Hoy d¨ªa, raci¨®n doble de velocidad
Ya no se precisa una gran habilidad, ni tan siquiera un gran f¨ªsico. La ¨²nica salida para competir es agobiar al oponente, tener decisi¨®n, gran envergadura y un potente saque
Cuando empec¨¦ a entrenar en el Club Tenis Manacor hace m¨¢s de treinta a?os y a ilusionarme con la idea de que alguien entrenado por m¨ª lograra llegar a ser un profesional de nuestro deporte, mi preocupaci¨®n ya era intentar descubrir qu¨¦ caracter¨ªsticas deb¨ªan reunir mis alumnos mejor dotados para alcanzar este prop¨®sito. Con ese fin, yo iba analizando el juego y las estrategias de los grandes tenistas para a posteriori poderlas aplicar. Me dediqu¨¦, entre otras cosas, a observar la velocidad media de intercambio durante sus peloteos.
Con un m¨¦todo rudimentario, ayudado de un cron¨®metro, iba tomando el tiempo que duraban toda una serie de rallies en los mejores encuentros de la ¨¦poca y lo divid¨ªa por el n¨²mero de golpes llevados a cabo. Recuerdo que en la final del Open de Estados Unidos de 1988 entre Mats Wilander e Ivan Lendl la velocidad fue inferior a la de la semifinal entre Bj?rn Borg y Jimmy Connors de 1981. La evoluci¨®n de los nuevos jugadores se basaba en aquel entonces en cambios estrat¨¦gicos, en golpes mas angulados, en darle diferentes efectos a la bola o en retardar o acelerar las subidas a la red. Los mejores tenistas marcaban la tendencia y los que los segu¨ªan intentaban, como es normal, encontrar t¨¢cticas que pudieran neutralizarles.
A d¨ªa de hoy, y desde hace ya cierto tiempo, la principal variante que ha hecho evolucionar el juego, ha sido la creciente velocidad de los intercambios. En una conversaci¨®n que mantuve con Andy Murray en el ¨²ltimo US Open, ¨¦l mismo me coment¨®: ¡°No s¨¦ c¨®mo lo hacen, pero los j¨®venes de hoy golpean la bola cada vez m¨¢s fuerte. Me cuesta demasiado devolv¨¦rsela¡±.
La principal preocupaci¨®n a la que nos vemos irremediablemente abocados los entrenadores actuales es la de lograr que nuestros jugadores impriman cada vez mayor rapidez. Esta velocidad, que tuvo su momento de inflexi¨®n con los nuevos materiales que empezaron a usarse para elaborar las raquetas y con el aumento de la dimensi¨®n de la cabeza de las mismas, ha ido en aumento a?o tras a?o hasta llegar a la situaci¨®n actual, donde la ¨²nica estrategia posible para neutralizarla es una intensidad todav¨ªa mayor.
Ayer mismo, viendo el encuentro que enfrentaba a Stefanos Tsitsipas y a Jannik Sinner, me planteaba qu¨¦ podr¨ªa decirles a cualquiera de los dos si yo fuera su entrenador. No se me ocurri¨® otra cosa que intentaran ser todav¨ªa m¨¢s agresivos. Y lo mismo le comentamos asiduamente Fred Fontang y yo a Felix Auger-Aliassime, quien finalmente cay¨® derrotado ante Jiri Lehecka. Podemos ir puliendo esto o lo otro, por supuesto, pero la estrategia a la que ni ¨¦l ni nadie puede renunciar hoy d¨ªa es la de devolver el saque o cualquier golpe con todav¨ªa mayor intensidad.
Esta es la gran dificultad del tenis que estamos viendo en la actualidad. Ya no se precisa una gran habilidad, ni tan siquiera en todas las ocasiones, un gran f¨ªsico. Agobiar al oponente, tener decisi¨®n, velocidad, gran envergadura y un potente saque son, no solamente las caracter¨ªsticas m¨¢s importantes que deben aunar los tenistas, sino pr¨¢cticamente la ¨²nica posibilidad que les permite serlo en el tenis actual.
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