El Manchester City da una lecci¨®n al Real Madrid
El equipo de Guardiola, solo detenido por Courtois, barre al campe¨®n m¨¢s pacato en siglos con un Rodri imperial y jugar¨¢ la final de Estambul contra el Inter
El Madrid m¨¢s pacato en siglos abdic¨® en M¨¢nchester ante un City abrumador que le dio una lecci¨®n hist¨®rica. Un ba?o para el campe¨®n, que no dijo ni mu en suelo ingl¨¦s. Un Real ordinario sobado por un adversario con m¨¢s f¨²tbol y volumen desde el calentamiento hasta la ¨²ltima traca. Un City futurista camino de su segunda final, la cumbre de Estambul, donde el pr¨®ximo 10 de junio lo espera el Inter. De nada sirvi¨® que Courtois detuviera a Haaland, ese futbolista llegado del m¨¢s all¨¢ que se fue seco de la eliminatoria. Lo mismo dio. En el City no faltan solistas en un cuadro coral. En el Etihad, Bernardo Silva al frente con dos goles. Remach¨® el grupo local con un autogol de Milit?o y tambi¨¦n sac¨® el mazo Juli¨¢n ?lvarez. Un City con Rodri por bandera. Un Madrid de garraf¨®n, tan mustio que Vinicius, ese polvorilla de primera, fue un simple monaguillo. Un reflejo de un Real incre¨ªblemente chato, un ambulante por M¨¢nchester.
Por Inglaterra, un Real Madrid fosilizado. Un City absolutista. Un equipo, el de Pep Guardiola, con un timbre de autoridad que hasta rebaj¨® a un Madrid que suele ir por la Copa de Europa de flechazo en flechazo. Nada que ver con el City amodorrado y vacilante de Chamart¨ªn. En la vuelta, un equipo con tonelaje, agudo.
Al frente de los citizen, Rodri, al que ya hace tiempo que le cabe el campo en las botas. Por delante, volantes en bandada, caso de Bernardo Silva, De Bruyne y G¨¹ndogan. Como banda sonora en el ¨¢rea de Courtois, Haaland, al que se le fueron dos cabezazos solo porque enfrente estaba el meta belga, que lo mismo interfiri¨® con su cadera derecha que con un palmeo categ¨®rico. No sintonizaba el Real, momificado, de miranda. Ni gotas de Kroos y Modric. Ni un soplo de Valverde. Ni un pellizco monjil de Vinicius, con Rodrygo y Benzema fuera de foco. Un Madrid envarado, inopinadamente apolillado, solo sostenido por el andamio de Courtois.
Bernardo Silva atormentaba a Camavinga y Grealish era m¨¢s revoltoso que en la ida ante Carvajal. Los movimientos constantes de De Bruyne y G¨¹ndogan atornillaban al campe¨®n, amordazado en cada asalto por Rodri ¡ªgobernante del campo base¡ª por Stones, por Walker. Un conjunto con gancho y en patines y otro oxidado, nada que ver con el Madrid m¨¢s real que atemoriza por Europa. Vean, la primera huella visitante en rancho adversario se demor¨® m¨¢s de media hora.
Del rapto local sac¨® provecho Bernardo Silva. El City era una mesa redonda cuando De Bruyne enchuf¨® al portugu¨¦s en el ¨¢rea de Courtois. Kroos, tan tieso como cualquier camarada, lleg¨® al tunt¨²n y el luso carg¨® con ¨¦xito ante Courtois. El City iba e iba; el Real estaba en cualquier sitio menos en M¨¢nchester. El Madrid m¨¢s irreal y siberiano que se pudiera googlear.
Por ser el Real cab¨ªa sospechar que un equipo tan cenagoso, con tanto pellejo a la vista, era solo un par¨¦ntesis. Eso pareci¨® cuando Kroos sacudi¨® el larguero de Ederson. Un espejismo. De inmediato, un palique entre Grealish y G¨¹ndogan deriv¨® en un rechace de Milit?o. Bernardo Silva, un charr¨¢n en el ¨¢rea, vector de los de Guardiola, caz¨® de cabeza el 2-0. Un City sin el fogueo del Bernab¨¦u; un Real sin colmillo, llagado. Tan quebradizo que hasta Modric, el gran Modric, estaba acorchado. Como Benzema, como todos. Nada que ver con el City, ya no el City de la ida que se limit¨® a trastear con la pelota. Esta vez, un equipo m¨¢s genuino, en constante movimiento, capaz de distraer cuando conven¨ªa, de buscar al colega cuando era necesario, de confundir al rival si era preciso. No hab¨ªa local detectable. Con Guardiola al mando, un City ajedrecista, donde lo mismo abordaba Bernardo Silva que De Bruyne o G¨¹ndogan, ya fuera por los costados o por los pasillos interiores. En este Manchester celeste cada cual tiene m¨¢s de un guion. Para el Madrid, nada era familiar: cada envite ajeno era un sudoku para los visitantes. Al cuadro ingl¨¦s le faltaba el hachazo de Haaland, ese peso pesado que se mueve como un superpluma, esta vez custodiado por Milit?o. Mejor dicho, por Courtois, que lo frustr¨® por tercera vez con un rechace con la tibia derecha en un reto esgrimista con el noruego. La pelota fue al larguero. Un hilo para el Real, en el que, aun con mayor mordida en el segundo acto, no ten¨ªa carrete ni con el habitualmente descarado Vinicius. Tampoco con los pretorianos Modric y Kroos, a los primeros que Ancelotti mand¨® al cuarto oscuro.
El Madrid segu¨ªa en plan fantasmal cuando un remate de Akanji rebot¨® en Milit?o: 3-0. El campe¨®n m¨¢s raso en tiempos, a la lona. Ni un garabato m¨¢s ante Ederson, salvo un golpeo de falta de Alaba y un arrebato final del ¨²nico Benzema de la noche. Tan espantado el franc¨¦s como Rodrygo¡ como todo quisqui en el Real salvo Courtois.
El partido, de principio a fin, era asunto de Rodri, el nuevo capit¨¢n de Espa?a, la mejor secuela en siglos de Busquets. Rodri para el quite. Rodri para canalizar. Un Rodri como equipaje de un City que barri¨® al campe¨®n. Momento Guardiola. Momento City. Un se¨ªsmo para el Real.
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