Mantener los superpoderes
Resueltas las dudas para responder ante cualquier desaf¨ªo, la selecci¨®n espa?ola ha madurado, a la espera de que Sergio Scariolo obre en el Mundial esa magia tan suya que consiste en lograr un crecimiento constante del equipo durante el campeonato
Hace un a?o, m¨¢s o menos por estas fechas, una Espa?a baloncest¨ªstica muy renovada se presentaba de puntillas en sociedad sin m¨¢s referentes de la ¨¦poca gloriosa que Rudy Fern¨¢ndez en la pista y Sergio Scariolo en el banquillo. La composici¨®n de la plantilla no invitaba al optimismo, plagada de novatos con poca experiencia en grandes torneos, y tampoco se pod¨ªa presentar a priori a jugadores de referencia con suficiente talento, frescura y liderazgo sobre los que pivotar el equipo. Las comparaciones eran m¨¢s odiosas que nunca y cualquier objetivo que fuese m¨¢s all¨¢ de coger experiencia para el futuro se antojaba ilusorio. Resumiendo, casi nadie d¨¢bamos un euro por sus posibilidades.
Poniendo el ¨¦nfasis en sus carencias, se nos olvid¨® lo mucho que atesoraban por encima de su biso?ez. Lo m¨¢s importante, ser depositarios de un enorme legado por parte de la incre¨ªble generaci¨®n anterior. Con menos talento, pero con las lecciones muy bien aprendidas, lo que comenz¨® como una misi¨®n impensable termin¨® con una realidad incuestionable: Espa?a volv¨ªa a ser campeona de Europa. La transici¨®n se hab¨ªa completado de forma instant¨¢nea y esperando al venturoso futuro que anunciaban unos cuantos talentos imberbes a falta de maduraci¨®n, nos encontramos con que el presente segu¨ªa siendo nuestro.
Han pasado 12 meses desde aquella incre¨ªble aventura y sabiendo como se las gasta este grupo, hay que andar con pies de plomo a la hora de descartar o minimizar las posibilidades de alcanzar cualquier objetivo, por muy ambicioso que sea. Ahora toca un Mundial con su larga y lustrosa lista de aspirantes encabezada como siempre por EE UU. Para afrontar este mayor reto, la selecci¨®n espa?ola llega suficientemente preparada para el desaf¨ªo, a tenor de lo visto en los exigentes partidos de preparaci¨®n frente a rivales de alcurnia. Resueltas las dudas sobre sus capacidades para responder ante cualquier desaf¨ªo, el equipo ha madurado, los mecanismos parecen m¨¢s afinados y los roles mejor definidos a la espera de que Sergio Scariolo obre esa magia tan suya que consiste en lograr un crecimiento constante del equipo durante el campeonato, clave en estos formatos de competici¨®n.
Dentro de los asuntos con los que nos hemos entretenido hasta la llegada del campeonato, ha estado en la posici¨®n de base donde se han concentrado buena parte de las inquietudes. A la baja de Lorenzo de Albacete, uno de los h¨¦roes en Berl¨ªn, se sum¨® la inesperada decisi¨®n de Ricky Rubio, jugador fetiche cuyo peso en el equipo trasciende lo profesional. Dos bajas de enorme calado que adem¨¢s de su impacto emocional (sobre todo la de Ricky) dejaban la siempre importante posici¨®n de base tiritando. En esas est¨¢bamos cuando el remedio de urgencia, de nombre Juan N¨²?ez, ha empezado a soltarse, a coger la confianza necesaria para mostrar su talento y descaro, esas cosas que le hacen tan especial. Quiz¨¢s es cargarle de una responsabilidad excesiva, pero existen sospechas fundadas para pensar que buena parte de las posibilidades de Espa?a van a depender del rendimiento que ofrezca N¨²?ez.
Tiempo habr¨¢ seg¨²n avancen los partidos y aumenten las dificultades para calibrar este y otros asuntos. Pero ninguno ser¨¢ tan crucial como que la selecci¨®n sea capaz de mantener las claves que los llevaron hasta la cima hace un a?o. Altruismo en el juego, esp¨ªritu competitivo en la mente y una fe casi mesi¨¢nica en sus posibilidades, representada a la perfecci¨®n por Alberto D¨ªaz, el Juan sin Miedo de nuestro baloncesto. Tres superpoderes que tienen que ver m¨¢s con la colectividad que con la individualidad, y que marcar¨¢n una vez m¨¢s el futuro de una selecci¨®n de nuevo dispuesta a hacernos so?ar.
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