Alex Honnold a vida o muerte: sale a la luz el v¨ªdeo m¨¢s estremecedor del escalador estadounidense
Once a?os despu¨¦s de filmar el solo integral m¨¢s dif¨ªcil del norteamericano en Yosemite, el realizador Peter Mortimer lo comparte de forma gratuita
En 2011, el escalador estadounidense Alex Honnold escal¨® en solo integral (es decir, sin cuerda) una v¨ªa de 40 metros bautizada como The Phoenix, localizada en el californiano valle de Yosemite. La noticia recorri¨® sin pena ni gloria solo las redacciones de los medios especializados. Pese a ello, nadie antes hab¨ªa sido capaz de escalar de esta manera tan comprometida una ruta tan dif¨ªcil, graduada como 7c+ en una escala que discurre entre el cuarto grado y el noveno. Para entender mejor esta complejidad, basta decir que la gran mayor¨ªa de los escaladores jam¨¢s llegan a alcanzar este grado de dificultad escalando, por supuesto, con la protecci¨®n de la cuerda.
El mismo Honnold, sin embargo, alcanzar¨ªa fama mundial en 2017 tras escalar en solo integral la v¨ªa Freerider de El Capit¨¢n, localizada tambi¨¦n en Yosemite: casi mil metros de pared sin emplear la seguridad de una cuerda. La haza?a, recogida en el documental Free Solo, gan¨® un Oscar en 2019. Ninguno de los 33 largos (o secciones) de Freerider es tan dif¨ªcil como la v¨ªa The Phoenix. Once a?os despu¨¦s, la productora Reel Rock ha sorprendido con la difusi¨®n de un corto de ocho minutos de duraci¨®n que recoge dicha ascensi¨®n a The Phoenix, uno de los momentos m¨¢s alucinantes de la historia de la escalada y que causa a partes iguales incredulidad y desasosiego.
El trabajo, filmado y coprotagonizado por Peter Mortimer (el autor de dos de los mejores documentales de escalada jam¨¢s filmados: The Dawn Wall y The Alpinist), es una pel¨ªcula de terror que no por saber que acaba bien deja de estrujar los nervios del espectador.
La v¨ªa discurre casi en paralelo a la ca¨ªda de agua de Cascade Falls, y es famosa por varios motivos: el primero, su dificultad, una fisura de dedos extraplomada (que supera los 90 grados de inclinaci¨®n respecto al plano horizontal) sumamente t¨¦cnica. El segundo problema es que discurre por un granito donde los pies encuentran una pobre adherencia. Los locales afirman que la roca patina y que perder el apoyo de un pie es algo com¨²n, y esto es algo que ning¨²n escalador desea encontrar. Y despu¨¦s est¨¢ el hecho inconcebible de tener que asumir que al escalar sin cuerda, cualquier error puede acabar con su vida.
La ruta empieza en una repisa ubicada en mitad de la pared y a la que solo se puede acceder en r¨¢pel (descolg¨¢ndose con la cuerda) desde la parte superior del muro. Eso hicieron aquel d¨ªa de junio de 2011, al amanecer, Alex Honnold y Peter Mortimer. Este se qued¨® justo donde acaba The Phoenix mientras Honnold se deslizaba por la cuerda comprobando que la ruta no estuviese mojada. Un segundo c¨¢mara se coloc¨® frente a la pared. Una vez en la repisa, Honnold se quit¨® el arn¨¦s, la ropa sobrante, hundi¨® sus manos en la bolsa de magnesio, sopl¨® para sacudirse el excedente y abandon¨® la seguridad del lugar para enfrentarse a 40 metros de escalada¡ A vida o muerte.
Peter Mortimer no ha explicado por qu¨¦ ha guardado tantos a?os esta cinta ¨²nica en la que se puede ver la ascensi¨®n en su totalidad. Puede que temiese un efecto contagio, que escaladores sin las capacidades f¨ªsicas y psicol¨®gicas de Honnold se aventurasen a escalar sin cuerda. O puede que los patrocinadores del norteamericano no deseasen esa publicidad. Sin embargo, unos pocos segundos de esta grabaci¨®n pudieron verse en el programa 60 minutos de la CBS en octubre de 2011, en el transcurso del cual la entrevistadora pregunta a Honnold por qu¨¦ no quiso m¨¢s p¨²blico que el de Peter Mortimer aquel d¨ªa. Su respuesta es elocuente: ¡°Jam¨¢s habr¨ªa aceptado que hubiese arriba un grupo de gente mirando, y te puedo asegurar que no habr¨ªas deseado verlo¡ habr¨ªa sido tan extra?o, tan intimidante, que nadie habr¨ªa estado c¨®modo como espectador¡±.
Peter Mortimer puede dar fe de ello: parece sufrir mucha m¨¢s presi¨®n y angustia que el propio Honnold. Nadie desea ser testigo de un accidente fatal. En un momento, mientras trata de enfocar los dedos del escalador buscando un punto de sujeci¨®n en la roca, las manos de Mortimer empiezan a temblar y el plano se emborrona y se pierde. Mortimer, un apasionado del f¨²tbol europeo que conoce todas las estad¨ªsticas de nuestra Liga, tuvo la fortuna de ser testigo de la haza?a por un asunto log¨ªstico: alguien ten¨ªa que retirar la cuerda tras el r¨¢pel y recoger el material de Honnold. Se considera que Honnold ha realizado m¨¢s de 1.500 ascensiones sin cuerda, el 95% de ellas sin c¨¢maras ni p¨²blico.
Dedos de di¨¢metro inusual
La ruta fue escalada en libre, es decir con cuerda y protecciones colocadas en la roca, por Ray Jardine y John Lakey en 1977. Jardine revolucion¨® el material de escalada al inventar los empotradores de levas, seguros de quita y pon en la roca que permitieron en muchos casos prescindir de los clavos para favorecer un tipo de escalada m¨¢s limpio y r¨¢pido. Prescindir del invento de Jardine para fluir por las paredes es algo que ni siquiera el 1% de todos los escaladores del planeta podr¨ªan hacer¡ o desean hacer.
Alex Honnold tiene unos dedos de un di¨¢metro inusual: se ven desproporcionados y son tanto una enorme ventaja como un problema. En The Phoenix, el paso clave discurre por una fisura que sus dedos rellenan con facilidad, facilitando su progresi¨®n, pero en una secci¨®n supuestamente m¨¢s sencilla, la fisura es tan fina que sus dedos apenas tienen margen para empotrarse, con el consiguiente cansancio y la espantosa posibilidad de que resbalen. Al poco de completar la ascensi¨®n, Honnold, muy cr¨ªtico consigo mismo, reconoce haber escalado mal: sufriendo m¨¢s tensi¨®n de lo esperado. La c¨¢mara solo recoge, en cambio, movimientos fluidos y certeros. Y la posibilidad real de una muerte instant¨¢nea en directo.
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