En el monte Bondone, el Giro revive y Geraint Thomas recupera la ¡®maglia¡¯ rosa
Primoz Roglic cede medio minuto ante ataques sucesivos del gal¨¦s y del portugu¨¦s Almeida, que gana la etapa
?Viva el Bondone!, grita el Giro, que en los 20 kil¨®metros de la monta?a de Trento, teatro hermoso e inmenso, piedras ros¨¢ceas en la cima, representa su primera obra de acci¨®n y vida. Hay acci¨®n colectiva, juego de equipos, ataques inesperados, desfallecimientos sorpresa, y tres nombres. El joven portugu¨¦s Joao Almeida, 24 a?os, maglia blanca, limpia, que ataca, forcado y bailar¨ªn, y gana la etapa, y emite un grito liberador; el viejo le¨®n gal¨¦s Geraint Thomas, que ataca tambi¨¦n, y recupera la maglia rosa; el duro Primoz Roglic, que sufre, y su rodilla cruje, y cede medio minuto.
Como una admonici¨®n, una foto gris de Charly Gaul, un pajarito medio muerto en brazos de dos carabinieri que lo llevan en volandas, recibe a los ciclistas en la cima del monte Bondone sobre Trento. Esto es el ciclismo, desmesura, un viaje a las puertas de la muerte, parece decirles el escalador luxemburgu¨¦s desfallecido que hace casi 70 a?os, en manga corta, empapado maillot de merino Faema, bajo una nevada que congel¨® a medio pelot¨®n, en una etapa de nueve horas, 242 kil¨®metros, alcanza una maglia rosa del que estaba a 17 minutos en la salida de la etapa. Incapaces de liberarse del peso del pasado, que le da legitimidad a su oficio, y valor, en los a?os que corren, aires de c¨¢lculo y conocimiento, y los puertos se miden en minutos y vatios, carbohidratos ingeridos, calor¨ªas gastadas, los corredores le honran como los tiempos obligan, con ciencia y decisi¨®n.
Como en la tragedia cl¨¢sica, del error nace el misterio del Bondone en el 106? Giro tambi¨¦n, la peripecia, la redenci¨®n. En 188 de los 203 kil¨®metros de la etapa, a orillas del Garda, hacia el norte, las monta?as que amenazan, arriba y abajo el Santa B¨¢rbara y su amonito rojo, la piedra en la que pisaban los nobles en sus palacios renacentistas, en 4.000 de los 5.000 metros de desnivel total del d¨ªa, el Jumbo de Roglic lleva sin aliento al pelot¨®n, que poco a poco se desgrana y devora a la fuga. Terminada su tarea devastadora sus compa?eros, a 15 kil¨®metros de la meta, donde el Bondone es un bosque se aplana un tiempo, y Rohan Dennis, el m¨¢s destructor, dice, hasta aqu¨ª he llegado, Roglic se encuentra mal colocado, con escasos amigos ¨Csolo resiste Kuss a su lado¡ªy rodeado de malas voluntades. Su propio equipo ha sacado a la luz su debilidad. El UAE y el Ineos se percatan. El equipo de Almeida acelera ¨CFormolo, Vine, Ulissi--, y a ocho kil¨®metros, primera aceleraci¨®n del portugu¨¦s. Solo los mejores del Giro, media docena, resisten. Tambi¨¦n acelera lo hace el Jayco de Dunbar. A seis kil¨®metros, solo quedan lo mejores. Su acab¨® el baile de equipos. Comienza el cuerpo a cuerpo. A seis kil¨®metros ataca duro Almeida, que se siente campe¨®n entre sus ¨ªdolos de juvenil, junto al Thomas al que miraba boquiabierto por la tele hace cinco a?os cuando el gal¨¦s ganaba el Tour. Por delante de Roglic que se queda, que pide a Kuss, fiel, que le marque el ritmo, que no puede m¨¢s. Thomas, a su rueda, lo estudia, lo mide, y cuando lo sabe acabado, ataca y se va a por Almeida. A 25 por hora en la monta?a. Veloc¨ªsimo. Siempre sentado. Acelerando. Roglic mira para otro lado. Culminado el suicidio colectivo, o el juego de las falsas apariencias, el esloveno se apoya en su querido Kuss para limitar la p¨¦rdida. El viejo le¨®n est¨¢ herido, se oyen voces en la meta, bajo una lluvia fina, primavera en la monta?a. Ay, la ca¨ªda junto a Tao, el mi¨¦rcoles pasado camino de Tortona.
Gal¨¦s y portug¨²es (de Caldas da Rainha, donde amaneci¨® el 25 de abril) miran atr¨¢s y colaboran. No guardan fuerzas para el sprint final, que se lleva Almeida, y la lluvia suave le llena la cara de barro, y sin gafas, mirada miope, desnuda, Thomas, parece m¨¢s antiguo, m¨¢s Gaul, y dice que no sabe cu¨¢ntos vatios ha generado, que nunca lo mira, que ya se lo dir¨¢n, de natural el m¨¢s r¨¢pido de los dos. ¡°Thomas me lleg¨® como un rayo, y tembl¨¦¡±, dice Almeida, que se revel¨®, un ni?o, en el Giro del 20, y sucumbi¨® en el Stelvio al ritmo de Dennis; que el pasado Giro debi¨® abandonar por la Covid, cuando era cuarto; que nunca hab¨ªa ganado una etapa en la corsa rosa; que este a?o hab¨ªa quedado siempre detr¨¢s de Roglic en la Tirreno, segundo, y en la Volta, tercero. Que cree en ¨¦l. ¡°Me hace sentir viejo o¨ªr a Almeida decir eso, le saco 13 a?os. Pero aunque parezca viejo, me siento joven de verdad¡±, dice Thomas, maglia rosa again, con 18s sobre el portugu¨¦s, magn¨ªfico contrarrelojista, y 29 sobre el esloveno, y el cuarto, Caruso resistente, a 2m 50s. ¡°Esas ventajas no significan nada en el Giro, con las monta?as que quedan y la cronoescalada, y si vuelve el mal tiempo en los Dolomitas, que parece que s¨ª. Froomey [Chris Froome, su amigo] estaba a m¨¢s de tres minutos cuando gan¨® el Giro de 2018¡¡±
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