Carapaz corona la fiesta rosa de sus EF en el Tour Colombia
El campe¨®n ol¨ªmpico se impone solo en el Alto del Vino, pero Rodrigo Contreras resiste l¨ªder con 17s de ventaja antes de la ¨²ltima etapa, el domingo en Bogot¨¢
Las historias sentimentales, tan hermosas cuando la imaginaci¨®n les da forma, son melancol¨ªa cuando la realidad m¨¢gica ¨Cla subida al Alto del Vino, tantas veces alabado, empinado a veces, no es una vereda estrecha y revirada y curvas de herradura, sino una autopista, la que lleva a Medell¨ªn desde Bogot¨¢- o la imaginaci¨®n de otros, las deforma, cuando la l¨®gica de Richard Carapaz, ¨²ltimo hombre del EF, el l¨ªder del equipo de rosa, el m¨¢s fuerte, hace saber a todos, so?adores y realistas, que el pink party que su equipo se mont¨® en los ¨²ltimos 10 kil¨®metros del duro ascenso al Alto del Vino, y el ox¨ªgeno pena para llegar a la sangre a m¨¢s de 2.800 metros, no fue sino un esfuerzo colectivo para que ¨¦l, el campe¨®n ol¨ªmpico, el Expreso del Carchi, al otro lado del r¨ªo que separa Colombia de Ecuador, ganara la etapa y alcanzara el liderato del Tour Colombia, cuarta edici¨®n, tan andina.
Gan¨® Carapaz la etapa, pero su ataque no agot¨® la resistencia del l¨ªder, Rodrigo Contreras, de Villapinz¨®n, el regresado a Colombia desde el Astana, ni tampoco la de su compatriota Jonathan Caicedo, otro regresado del WorldTour al asilo continental, desde el EF, precisamente, al que le hab¨ªan salido los dientes en los otros a?os del Tour Colombia. Contreras, enorme derroche de energ¨ªa, uno de los morados del Nu, el equipo del hijo del hist¨®rico paisa Ra¨²l Mesa, sigue l¨ªder con 17s sobre Carapaz; Caicedo, del Petrolike mexicano que dirige en Colombia el madrile?o David Plaza, ciclista ol¨ªmpico en Barcelona 92, contrarrelojista de clase, es tercero peligrosamente, a 7s de su compatriota.
¡°Chaves es el favorito de aqu¨ª y conoc¨ªa mucho la subida. Estaba muy emocionado por el d¨ªa de hoy. Pero, al final ¨¦ramos los cuatro escaladores, los cuatro latinos, los que est¨¢bamos muy bien. Rigo, Chaves, Cepeda y yo, y, bueno, de cara al final, yo tambi¨¦n hab¨ªa hablado con los chicos al inicio de la subida y les hab¨ªa dicho que ven¨ªamos bien¡±, explic¨® el ganador de la etapa, que tambi¨¦n ten¨ªa su rinconcito sentimental. ¡°Yo tambi¨¦n he corrido mucho por aqu¨ª cuando era juvenil y sub 23 y conoc¨ªa cada metro de la subida y sab¨ªa lo dura que era¡±.
No preparaban los EF un homenaje a Esteban Chaves, constataron tristes los que hab¨ªan pensado qu¨¦ lindo ser¨ªa un triunfo del ni?o del lugar que de peque?o lo sub¨ªa y lo bajaba antes de ir a la escuela, y tan r¨¢pido le lat¨ªa el coraz¨®n toda la semana al que en 2016 hab¨ªa llegado al podio de la Vuelta a Espa?a y del Giro de Italia y hab¨ªa ganado un Giro de Lombard¨ªa pensando emocionado en su regreso, a los 34 a?os ya, a los barrios de su infancia. Fue Chaves el que inaugur¨® el baile, como hace el padrino con la novia en los valses de las bodas, atacando a mitad de ascensi¨®n, a 14 kil¨®metros de la meta.
Desde entonces la carrera no par¨® de acelerar y frenar, de moverse con un ritmo de coraz¨®n taquic¨¢rdico o bradic¨¢rdico alternativamente que desalent¨® a¨²n m¨¢s a los sentimentaloides que esperaban que Egan, el ni?o maravilla de Zipaquir¨¢, tan cercana, resucitara triunfador definitivamente en la cima del Alto del Vino a los dos a?os justos de su accidente o que Nairo, aun boyacense siempre jaleado en toda Colombia, hiciera sonar la campana en su regreso al gran ciclismo tras el a?o de ostracismo. Egan, regular y sabio, a¨²n escaso su cambio de ritmo, pele¨® y no qued¨® muy lejos. Lleg¨® cuarto, a 33s de Carapaz. Nairo, sus ansias traicionadas por la falta de ritmo que trajo consigo su par¨®n, se desentendi¨® pronto de la pelea. Acompa?ado de algunos Movistar, al tran tran, Nairoman perdi¨® m¨¢s de seis minutos.
Los sentimentales siempre encuentran consuelo, esperanza a¨²n en los m¨¢s m¨ªnimos cabos. Cierran la p¨¢gina con la clasificaci¨®n del d¨ªa y abren la del perfil del d¨ªa siguiente, el domingo, que lleva al Tour Colombia a su final ante el Museo Nacional, en el centro de Bogot¨¢. Ah, pero suben Patios, a m¨¢s de 3.000m, descubren. Ah, y si entonces¡ Y se conmueven viendo en la cuneta, entre la fanaticada, con su maillot morado del Nu, a otro Chaves, a Jhonathan Chaves, que solo comparte apellido con el amado Esteban, pero con ¨¦l, al que ven tan alegre pedaleando hacia la meta entre los aficionados, comparten su pena, recordando como el microsue?o de un camionero que perdi¨® el control de su monstruo unos segundos, acab¨® con la vida de su hermano Germ¨¢n y de su pap¨¢, que se entrenaban por la autopista. Ay, qu¨¦ ser¨ªa el ciclismo sin sentimentales, juego de c¨ªnicos.
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