egan Bernal, que pasa unos d¨ªas de vacaciones con Mafe, su novia, y se ha pasado desde su M¨®naco por el Piamonte en el que vici¨® sus primeros meses en Europa. El jueves, en una fiesta cicl¨ªstica, sube al escenario y, 115 d¨ªas despu¨¦s de un accidente que le dej¨® al borde de la tetraplejia, dice que sue?a con correr la Vuelta, pero que todo est¨¢ a¨²n en el aire, que se entrena dos horas al d¨ªa, pero que no puede decir si volver¨¢ a correr en julio, en agosto, cu¨¢ndo. ¡°Pero qu¨¦ alegr¨ªa volver¡±, dice.
No halla alegr¨ªa sino llanto el ciclista franc¨¦s en su b¨²squeda de plenitud. Reci¨¦n salido de San Remo hacia la meseta y el agitado Tirreno, Bardet llora sobre el asfalto que quema, calor de Tour en mayo. El cuarto clasificado de la general se ha detenido, se ha bajado de la bicicleta, se ha sentado en el suelo y, su rostro es blanco, blanco, dice Marco Saligari, desde la moto de la RAI, y se lleva las manos al est¨®mago, que le duele. Cuando llega a su altura el coche del DSM, Bardet, de 31 a?os, se sube, se sienta en el asiento del copiloto, y vuelve a llorar. Su equipo informa: ¡°Romain se puso malo el jueves durante la etapa de G¨¦nova y por la noche se puso peor. Ha hecho todo lo posible por continuar, pero es imposible¡±.
Huy¨® de un equipo franc¨¦s, del Tour, y de las expectativas desmesuradas que le pesaban una tonelada despu¨¦s de haber quedado segundo y tercero en dos Tours, y en el equipo neerland¨¦s hablaba libre, paso de la presi¨®n, ya no me da miedo no responder a los deseos de los dem¨¢s, hab¨ªa llegado demasiado lejos en mi introspecci¨®n, en mis miedos, todo se acab¨®. Hablaba as¨ª la v¨ªspera del Giro, y ment¨ªa. Recordaba c¨®mo con esa libertad mental la hab¨ªa gozado el pasado Giro, s¨¦ptimo, y la Vuelta, donde gan¨® en las Villuercas, sobre Guadalupe, pero pensaba ganar el Giro.
Las contradicci¨®n necesaria del deportista de alto nivel. Qui¨¦ralo o no, siempre tendr¨¢ presi¨®n, deseo de destacar, de, llegada una monta?a, salir del pelot¨®n y escalar solo, delante de todos, y lo intenta el domingo pasado en el Blockhaus, y le acompa?an Landa y Carapaz, que sufre a su rueda. Y los tres creen, saben, que uno de ellos ser¨¢ el ganador final. La tensi¨®n del deseo da sentido a su oficio, a los sacrificios, a los dos golpes que se da en la cabeza, en la Volta del 19, desorientado en el suelo, mirada perdida, tan fr¨¢gil parece, tan vulnerable, y en el Tour del 20. Carapaz y Landa se quedan m¨¢s solos, y el martes, el Valico de Santa Cristina.
No halla la felicidad esperada Alejandro Valverde en su ¨²ltimo Giro, un Giro que llega a la bas¨ªlica de Superga, la cuesta sagrada de la Mil¨¢n-Tur¨ªn, la cl¨¢sica italiana m¨¢s antigua, y ante Valverde la cabeza de Valverde se bifurca, como los senderos de un jard¨ªn, por d¨®nde ir, una elecci¨®n, una duda. ¡°Mentalmente... de momento seguimos ah¨ª¨ª¨ª¨ª¨ªi¨ª entre los mejores de la general¡±, dice el murciano, d¨¦cimo, a 1m 23s de Juanpe, siempre rosa. ¡°A ver, a ver si podemos intentar ganar una etapa. Est¨¢ claro que si est¨¢s metido ah¨ª va a ser mucho m¨¢s dif¨ªcil, porque no me van a dejar entrar en una fuga y me la tengo que jugar con los m¨¢s fuertes, pero a ver lo que decide tambi¨¦n el equipo, si seguimos, si levantamos el pie, o qu¨¦ hacemos...¡±
- Pero, a usted, ?qu¨¦ le pide el cuerpo?
- Hombre, me gustar¨ªa ganar una etapa. Al final, hacer el siete que el ocho en la general... Una etapa me gusta... La de Tur¨ªn, el Superga, est¨¢ muy bien, a ver si no llega fuga e intentaremos estar ah¨ª, claro, ya he hecho segundo y tercero en la Mil¨¢n-Tur¨ªn, toca ganar.
El equipo le hab¨ªa prometido libertad y alegr¨ªa en su Giro de despedida, y, dice Eusebio Unzue, el jefe de su equipo, as¨ª sigue siendo. La promesa sigue en pie. ¡°Lo ¨²nico que nos interesa es su felicidad¡±, dice Unzue, que asegura que no influye en la absoluta libertad del murciano el hecho de que Sosa, el l¨ªder te¨®rico del Movistar, no est¨¦ a la altura. ¡°Ya sab¨ªamos, ya sab¨ªamos¡ El problema es que Valverde es tan profesional que es incapaz de levantar el pie, dejarse ir, perder tiempo adrede para tener libertad de movimientos¡±.
La misma personalidad que Vincenzo Nibali, que amar¨ªa el s¨¢bado lanzarse Superga abajo hacia el Po que le espera, un descenso a la Nibali, una victoria como un Lombard¨ªa, y Valverde a su lado, o que Pozzovivo. Entre los tres, y pasado m¨¢s de medio Giro est¨¢n entre los 13 primeros de la general, suman 120 a?os casi. El n¨²mero asusta y admira, y tambi¨¦n le aburre al murciano, que aporta 42 a la suma (40 har¨¢ Pozzovivo en noviembre y 38 el Tibur¨®n), y responde con fastidio, como si el hecho de que haya tantos viejos arriba quitara valor a su historia propia. ¡°Est¨¢ claro que seguimos estando ah¨ª, nos encontramos bien de forma y ya est¨¢¡±, dice.
- Est¨¢ llegando Juanpe¡ ?Le quita alg¨²n peso que haya un joven espa?ol de rosa?
- No, hombre, yo peso no tengo ninguno. Est¨¢ claro que el que est¨¦ ah¨ª Juanpe es un orgullo. Ya lleva ah¨ª muchos d¨ªas y lo est¨¢ aguantando muy bien. Y en Espa?a tenemos, tenemos j¨®venes, est¨¢ Landa tambi¨¦n, est¨¢ Pello, tenemos a Enric... Tenemos a much¨ªsima gente¡
- Hombre, j¨®venes¡ Y tienen m¨¢s de 30 a?os, o casi¡
- Comparados conmigo son todos j¨®venes, jajaja¡
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