De negocios y otros asuntos
Con la Copa llega el aroma y la esencia del viejo f¨²tbol y el equipo peque?o sue?a con derrotar al grande
Pau Gasol es alguien a quien siempre hay que escuchar con los o¨ªdos bien abiertos porque siempre tiene opiniones y criterios interesantes y porque tiene una enorme experiencia en trabajar dentro de uno de los mundos m¨¢s profesionalizados como es la NBA. Esa conexi¨®n con el deporte americano le permite anticipar cuestiones que para la vieja Europa deportiva son tab¨², o casi.
Dec¨ªa Pau hace unos d¨ªas que el f¨²tbol deb¨ªa adaptarse a la idea, a la realidad, de que es un negocio. Nada que suene a demasiado revolucionario ni incorrecto ni contracultural porque si hay algo que es cada vez m¨¢s evidente es que si alguien, sea fondo de inversi¨®n o particular, pone su dinero en una actividad como es el f¨²tbol, lo realiza esperando tener un retorno positivo de su inversi¨®n y que va a poner esa eficiencia econ¨®mica por delante de las expectativas de sus seguidores o de eso que antes se llamaba el Club y que ahora queda resumido a la parte deportiva del mismo, la que siempre gasta y la que casi siempre produce. Vamos, que a mejores resultados deportivos le corresponden mejores resultados econ¨®micos, bien directos por asistencia de p¨²blico o ventas de camisetas y merchandising o bien indirectos como la mejora en las condiciones de negociaci¨®n con las maracas asociadas al club o a nuevas interesadas en integrarse en un proyecto de ¨¦xito o los futuros derechos de televisi¨®n. En definitiva, lo que mejora es el valor de marca del club, algo que hace a?os era un intangible pero que hoy en d¨ªa se puede estimar y monetizar de forma m¨¢s evidente.
La cuesti¨®n es que mientras el f¨²tbol, bueno, digamos que el negocio del f¨²tbol, va virando a las coordenadas indicadas por Gasol, el f¨²tbol, el juego y su cultura, sigue viviendo en un d¨ªa a d¨ªa tan intenso y fren¨¦tico que reci¨¦n acabamos de proclamar a Argentina como campeona del mundo y ya tenemos a sus jugadores vistiendo las camisetas de sus respectivos equipos, jugando en pa¨ªses a los que hace unas semanas se quer¨ªa derrotar y a sus aficionados reclamando ver la excelencia de esos campeones puesta al servicio de sus respectivas causas.
Tambi¨¦n ofrece el f¨²tbol local la posibilidad de rehabilitarse de una competici¨®n mundial tal vez fracasada, tal vez decepcionante, tal vez triste, con la llegada de nuevos derbis y partidos del siglo que ya asoman en el horizonte, por donde ya empiezan a llegar los compases lejanos pero presentes del himno de la Champions y sus retos. Y en medio de la vor¨¢gine y de los designios del futuro llega la Copa para traernos el aroma y la esencia del viejo f¨²tbol. Ese en el que el equipo peque?o sue?a con derrotar al grande porque puede aprovecharse de un c¨¦sped que ser¨¢ extra?o para los que est¨¢n acostumbrados a las alfombras de la Primera Divisi¨®n o porque juntar una noche mala de ellos, los de Primera, con una excepcional nuestra, los otros, tambi¨¦n es posible y m¨¢s en semana de Reyes Magos, o porque por 90 minutos recordemos que tambi¨¦n tenemos un primer club en nuestra sangre, el de nuestro pueblo, el de nuestra ciudad, el de nuestros ancestros, a los que animamos con un ¡°?S¨ª se puede!¡± que supone la derrota de ese equipo al que animaremos cada fin de semana pero no hoy.
Que se lo digan a Oriol Soldevila, formado en el f¨²tbol base del Bar?a, socio del club y autor de un hat trick que casi manda a la lona a los blaugrana. Habr¨¢ que disfrutar de estas bellas historias antes de que el negocio nos deje hu¨¦rfanos de las mismas.
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