Roglic hace de O¡¯Connor un l¨ªder de barro en la Vuelta a Espa?a
En una etapa en la que Woods se llev¨® la corona, el esloveno impone su ley en la ¨²ltima ascensi¨®n para apretar la diferencia con el australiano
Lleg¨® el Puerto de Tejedo de Ancares y emergi¨® el majestuoso Roglic, el que combina la ¨¦pica con la l¨ªrica, el que ataca sin mirar hacia atr¨¢s, el que deja cad¨¢veres a su paso, el que no tiene rival. Puso su ritmo, cadencia imposible para el resto, apenas un deje de rostro desencajado, pulmones inhumanos, piernas marcianas, y nadie capaz de rechistar. No lo hizo Enric Mas, hasta ahora el ¨²nico que le aguantaba el paso, como tampoco pudo lograrlo Carapaz, perseverante en su lucha por entrar en el podio. Menos a¨²n se atrevi¨® a replicar Ben O¡¯Connor, boca abierta, aire que no llega, sufrimiento superlativo y una sentencia, pues a la que la carretera se empina tirita, tiembla, se desvanece, se convierte en un l¨ªder de barro al que la Vuelta se le har¨¢ demasiado larga, toda vez que el nuevo mordisco de Roglic (1m 55s) le deja con una escueta ventaja de 1m 21s. Poca cosa para el esloveno, que mira con gozo el Cuitu Negro del domingo, tambi¨¦n a Los Lagos de Covadonga y el Pic¨®n Blanco a la vuelta de la esquina. Mucha tela por cortar. Pero el retazo de este viernes se lo llev¨® Michael Woods (Israel), que cruz¨® la bandera a cuadros el primero, el mejor de los fugados, un primor sobre la bici.
??? GC Top 10 | Stage 1?3? | Etapa 1?3? ???????????
— La Vuelta (@lavuelta) August 30, 2024
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Con la lengua fuera por el sofoco, ataviados con cascos y maillots de todos los tipos, cientos de ciclistas amateurs se animaron por la ma?ana a recorrer los dos ¨²ltimos puertos -el de Lumeras y el de Tejedo de Ancares- que ascender¨ªa despu¨¦s el pelot¨®n. Educados, dejaban pasar o reten¨ªan a los coches dependiendo del tr¨¢fico que ven¨ªa de frente, que era mucho. Sobre todo, porque los pocos vac¨ªos que dejaba la cuneta, siempre envuelta en un espeso verde de ¨¢rboles que rozaban el cielo, estaban repletos de autocaravanas, donde los aficionados se apropiaban de las esquinas -banderas de B¨¦lgica y Espa?a en su mayor¨ªa- y de la carretera, pintadas con los nombres de los corredores favoritos. Se palpaba que, de Lugo a Le¨®n, ser¨ªan dos ascensiones tensas, ocupados Roglic y Mas, m¨¢s que ning¨²n otro, en echarle el lazo a un O¡¯Connor que hasta el momento hab¨ªa aguantado bien las embestidas, por m¨¢s que perdiera tiempo a gorgoteos. Reverberaba el ciclismo con sabor a a?ejo, alimento del bueno para los esforzados guerrilleros, espect¨¢culo magn¨¦tico que te reconciliaba con el deporte. Pero para la desilusi¨®n de muchos, todo se reserv¨® para el final, donde Roglic explic¨® al mundo que la Vuelta es coto privado.
Resulta que este pelot¨®n ri?e con los t¨¦rminos de supremac¨ªa, ya que como acostumbra dej¨® hacer a la fuga, en esta ocasi¨®n de 24 corredores, con gallos del corral como Van Aert, Soler, Schimd, Woods. Una escapada que, como ya es habitual, fue terminal, al punto de que tras cubrir el segundo puerto del d¨ªa -Alto O Portelo-, en el ecuador de la etapa, acumularon una ventaja de 11 minutos. Nada que inquietara al AG2R, que sigue gobernando la carrera desde la distancia, que no se inquieta por las fugas, que selecciona sus esfuerzos para solo atar de cerca a los que ponen en tela de juicio a su l¨ªder O¡¯Connor. Un dejar hacer que desbrava la carrera, que destensa al aficionado, que, probablemente, desagrada a la organizaci¨®n. Pero una t¨¢ctica tan l¨ªcita como cualquier otra.
Hay corredores, sin embargo, que tanto les da la estrategia, pues tienen piernas y no miden en su ans¨ªa de gloria, confiados en su chasis y cabeza, tambi¨¦n pedalada. Como Van Aert, que junto con Campenaerts y Schmid, quebraron la fuga en dos, los valientes al ataque. Y al contragolpe, pues Soler, ejemplo de kamikaze a la par que de espect¨¢culo, paliza tras paliza, retorci¨® la carrera con una nueva ofensiva porque cuesta arriba se sab¨ªa de los m¨¢s fuertes, enfocado en la victoria que Pablo Castrillo le neg¨® en la etapa pasada. Tampoco se dio en esta ocasi¨®n porque Woods, el mismo que ya hab¨ªa vencido dos etapas en la Vuelta (2018, en Monte Oiz, y 2020, en Villanueva de Valdegov¨ªa), tambi¨¦n una en el Tour del a?o anterior (en Puy de D?me), impuso su ley y se llev¨® la victoria.
La gloria, en cualquier caso, estaba reservada para Roglic. Tocaba mirar hacia arriba, carretera revirada, de la que pica, donde el ganado sonr¨ªe, hierba trufada de bo?igas, aunque tambi¨¦n salpicada con elegantes casas de piedra y tejados oscuros, acondicionadas para el fr¨ªo del invierno, siempre con chimeneas para hacer del lugar todav¨ªa una postal m¨¢s id¨ªlica. Nada que desenfocara la ambici¨®n del esloveno, impulsado de inicio de maravilla por su equipo (de Roger Adri¨¤ a Daniel Felipe Mart¨ªnez para seguir con Vlasov), cohete despu¨¦s en solitario porque descont¨® a todos los que quisieron cogerle la estela. Algunos lo intentaron, como Mas, Landa y hasta Carapaz. No pudo ser. Pero O¡¯Connor, que ve peligrar su reino, ni eso. Esta Vuelta, pensar¨¢, da muchas vueltas. Y solo una fue a su favor.
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