Espa?oles perdedores de una Espa?a campeona
En todo el territorio nacional hay 3.752 salones de juegos, 481 de apuestas y 55 casinos, seg¨²n los ¨²ltimos datos publicados
Lorenzo, despu¨¦s de descubrir la gloria, se dio cuenta de que el paso siguiente era, irremediablemente, volver a bajar. El ni?o, de siete a?os, estaba plantado delante del televisor viendo c¨®mo los jugadores de la Selecci¨®n espa?ola levantaban la Eurocopa cuando la realizaci¨®n pas¨® de esos primeros planos de celebraci¨®n a uno general del estadio para que se pudiera ver la magnitud de los fuegos artificiales que implosionaban en el cielo del estadio Ol¨ªmpico de Berl¨ªn. Lorenzo, repleto de tierna inocencia, espet¨®:
-?A ver si se ven desde la ventana!
El peque?o regres¨® contrariado al sal¨®n. Desde aquel balconcillo no hab¨ªa m¨¢s que el horizonte de la playa de la Victoria de C¨¢diz. En plena noche. Una masa oscura que apag¨® al ni?o por completo.
Esa misma tarde, un hombre de rostro apagado llamado Joaqu¨ªn, pero apodado el Fini, anunciaba al comienzo del partido, postrado sobre la barra de consumiciones de un local de apuestas, que ¨¦l ¡°hab¨ªa metido 20 euros a Inglaterra¡±. ¡°Anda ya, Fini, ?si llevas la camiseta de Espa?a!¡±, le dijo el due?o. El hombre utiliz¨® un argumento, a su juicio infalible, que dej¨® a sus compa?eros de piedra. ¡°Yo esta noche, lo que es seguro, es que no voy a perder¡±, coment¨®. El Fini, que observaba el partido junto al resto en una televisi¨®n que iba cinco segundos por delante de las del resto del establecimiento, dec¨ªa haber sido un gran mediapunta en el f¨²tbol local de la zona, uno de esos d¨ªscolos zurdos que adora la afici¨®n local y la visitante. Esa exquisita lectura del juego sobre el c¨¦sped de la que se vanagloriaba ante el resto es la que trataba de aplicar aquella noche a su propia suerte.
Existe un denominador com¨²n en los que quieren, como Fini, seducir a la diosa fortuna: en su pr¨®xima jugada est¨¢ la victoria definitiva. Las dudas, piensa el hombre en petit comit¨¦, son para los dem¨¢s. De eso se lucran este tipo de lugares, de las grandes certezas de aquellos que m¨¢s perdidos andan. Porque en el fondo a Joaqu¨ªn, como a todos, el coraz¨®n le ped¨ªa una peque?a victoria de vez en cuando, la que fuera. Despu¨¦s de tanto perder, que es a lo que aqu¨ª se viene, decidi¨® tomar el ¨²ltimo camino que le quedaba: apostar contra s¨ª mismo. Y volvi¨® a perder, claro.
Este pasado fin de semana se ha reanudado La Liga y tambi¨¦n la ruina de muchos en esta Espa?a ¨²ltimamente campeona. Pronto llegar¨¢ septiembre y para entonces Lorenzo ya habr¨¢ decidido qui¨¦n es su jugador favorito. Uno vestido de blanco, azulgrana, amarillo, verde o con rayas que, con un poco de suerte, le salude cada ma?ana camino del colegio desde la entrada de un sal¨®n de juegos como invit¨¢ndole a pasar. La ¨²ltima moda es instalar un felpudo con la inscripci¨®n ¡°Welcome¡± en letras doradas. Los futbolistas, que seg¨²n muchos no deben hablar de pol¨ªtica, lucen desde esos escaparates sus sonrisas m¨¢s irresistibles, aunque dentro del campo parezcan fieras enjauladas.
En esta cuesta abajo irremediable que viene despu¨¦s de la gloria, el peque?o Lorenzo tendr¨¢ por todo el territorio nacional 3.752 salones de juegos, 481 de apuestas y 55 casinos, seg¨²n datos de 2022, en forma de oportunidad legal para descender al infierno sumarse a la lista de perdedores.
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