Evenepoel doma a las fieras en la Vuelta a Espa?a

Con Evenepoel no se juega. Al Hulk de la Vuelta no se le tose ni se le pone en jaque. Ya lo sabe Enric Mas, que lo intent¨® por tres veces, al fin valiente por jugar al ataque, gallardo, orgulloso... e incapaz. Tambi¨¦n lo probaron otros muchos, cada uno con su tema, algunos en la encarnizada lucha por el podio; otros por la gloria de la etapa. Pero nada ni nadie pudo con el maillot rojo con honores, que a escasos 200 metros de meta se inclin¨® sobre la bicicleta, agach¨® la cabeza y sac¨® chispas al girar las bielas, pedaladas de genio y de fuego, esprint inabarcable y segunda victoria al canto tras la conseguida en la contrarreloj individual. Sin Roglic en el pelot¨®n, ca¨ªdo al suelo a la vez que sus ambiciones de revalidar por cuarta vez su corona, el ¨²nico que pareci¨® amenazar con ser su kryptonita, Evenepoel no tiene rival.

Cuentan los ciclistas que la Vuelta es la carrera m¨¢s divertida, acaso tambi¨¦n la m¨¢s loca porque es la ¨²ltima de las grandes ya que los corredores luchan por los objetivos finales tanto a nivel individual ¡ªlaureles, curr¨ªculo y opciones de fichajes¡ª como de equipo, siempre pendientes de los puntos. Y eso explic¨® la jornada de Trujillo al Alto del Piornal, etapa en may¨²sculas que a cualquiera le reconcilia con el ciclismo. Un d¨ªa, claro, en el que Evenepoel dom¨® a las fieras.

Todo empez¨® en Trujillo, donde los abundantes y jubilosos aficionados se arremolinaban para ver la salida tras las vallas, para aplaudir y animar a un pelot¨®n que de inicio rodaba por el suelo empedrado, magn¨¦tica postal medieval que reposa sobre un promontorio gran¨ªtico. Una puesta en escena hermosa, un pase¨ªllo de disfrute, tambi¨¦n la calma antes de la tempestad.

Todo ocurri¨® al galope, pues se corri¨® la primera hora a 50 km/h, con fugas infructuosas y un accidente entre un racimo de corredores que pas¨® la peor de las facturas para Jay Vine ¡ªhasta entonces maillot de lunares, sucedido ahora por Carapaz¡ª, que ya no se volvi¨® a subir a la bicicleta. Otro afectado fue Carlos Rodr¨ªguez, que se dio de bruces con el suelo, sangre por doquier, maillot roto, raspones y magulladuras. Aunque, batallador, decidi¨® seguir en pie, luchar por el podio en su primera grande. No fue posible, por m¨¢s que hizo lo que pudo, que, vistas las dos ¨²ltimas ascensiones al Alto del Piornal (13,5 kil¨®metros con una pendiente media del 5,5% y tramos al 12%) fue mucho.

Antes de eso, en cualquier caso, la carrera se dinamit¨®, puesto que hasta 41 rebeldes consiguieron fraguar la fuga ¡ªllegaron a contar con nueve minutos de ventaja¡ª, ciclistas de todos los equipos bajo una clara declaraci¨®n de intenciones; quer¨ªan la etapa ahora que no hay un equipo que gobierne en la punta de lanza del pelot¨®n porque Quick-Step no tiene piernas por m¨¢s que quiera defender al l¨ªder. Pero no se salieron con la suya como tampoco lo logr¨® UAE con su arriesgada pero animosa estrategia, ya que decidi¨® atacar con Jo?o Almeida. Bien para ayudar a Ayuso en caso de le dieran las piernas para un ataque en el ¨²ltimo puerto; bien para poner en jaque a los rivales porque era el sexto en la general a 6m 51s, tiempo suficiente para dejarle hacer pero insuficiente para que se marchara demasiado.

10 kil¨®metros de videoteca

Resulta que en los ¨²ltimos 10 kil¨®metros dio para todo. Empez¨® Mas, primer arre¨®n al que Evenepoel sigui¨® sin problemas, despu¨¦s prolongado por la intentona de Superm¨¢n L¨®pez ¡ªya es cuarto en la general tras adelantar al dolorido Carlos Rodr¨ªguez¡ª, siempre con Ayuso como sombra, atornillado al tercer caj¨®n del podio. Pero despu¨¦s, mamma mia!, el l¨ªder se marc¨® un latigazo que hizo temblar el mundo. ¡°Fue un ataque muy duro, con todo, quer¨ªa sorprender¡±, reconoci¨®. Suficiente para pillar a los de delante menos a Robert Gesink, Quijote en tierras extreme?as al luchar contra dos molinos de viento, los dos primeros en la general.

Porque s¨ª que Mas prob¨® otro ataque a falta de 4,5 kil¨®metros ¡ªde nuevo se qued¨® en agua de borrajas¡ª y s¨ª que Evenepoel le devolvi¨® la moneda pocos metros despu¨¦s. Pero el pen¨²ltimo, el de Mas a un kil¨®metro, fue el definitivo para abrir hueco con el resto, para quedarse mano a mano con el belga y con un Gesink que, tras hacer la subida en solitario, bocanadas de aire angustiosas, se qued¨® sin chicha ni pulmones. Ah¨ª fue cuando Evenepoel agach¨® la cabeza y puso el turbo, cuando al cruzar la meta solt¨® un grito de satisfacci¨®n y superioridad, pues ya solo quedan tres etapas y solo una en la que le pueden hacer da?o (s¨¢bado en el Puerto de Navacerrada). Aunque, domador de fieras y sin su kryptonita delante, parece visto para sentencia.

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