Remco y Roglic, espect¨¢culo sin fin en la Volta Catalunya

La gazuza de Evenepoel bast¨® para reventar la etapa, para explicar una vez m¨¢s que en el ciclismo corren muchos pero solo ganan unos pocos, todos regidos bajo la dictadura con pedales de seis ciclistas. Dos de ellos est¨¢n en la Volta, Evenepoel y Roglic (Poga?ar, Vingegaard, Van der Poel y Van Aert son los otros), guerreros sobre dos ruedas que ofrecen espect¨¢culo d¨ªa s¨ª y d¨ªa tambi¨¦n. Lo mismo que ocurri¨®, claro, en la pen¨²ltima etapa de la Volta. Fue show, fue exhibici¨®n y fue hasta feria circense, todo en uno. Tambi¨¦n un sprint final para paladear, un triunfo de Groves para que se remarcara como el Usain Bolt de la Volta.

Se supon¨ªa que esta etapa ser¨ªa de transici¨®n, jornada con repechos y monta?as de poco calado, presunto d¨ªa de asueto para los l¨ªderes porque el domingo tocaban curvas con las cuestas de Montju?c. Pero Evenepoel, gallardo y orgulloso, no pensaba lo mismo. Y as¨ª lo explic¨® a falta de 500 metros de coronar el coqueto Alt de la Creu d¡¯Aragall, a falta de 30 kil¨®metros de meta. Fue una de esas arrancadas que dejan huella en el asfalto, fuego puro que solo pudo replicar Roglic, anonadado el resto del pelot¨®n por la osad¨ªa. El¨¦ctrico y genial, el belga empuj¨® y empuj¨®, acelerones en cada mont¨ªculo para tratar de abrir brecha y alcanzar a un Marc Soler que tambi¨¦n prob¨® fortuna unos kil¨®metros antes. Pero el esloveno, una lapa, no se despeg¨® ni un ¨¢pice. No se suelta ni con disolvente. Hasta que a Evenepoel le pudo la rabia, tambi¨¦n el teatro. M¨¢s que nada porque le pidi¨® en varias ocasiones, aspavientos de por medio, que le diera relevo, que se lo jugaran entre ellos. Pero esa biso?ez no casa con Roglic, que entend¨ªa, con raz¨®n, que no deb¨ªa entrar en el calent¨®n ni exponerse, que era el l¨ªder y ya ganador de dos etapas, que para qu¨¦.

Enrabietado y desencajado, Remco ech¨® el freno y el poco pelot¨®n que quedaba -se hab¨ªan perdido muchas migas de Hansel y Gretel por el camino- los absorbi¨® a falta de nueve kil¨®metros. Lo que no impidi¨®, en cualquier caso, que volviera a atacar en el segundo esprint intermedio para llevarse un segundo. O, m¨¢s bien, para recuperar el que Roglic le hab¨ªa sacado en la bonificaci¨®n anterior porque la carrera empez¨® con tropecientos intentos de fuga que no dieron fruto, preocupados todos en tener a hombres en ella. Solo entonces Evenepoel entr¨® en raz¨®n, pues acept¨® que su rival le estrechara la mano, que uno corre para atrapar y el otro para no ser atrapado.

Puede que pasaran muchas cosas de Martorell a Molins de Rei. Que varios ciclistas lograran abrir brecha durante unos kil¨®metros; que Marc Soler dinamitara las pulsaciones; que Egan Bernal (exganador del Tour que sufri¨® un accidente que casi le cuesta la vida el a?o pasado) se retirara por darse de bruces con el suelo; que Israel y Bahrain tiraran para pelear por los puestos nobles. Pero lo que pas¨® realmente es que Roglic y Evenepoel no dan tregua y que lo suyo es un espect¨¢culo sin fin. Bueno, menos en los esprints, donde ah¨ª manda Groves, sensacional el australiano que pinch¨® a pocos kil¨®metros de meta, recuper¨® posiciones, se dio el gusto de sacarle el hombro a un Remco que todav¨ªa ten¨ªa fuerzas, y volvi¨® a conquistar la etapa como hiciera en Sabadell por un golpe de ri?¨®n y en la foto-finish. En la Volta, pues, de transici¨®n hay poco. Queda Montju?c. Roglic y Evenepoel, una vez m¨¢s, tienen la palabra.

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