Biniam Girmay se impone en Tur¨ªn, primer africano negro que gana una etapa del Tour de Francia
A igualdad de tiempo pero con mejores puestos, Richard Carapaz desposee a Tadej Pogacar y se convierte en el primer ecuatoriano que viste el maillot amarillo
Pobre Cavendish con su bici orgullo, arcoiris en las bocamangas, arco¨ªris psicod¨¦lico en el cuadro, y la mala idea del c¨¢mara en moto que no le desencuadra ni un segundo, y le exaspera porque no puede agarrarse tranquilo al coche de su Astana hasta que no lo haya espantado y retornar si sudar al pelot¨®n despu¨¦s de cambiar las ruedas y aprovisionarse de combustible, chocolatinas para el bolsillo. Desinhibido y fantasista, como Raffaele di Paco, el sprinter robacorazones de los a?os 30, que se re¨ªa cuando su director, Everardo Pavesi, l¡¯Avocatt, le amonestaba en dialecto -- ¡°Ricurdeve che se vur¨¬ and¨¤ fort bisogna ciul¨¤ no¡± (recuerda que si quieres andar fuerte, mujeres no) --, y medio toscano tambi¨¦n. Por ¨¦l, medio ingl¨¦s de Man, por su deseo obsesivo de romper el empate a 34 victorias de etapa con Eddy Merckx, r¨¦cord absoluto del Tour, que le atormenta desde hace tres a?os, la carrera traiciona a Fausto Coppi y recorre su Piamonte m¨¢s plano, sin Langhe ni asperezas, sin cuestas, ninguna de las monta?as que hicieron a Coppi campionissimo, hasta Tur¨ªn por la llanura padana; por ¨¦l, por Cavendish, que tiene ya 39 a?os y no habla de retirarse, el Astana del maquinador Vinok¨²rov llega al Tour con una sola misi¨®n, que nunca est¨¦ solo, que si se queda en las primeras monta?as, que todo el equipo se quede con ¨¦l, que le sequen el sudor, que los coches est¨¦n a su lado, que no sufra. Todos pierden tiempo. El Astana se hunde. Y Cavendish no flota.
Ni siquiera esprinta y no puede ni ver, tan lejos est¨¢, el magn¨ªfico serpenteo entre la valla y los veloces de Biniam Girmay, el eritreo conquistador, que a todos enmudece y congela y, despu¨¦s de ser pionero en el Giro hace dos a?os (primer africano negro ganador de una etapa en la carrera italiana antes de retirarse al casi sacarse un ojo con el tap¨®n de una explosiva botella de prosecco) extiende sus dominios al Tour de Francia, donde los ¨²nicos africanos ganadores eran sudafricanos blanquitos y rubitos, Robbie Hunter (2007) y Daryl Impey (2019). ¡°Significa much¨ªsimo ser el primer africano negro ganador¡±, dice. ¡°Significa mucho para m¨ª y para mi continente y para la esperanza de mi pa¨ªs, Eritrea, donde el ciclismo forma parte de nuestra historia. Llevamos el ciclismo en la sangre. Y mi padre, todas las tardes de julio me dec¨ªa que hab¨ªa que ver el Tour, que era el mayor espect¨¢culo del mundo, el mejor deporte, y yo ve¨ªa a Sagan, la forma en que celebraba las victorias, y me dije, alg¨²n d¨ªa estar¨¦ ah¨ª¡±.
En la gran avenida de la Uni¨®n Sovi¨¦tica interminable que lleva al estadio comunal y a la meta, una ca¨ªda de otros, corta al pelot¨®n. Aunque solo falta Philipsen en la ¨²ltima recta, como Cavendish, retrasado por el mont¨®n, es un sprint reducido: no hay lanzadores, solo estrellas, y Girmay brilla m¨¢s que Gaviria, segundo, De Lie, tercero y Pedersen, tercero. ¡°Por la izquierda, por donde iba Gaviria, soplaba mucho viento, as¨ª que decid¨ª ir pegado a la valla de la derecha¡±, explica. ¡°Eso es esprintar, meterse por donde parece que no se cabe, cerrar los ojos, empujar y pasar. Hoy he ganado yo. El pr¨®ximo lo ganar¨¢ Cavendish, que es mi ¨ªdolo¡±.
Brilla menos Girmay feliz y lucido, y los dos ojos bien abiertos, que Richard Carapaz, el primer ecuatoriano de amarillo en la historia del Tour, que en la llegada calcula los puestos en que le aventaja Pogacar y aprovecha el corte de la ca¨ªda para infiltrarse delante y desposeer al esloveno, que indiferente, deja hacer. Carapaz llega de amarillo al primer hors cat¨¦gorie del Tour, el padre madrugador Galibier y sus 2.625 metros, que se asciende por la cara del Lautaret, y se desciende por el T¨¦l¨¦graphe, despu¨¦s de cruzar la frontera por Sestriere y Montgen¨¨vre. Que Carapaz sea junto al debutante Evenepoel el ¨²nico que llega a los Alpes en el mismo tiempo que Pogacar y Vingegaard, sombra de lo que son, y rec¨ªprocos, siempre juntos en la carretera, es un canto a su inteligencia en San Luca (descolocado cuando el ataque del esloveno, reflexion¨®, esper¨®, vio a Evenepoel reaccionar y con ¨¦l persigui¨®) y despierta el recuerdo del Tour de 2021, cuando el ecuatoriano del Carchi, ganador del Giro del 19, se midi¨® casi de igual a igual con Vingegaard y Pogacar en una pelea que le permiti¨® subir al podio tras el esloveno y el dan¨¦s.
Su papel en el Galibier, donde espera resistir, ser¨¢ m¨¢s de espectador y de esperanza ¨C¡±esper¨® ser el primero de los humanos¡±¡ªque de actor en un escenario que debe examinar por segunda vez la recuperaci¨®n extraordinaria de Vingegaard, 88 d¨ªas despu¨¦s de la ca¨ªda que le dej¨® en cachitos, 12 d¨ªas de hospital, otros tantos de sof¨¢ de casa, dos semanas m¨¢s aprendiendo de nuevo a montar en bicicleta en Dinamarca, y seis semanas de entrenamiento para recuperar, con el coraje de la desesperaci¨®n, las seis semanas perdidas. La memoria celular de su organismo respondi¨® brillante cuando salt¨® como un ni?o a un caramelo a la rueda de Pogacar en San Luca. El Galibier, puerto de 50 minutos en el que Pogacar empez¨® a perder el Tour del 22 sometido por los ataques combinados de Vingegaard y Roglic, deber¨ªa favorecer al dan¨¦s, el hombre de las cuestas largas. Sin embargo, dos dudas --?habr¨¢ recuperado tambi¨¦n su fondo el pescadero de Dinamarca? ?habr¨¢ mejorado tambi¨¦n Pogacar en las subidas interminables? ¡ªmantienen la incertidumbre del combate que arbitrar¨¢, de amarillo, un campe¨®n ol¨ªmpico ecuatoriano sonriente y mortal.
Puedes seguir a EL PA?S Deportes en Facebook y X, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.